XI

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La culpa por estar usando a Giyuu como freno no era suficiente para dejar de hacerlo. Platicar y correr por las tardes con él le detenían de ir a tragar pan hasta terminar con todo un mostrador y eso sólo como excusa para no irse y dejar de ver al pelirrojo precioso que atiende.

Aún no entiende el pánico que ir con Tanjiro le provoca y por eso prefiere evitarlo, cosa que le es más difícil desde que prestó atención y descubrió que aquella panadería es de la que provienen los deliciosos panecillos con los que a veces llega Senjuro a casa.

Ahora sabe que el traidor va muy seguido ahí junto a los gemelos Tokito porque Nezuko Kamado los invita. Y él ahí sufriendo. También cayó en cuenta de que es el lugar con las bonitas meseras del que tanto habla Tengen y al que varias veces lo invitó pero se negó por tener demasiadas cosas que hacer.

Claramente ahora se arrepiente de todas y cada una de las veces que le rechazó la invitación, quizás a estas alturas ya no le daría pánico ir.

—Hoy estoy más cansado– Giyuu fue bajando la velocidad hasta detenerse frente al gimnasio.

—Es comprensible, te ejercitas todo el día con tus estudiantes–.

Era eso y que nuevamente se sentía mal por escuchar las pláticas entre Kocho y Kanroji, esta vez sobre lo bien que la pasó Kocho en su cumpleaños con Sanemi. Pero eso no lo quiso admitir.

Kyojuro se dio cuenta de que era la primera vez que entraban juntos a las duchas cuando a su lado Giyuu se deshizo de los tenis y la sudadera.

"¡Chispas, chispas!".

Su cuerpo entero gritó al ver que el azabache se quitaba la playera, pudo ver a la perfección los músculos que escondía bajo la ropa holgada, el sudor en su piel no le ayudó a quitarle la vista de enfrente.

"¡CHIIISPAAAAS!"

Giyuu se deshizo de su pants con total confianza mientras que a él le había dado vergüenza.

Sus ojos recorrieron con detalle cada parte del azabache frente a él, agradeciendo que la ropa interior no fuera holgada como el resto de su ropa. Había una buena curva entre la espalda y los muslos y notarlo le hizo sentir una especie de malestar en su entrepierna.

Ese malestar, y el hecho de ser comido con la mirada, fueron percibidos por Giyuu que por un largo rato se detuvo a pensar en lo que debería hacer o decir.

—¿Quieres bañarte conmigo?–.

La pregunta casi le da un infarto al rubio que hasta ese momento fue consciente de lo que ocurría entre ellos y con su cuerpo.

—¡Perdona, no me di cuenta de lo que hacía, esperaré afuera!– gritó mirando a la nada mientras se encaminaba a la salida.

—¿Saldrás estando así?–.

Kyojuro se preguntó si se refería a estar semidesnudo o a estar erecto. Detenerse por ese pensamiento le dio tiempo a Giyuu para seguir sus impulsos otra vez, después de todo no estaba haciendo algo malo ¿No? Ninguno de los dos tiene pareja, le halaga que su cuerpo excite al maestro de historia y francamente no tiene por qué reservarse para Sanemi si éste no se reserva para él.

"Auxilio ¡Chispas incontrolables!".

Aquello no se quedó en pequeñas y simples chispas. Su entrepierna y su piel se llenaron de fuegos artificiales luego de que Giyuu trabara la puerta y comenzara a acariciarlo. Incluso sus torpes labios se sentían ansiosos cuando sólo recibieron un pequeño beso, hormiguean en busca de más, mucho más.

Perdió el control de su cuerpo cuando Giyuu lo guió a una de las duchas, de pronto ambos estaban desnudos por completo y sus manos abandonaron la timidez para también acariciar y explorar todo lo que tenía enfrente.

Posiblemente padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora