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Ese dia Mirabel no despertó con un golpe en su estómago como el día anterior, lo hizo cuando Casita movió la mesa donde se había quedado dormida.

—Buenos días, Casita— murmuro adormilada frotando sus ojos con sus puños cerrados. Le contestó una alegre secuencia de las tejas de la ventana moviéndose "Es muy temprano"

—Ahora lo se Casita, gracias— volvió a murmurar ahora mirando su mesa de trabajo.

Estaba llena de mucha tela de color perla, tul, cuentas y muchas otras cosas que ya ni recordaba.

Miro alrededor de su habitación y fue cuando se llevó sus manos hasta su cabeza en desesperación

No había terminado el vestido de boda que debía y esa tarde tenía que empezar otro.

Miro por la ventana los rayos del sol aun no salian, por lo que su madre aún no comenzaba a cocinar.

Bien, ella podía hacerlo, el vestido estaba casi completo solo faltaban los bordados en la falda y hacer el velo.

Pero noto que no era el único maniquí. A su costado había otro vestido rosado mucho más simple a la vista, sin embargo incompleto, le faltaba bordar y coser las flores a la falda.

Era el nuevo vestido que abuela había pedido para su hermana. Ella confeccionaba los vestido de Isabela desde sus diez o once años, poco después empezó a hacerlo con el resto del pueblo.

Si antes lo hacía por diversión, ahora era una obligación.

Se levantó estirando su adolorido cuerpo por la mala postura en la que durmió, sus articulaciones tronaron ante el movimiento.

Bien no era tiempo de quejarse, tomó tul perla y algunos hilos para bordar dispuesta a terminar el dichoso vestido antes del desayuno.


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—¡Miraaa! Es hora de levantarse, te estamos esperando para desayunar.

Luisa golpeaba suavemente la puerta de su hermanita

Cuando toda su familia estaba lista para desayunar notaron la ausencia de Mirabel, su madre dijo que no bajo ninguna momento, supuso que seguia durmiendo asi que se ofreció para ir a despertarla, si se perdía el desayuno familiar la abuela se molestaria mucho, ayer se perdió el desayuno y el almuerzo (ella también no llego a ir), incluso llegó tarde a la cena.

Mirabel poco después abrió la puerta, tenía en el cabello retazos de tul y unas ojeras ligeras.

—Buenos días, Luisa— exclamó sonriendo a pesar de su notable cansancio.

—Buenos dias, Mira; perdón por despertarte...

—Oh, no te preocupes llevo despierta desde hace un buen rato, entra— se hizo a un lado pateando algunas telas que se encontraban esparcidas.

—¿LLegaste a dormir?— preguntó directamente, ayer cuando entro a su habitación el vestido de boda no era más que una falda y la parte superior sujeto a alfileres.

—Sí, Casita me despertó temprano y pude terminarlo— murmuró cosiendo los bordes del velo que ya se encontraba bordado.

—No sabía que la abuela te pidió otro vestido para Isa— musitó viendo el precioso vestido rosado.

La Pequeña Costurera | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora