4.4K 323 155
                                    


⇝🧵 ⇜


—Mirabeeeel.

—¿Ahora que pasa, Camilo?— pregunto fastidiada trepada a otro techo, aún le incomodo levemente la pequeña discusión de hace unos minutos.

—¿Estas reparando otro techo?

—No genio, ando cocinando— respondió de mal humor cosiendo entre las tejas.

El estómago hambriento y el calor sofocante no eran una buena combinación con una discusión.

—Uy señorita reparo-todo sigue de mal humor— se burló, trepándose al techo, al parecer solo se había quebrajado un poco.

—No ando de humor Camilo, ¿Qué quieres?

—Eso es solo una rajadura, solo tendrían que cambiar la teja— murmuró entrecerrando los ojos mirando al techo.

—Solo estoy ayudando al pueblo, Camilo.

—Mirabel por favor, andas mas roja que Dolores cuando ve a Mariano, estuviste todo el dia bajo el sol.

—Un poco— murmuro avergonzada, pero continuando con su labor.

—Toma— sacó de su runa una de sus muchas arepas que tomaba de las comidas a escondidas.

—Gracias, Milo.

—Uy vuelvo a ser Milo, ya no estas molesta— ladeo su cabeza para estar en su campo de visión en vez de sus suturas del techo.

—Eres mi mellizo, no podría enojarme tanto.

—Por eso eres mi favorita— la tomó de los hombros desordenando su cabello.

—Camilo, para tengo que terminar este techo— chillo alegre, intentando alejarse de agarre de su primo.

Aunque no quería, esas interacciones le hacían extrañar los tiempos donde su mayor preocupación era saber quien ganaba en las atrapadas o quien llegaba a atrapar más sapos en el estanque.

—¡Mirabel, Camilo!— aun en lo alto del techo escucharon el fuerte grito de abuela. Mirabel rápidamente bajó la cabeza para seguir cosiendo.

—Camilo, no distraigas a Mirabel y espero que ambos no lleguen tarde a la ceremonia de Antonio.

Sin más, se dio la vuelta para regresar a Casita.

—Ve adelantándole, Camilo— murmuró realizando un nudo y terminar el techo.

En un brillo dorado, las suturas desaparecieron dejando la grieta intacta, perfecta.

—Pero si ya terminaste— señaló obvio las tejas —.Mejor vamos juntos, como en los viejos tiempos, te reto a una carrera el ganador come el postre de mañana.

Ambos adolescentes bajaron del techo, los dueños de la casa, solo dieron un asentimiento satisfechos de ver su techo como nuevo.

No voltearon o dieron gracias a Mirabel.

—No puedo, Camilo— Mirabel guardo los últimos hilos en su bolso bordado.

—No me digas que tienes más trabajo— visiblemente bajo los hombros —.Es el dia de antonio, estara muy mal si no vas; sabes que eres su favorita.

—No me lo perderé, pero tengo que recoger el traje de Mariano y reparar...

Sorpresivamente se dio un golpe en la frente, casi haciendo caer sus lentes.

La Pequeña Costurera | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora