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—¡Mirabel, abuela te esta llamando!

—¿Ahora? Estamos en una fiesta.

—Si, Camilo ahora— Isabela gruñó, dejando en claro que no quería ser la mensajera.

—No te preocupes, Milo. Mejor cuida al tío Bruno, ya sabes como se pone en las fiestas— miró en dirección de su tío, quien en ese momento estaba en una zona oscura donde el pueblo no pudiera verlo, sabían que solo se quedaba porque le prometió a sus sobrinos que no escaparía de la fiesta.

—Sus habilidades sociales están tan malas que parece que hubiera vivido en las paredes por años— Camilo gruño empezando a caminar en dirección de su tío.


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—¿Como fue que se rasgó?— pregunto, tomando algunos hilos de su escritorio

—Uno de los nuevos animales de toñito lo rasgó— respondió Alma mirando como su nieta reparaba la base de su vestido de noche. Analizaba cada movimiento que hacía.

Pasaron unos momentos de silencio, donde Mirabel enfocaba su atención en reparar el vestido, era consciente que su abuela estaba molesta por el peluche que le hizo a Toñito, quería escapar lo más rápido posible.

—Listo, abuela— exclamó, posiblemente más alto de lo que le gustaría —.Debería de regresar a la fiesta, Camilo y Antonio me deben de estar esperand...

—¿Paso algo con tu don?— preguntó directamente Alma, viendo como las suturas desaparecían de su vista, dejando el vestido como nuevo.

—Eh, no abuela, pude reparar todas las casas y tu vestido...

—Entonces que paso con ese regalo para Antonio— levanto su mirada severa, Mirabel sentía que volvía a tener cinco años, cuando hacía una de sus travesuras.

—Solo quería hacerle un peluche y que se viera... ¿diferente?— respondió dudosa, empezando a jugar con sus dedos para no mirar a su abuela, no podía con su rostro de decepción.

—Espero que sea la última vez que veo ese... trabajo— exclamó con dureza, remarcando la palabra "trabajo" con desagrado.

—Si, abuela— musito cada vez jugueteando más con sus dedos.

—El milagro te dio el don, para que puedas reparar y dejar las cosas como nuevas; usalo, la señora Francisca me informo que debes de ir mañana a primera hora para reparar los corrales para la guardería del pueblo.

—Mañana tengo que terminar el vestido de la señora Guzmán y bordar la camisa de Mariano

—Pues podrías terminarlo ahora, en vez de regresar a la fiesta, de todos modos ya estaba por terminar— sonrió y se acomodo el chal saliendo de la habitación de su nieta.

La fiesta estaba lejos de terminar, más bien estaba en su apogeo; pero si quería que mañana fuera más tranquilo tendría que terminar ese vestido, podría recoger después el traje de Mariano para bordar, aunque seria despues de reparar los corrales para los niños...

—Mirabel, querida— la señora Guzmán llamó a su puerta —.Mirabel, Dolores me dijo que estabas aquí, te traje la camisa de Mariano, la necesitare bordada y repara la otra ocasión.

Mirabel suspiro, bueno al menos una tarea menos, abrió la puerta y tal como informó la señora Guzmán tenía una bolsa, donde se veía la camisa blanca de su hijo.

La Pequeña Costurera | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora