ⅩⅩⅠⅠ

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Las escaleras del cuarto de su tío Bruno, fácilmente se podría decir que eran infinitas peldaño tras peldaño, y nunca lograbas ver el techo ni el final de las escaleras. Claro sabia que estas obviamente no eran infinitas, pero no había una diferencia, seguían siendo millones de escalones.

Logro encontrar a su tío en las paredes, intentando desesperadamente reparar las grietas aplicando toda la masilla que pudiera.

Convencerlo de hacer una visión fue más complicado de lo que esperaba, pero finalmente donde hasta intervinieron sus ratas logro que aceptara hacer la visión para poder solucionar todo.

Asi que ahora se encontraba subiendo las millones de escaleras hasta la dichosa cueva de visiones.

—¿No pensaste en busca otro lugar donde hacer visiones? — pregunto entre jadeos mientras sentía sus piernas adoloridas por la caminata. Varias ratas de su tío estaban subidas a su hombro y las otras escondidas en la ruana de su tío.

Bruno acostumbrado a las escaleras iba diez o quince escalones delante de ella.

—No, las escaleras son muchas, así que la gente del pueblo no llega ni a las veinte, asi que menos visiones— exclamo con una inusual alegría, claro menos visiones significaban menos dolores de cabeza.

—Y cuando quieres hacer visiones tu-

— ¡Mirabel atrás! — grito Bruno pegándose a las paredes de piedra y arenisca.

Mirabel logro reaccionar justo a tiempo, grandes cascadas de arena cayeron arrasando con las piedras que había en las escaleras. Algunas ratas chillaron y empezaron a correr escaleras abajo.

—Demoro más de lo que pensaba— escucho murmurar a su tío.

— ¡¿Como?! ¡¿"Que es eso de demoro más"?! — exclamo aun mirando a la arenas que se quedó en las escaleras, e inclinándose para ver toda la arena que cayó por el acandilado.

—Bueno visión del futuro involuntaria— murmuro rascándose la nuca —. Y estabas muy terca, pero ¡Hey estas a salvo y la cueva de visiones quedo tapada o destruida!

—Pero...

—Bien, no hay cueva de visones, no hay visión— recito empezando a bajar las escaleras claramente aliviado.

—Hey, como que no visión, necesito la visión tío Bruno— exclamo siguiéndole escaleras abajo.

—Sin cueva de visiones, significa no lugar amplio, y sin lugar amplio significa no visiones— hablo y siguió bajando las escaleras aún más rápido.

—Buscaremos un lugar amplio— hablo corriendo por escaleras, casi se resbala por la avalancha de arena que dejo algunos montículos por las escaleras, pero con suerte logro mantenerse de pie.

—¿Donde? - exclamo cuando ya se encontraban saliendo de la habitación.

—Usen mi cuarto- ambos escucharon una voz desde lo bajo de los escalones que dirigían a la habitación de Bruno —. Las ratas me lo contaron todo— sonrió mostrando en su palma a una rata y se asomaron otras dos escondidas en los rulos de su primito.

—Pequeñas traidoras— murmuro tío Bruno sin que Antonio le escuche, pero las ratas que se acercaban chillaron y volvieron con Toñito.

— ¿Nos prestarías tu cuarto Toñito? — pregunto Mirabel agachándose hasta la altura del niño.

—Claro— exclamo sonriendo ignorando las señas frenéticas de su tío que pedía que se negase —. Tú quieres una visión, y tío Bruno un lugar amplio mi cuarto es muy grande.

La Pequeña Costurera | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora