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Mirabel entro rápidamente en su habitacion.

Una alfombra hecha con varios retazos de tela y con las paredes llenas de costuras con un efecto acolchado, era la perfecta definición de su amor y don por la costura, adoraba su habitación, estaba llena de diferentes tipos de telas, hilos y agujas; listos para su próxima proyecto de costura.

Busco entre la pila de ropa y telas, la falda que confeccionó para esa noche, quitándose  su falda de práctica, como le gustaba llamarla, llena de bordados que realizaba cada que tenía tiempo.

Lo cual últimamente se transformó en casi nada.

Conforme con su ropa, empezó a buscar en otra pila de telas.

Encontrando el retazo de tela que le faltaba para terminar su pequeño proyecto.

De su bolso sacó un peluche de jaguar, se notaban las suturas de diferentes colores, estaba algo desprolijo. Pero para ella era más que perfecto.

Le faltaba una oreja, y rápidamente tomó el retazo de tela, cosiendo con paciencia, cada vez más feliz cuando al terminar las costuras no desaparecieron, siguieron intactas; posiblemente no se comparaba con los excéntricos peluches que tenía que hacer para los niños del pueblo, que siempre eran a vista de todos perfectos.

Para ella; que siempre veía como las suturas de su esfuerzo en coser se desvanecían; la decepcionaban, sentía que solo era buena cosiendo por su don siendo inservible si este fallara; pero el terminar el peluche le mostró que si sabía coser, que si servía, o al menos eso quería creer.

Tomó la caja donde con un hilo de lana azul aseguró la tapa. Salió de su habitación lo más rápido, quería darle su regalo a Toñito antes de su ceremonia.

—¡Pepa! Tienes una nube— escuchó como abuela gritaba a su hija del medio, quien fastidiada contestó.

—¡Ya se, mamá! ¡Pero no logro encontrar a Antonio! ¡¿Qué más quieres de mi?!

—Pregúntale a Dolores— respondió su abuela como si fuera lo más obvio del mundo.

—Está verificando si todos podrán llegar esta noche, y está buscando algo para cuidarse de los fuegos artificiales.

Terminando de hablar, tía Pepa salió rápidamente aun con la nube sobre su cabeza, la cual empezó a tronar fuertemente.

Abuela solo rodo los ojos y bajó a la primera planta, seguramente para verificar que todo esté en orden antes de que empiece todo.

Mirabel corrió hacia la guardería, donde esperaba que estuviera Antonio.

Abrió la habitación donde vivió hasta sus cinco años, todo seguía casi igual, dos camas en cada rincón, la cual anteriormente era de Camilo, muchos dibujos pegados a la pared, su gran mayoría de animales.

Busco con la mirada a su primo más pequeño, noto el dobladillo del traje blanco que ella misma hizo para Toñito, sonriendo se sentó en la que antes era su cama.

—Todo el mundo te está buscando— susurro divertida, jugando con el lazo que hizo con las lanas en la tapa de su regalo.

Sin respuesta, sonrió un poco más.

—Si no tomas este regalo se autodestruirá en tres...— asomo el regalo por debajo de la cama —. Dos... unoooooo...

Sintió un tirón, Toñito finalmente tomó el regalo, se agacho y se arrastró a su lado.

La Pequeña Costurera | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora