XVII

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Yushiro tuvo que hacer pasar la culpa por preocupación cuando fue descubierto rondando el complejo departamental de Tengen.

—¿También vienes a ver qué ocurre? Zenitsu no contesta los mensajes ni llamadas y Uzui no ha ido a trabajar en dos días–.

—Voy a golpear a Monichi por hacernos venir a ver qué le pasa–.

Tanjiro e Inosuke prácticamente lo arrastraron hacia el edificio aún cuando el pánico le hizo intentar librarse. Se detuvieron al ver que alguien arrojaba muchas cosas desde una de las ventanas del piso más alto.

—¿No son las cosas de Monitsu?–.

Reconocieron la ropa y demás pertenencias, pudieron ver en la ventana un par de manos abrir una jaula de la cual salió volando un gorrión a tiempo antes de que también la jaula fuera lanzada.

Yushiro quería huir o anclarse al suelo para no ser llevado al apartamento. Había tomado el valor de confesar todo lo que hizo pero no esperaba ver a Tengen destruyendo el lugar, tirando y rompiendo todo lo que veía, incluyendo la puerta de entrada.

—¿Uzui? ¿Qué ocurre? ¿Dónde está Zenitsu?– Tanjiro tapó su delicada nariz en cuanto sintió el terrible olor del alcohol.

—Estoy tirando las cosas de esa ramera, pueden ayudar o largarse–.

—¿Cómo llamaste a Monichi?–.

—Pensándolo mejor, largo, no quiero a sus amiguitos molestando, tengo mucho que limpiar–.

—Nos iremos cuando sepamos dónde está Zenitsu o qué es lo que ocurre–.

Tengen dejó caer los hombros, le asombra lo mucho que le duele e irrita ver a ese par, él sabe muy bien que los tres son inseparables y que seguramente saben lo que Zenitsu le hizo. Para él son tan traidores como el rubio.

—Ese sucio bastardo está hospitalizado, tuvo por adelantado a su horrible bebé, ahora largo, no quiero– el puño de Inosuke le cerró la boca.

—¿¡Cómo te atreves a hablar así de él!? ¡Te tiraré los dientes imbécil!–.

Tanjiro no veía la forma de separarlos, comenzaron a pelear con tanto salvajismo que el apartamento se siguió destruyendo. Yushiro por su parte sentía la culpa subir como ácido desde su estómago hasta su garganta. Él hizo todo eso y no sabe cómo arreglarlo. Ir a meter la cara para evitar que Tengen en verdad perdiera los dientes fue lo mejor que se le ocurrió.

—IDIOTA ¿POR QUÉ TE METES?–.

—¡No vinimos a moler a golpes a un borracho, vinimos por Zenitsu!– sobó su mejilla mientras Tanjiro por fin alejaba a Inosuke de Tengen.

El albino se quedó tirado en el suelo, tapó su rostro con el brazo antes de que alguno de los tres lo viera llorar.

—Andando, seguramente sigan en la clínica a la que iban por chequeos–.

Afuera volvieron a toparse con el montón de cosas que seguramente seguiría creciendo hasta que alguien las tomara.

—¿No deberíamos recogerlas?–.

—Esta porquería no es de Monichi, podría caber aquí al menos tres veces– Inosuke había tomado una sudadera.

—No está tirando sólo las cosas de Zenitsu, también lo que le recuerda a él– Tanjiro reconoció que era la antigua sudadera con la que Tengen envolvía y atrapaba a Zenitsu cuando le daba frío o quería molestarlo, se había aguadado tanto porque solía contener a dos personas muy seguido.

—¿Van a seguir perdiendo el tiempo?– dejaron las cosas en el suelo y subieron al auto de Yushiro.

Fue un golpe de suerte encontrarse con el señor Kuwajima cuando iban entrando al lugar, al menos dos de ellos fueron reconocidos al instante como amigos de Zenitsu y él mismo los llevó hasta la habitación donde el rubio se hacía bolita.

Posiblemente padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora