Capítulo 30: Miedo a Perderte

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Sólo publico en Fanfiction y Wattpad, si encuentran mis historias en otros lugares y con otros personajes que no sean de Inuyasha entonces es PLAGIO.

Capítulo 30: "Miedo a Perderte"

Caminó con pasos temblorosos, el rostro contraído y la mirada dorada destellando fuego por entre los callejones sucios y abandonados, hasta detenerse súbitamente frente a una limosina negra de vidrios polarizados estacionada en un desolado callejón. Sintió el corazón latir aprisa, allí estaba, lo sabía, sabía que lo observaba, apretó los puños de ambas manos conteniendo la ira pero sabía que debía contenerse o de lo contrario... Unos segundos más tarde una de las puertas traseras se abrió, un tacón femenino se afirmó en el asfalto y luego el otro, para dejar ver, cuando cerró la puerta con suavidad, a la mujer que buscaba. Ella sonrió apenas entre sus delineados labios rojos. Sus ojos oscuros, inexpresivos como siempre, pero esta vez con un extraño fulgor que al abogado le pareció maquiavélico cuando lo miró directamente. Él respiró hondamente intentando disfrazar la rabia e ira, no podía perder la compostura ahora, si era cierto que tenía la cura para Kagome, no podía arriesgarse a que ella se disgustara y se fuera.

- Vaya, vaya... pero luces tan... desastrado, mi querido Inuyasha- Dijo la mujer cuando lo tuvo frente de si. Era cierto. El esmoquin estaba a estas alturas completamente arrugado, la camisa con los tres primeros botones desabotonados, sus negros cabellos desarreglados y bajo sus dorados ojos se notaba una leve mancha grisácea, producto del insomnio y la agitación en que se encontraba. La miró apenas haciendo una pequeña mueca, pero evitó su mirada directa de hielo que escudriñaba la suya, como queriendo también descubrir su propia alma.

- Ya sabes porqué es.- Murmuró secamente, otra vez retomando una bocanada de aire para apaciguar su espíritu que sólo le reclama el deseo de tomarla por el cuello y apretarlo tan fuerte hasta dejarla sin aire. Kikyo ladeó la cabeza casi de manera burlona, llevándose ambas manos pálidas y algo huesudas al pecho, como si le tuviera algo de pena.

- Lamento mucho lo que esta pasando...

El abogado finalmente le dio una mirada de odio infinito, ella que esbozaba una sonrisa recobró la compostura nuevamente, no había sido muy bien recibido la broma, olvidaba que él, de vez en cuando, la atemorizaba.

- Eres una pe... - Calló enseguida cuando Kikyo lo miró dolida, reconociendo el insulto y abrió la puerta de la limosina, dispuesta a marcharse. Inuyasha se acercó bruscamente a ella y le tomó con fuerza la muñeca. La mujer dejó de respirar, asustada e inevitablemente excitada, lo miró directamente a los ojos, Inuyasha respiraba agitadamente.- no te vayas... - Suplicó el joven.

Kikyo se detuvo, luego de unos instantes se soltó de su agarre y subió a la limosina. Inuyasha tembló de miedo, pero la mujer, aún con la puerta abierta, le sonrió.

- Entra... debemos hablar...

El joven miró de reojo al chofer, que les daba una mirada de vez en cuando a los dos a través del espejo. Kikyo, a su lado, estaba muy callada y él... ¿Qué demonios estaba haciendo? Debería haber estado al lado de Kagome ahora, tal vez las palabras de esta mujer sólo eran mentiras, como todo lo de ella. 10 minutos más tarde se dio cuenta que salían de la ciudad de Tokio al ver que la limosina tomaba la autopista. Tomó fuerzas y ladeó el rostro para mirar a Kikyo y hablarle.

- Deja de hacer rodeos, dijiste que hablaríamos, no tengo tiempo...

Ella arqueó una ceja y lo miró sin expresión. Cómo detestaba que estuviera tan preocupado por la otra, por la niñita esa. Suspiró cansada y comenzó a juguetear con su cabello.

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