Capítulo 15: Después de la Tormenta

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Sólo publico en Fanfiction y Wattpad, si encuentran mis historias en otros lugares y con otros personajes que no sean de Inuyasha entonces es PLAGIO.

Capítulo 15: Después de la Tormenta

Ya hacía casi un mes de la separación definitiva y trató de rehacer su vida lo más normal que pudo. Los estudios universitarios fueron más tranquilos puesto que tomó muy pocas asignaturas para dedicar más tiempo a la administración del comité. El abocarse por completo en aquellas tareas y deberes la hacía a veces olvidarse por completo de lo sucedido. Pero por las noches, cuando sentía el frío en las sábanas de su cama recordaba con infinito dolor aquel gran amor perdido, aquel amor que tal vez siempre fue una farsa. Era obvia la actitud de Inuyasha. Un hombre como él nunca cambiaría... un hombre como él, sabiendo lo atractivo que era, seductor y millonario no desaprovecharía sus encantos para conquistar a todas las mujeres que pudiera. Ella sólo fue una más. Y razón tenía Kikyo aquella lejana vez. No importa lo especial que la hiciera sentir, es así con todas.

-    Sólo fui una más...

-    "Un hombre como tú debe aburrirse con  una mujer como yo.

-    ¡No es cierto! Te pedí muchas veces que te casaras conmigo... Aún no me das una buena excusa."

-    Una manera de hacerme creer... que me amabas... mentiroso- Murmuró entre las sábanas sintiendo que el frío se calaba en sus huesos. Las lagrimas caían en silencio por sus mejillas y el dolor en el corazón era tremendo... pero sobreviviría, lo haría... y le demostraría a Inuyasha... y a todos, que ella no se dejaría abatir por nada, ni por nadie.

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Inuyasha caminó presuroso con el maletín negro en su mano derecha, hasta llegar a una de las mesas donde una persona lo esperaba desde hacía más de 10  minutos.

-    La impuntualidad debe ser la enemiga de un futuro ministro.- Dijo el hombre, algo molesto dada la tardanza del joven y puesto que su tiempo era demasiado limitado. Inuyasha se sentó frente a él dejando el maletín a un lado y mirándolo con semblante frío.

-    Lo siento... no fue mi intención hacerlo esperar señor ministro.

El hombre lo miró apenas, luego hizo un gesto con la mano al camarero.

-    ¿Señor?

-    Un Irish coffe.

-    Yo sólo café.- Murmuró Inuyasha acomodándose en su asiento mientras la suave brisa soplaba en el lugar. La vista era maravillosa, y el mar frente a sus narices lo hizo recordar un momento, tanto tiempo ya...

-    Esto huele a libertad...

Bajó la vista sintiendo que el corazón se oprimía con tanta fuerza ante aquel nostálgico recuerdo, carraspeó exasperado intentado desviar la mirada del océano, y concentrarse más a su alrededor. Un barrio exclusivo de la elite, muchos restaurantes y cafés con mesas y sillas en el exterior, para aprovechar el paisaje marítimo y dar así un ambiente más relajado. No había muchas personas ese día en especial, aún era temprano y eso fue lo que buscaba el primer ministro en si. El camarero regresó con sus pedidos dejando su taza de café cargado, como le gustaba, frente a él.

-    Bueno joven Inuyasha...  usted sabe que el cambio de gabinete se acerca... se hará dentro de un mes- Dijo mientras le daba un pequeño sorbo a su café irlandés. Lo miró levantando ambas cejas porque el joven lo miró sin expresión- ¿no esta ansioso?

-    Claro que sí, Señor Ministro.

El hombre sonrió un poco. Ya estaba enterado del rompimiento del noviazgo así que comprendía, en parte, su falta de entusiasmo. Pero también estaba enterado de otras cosas más... otras que... debía poner en claro... y para eso estaba ahí ahora.

-    Comprenderá que su conducta más que nunca debe ser intachable, el más mínimo escándalo no sólo lo perjudicará a usted, sino que directamente a mi, todos saben ya que usted es mi protegido.

-    Sí señor Ministro.

El hombre bebió otro sorbo de café para poner en claro sus ideas.

-    El país completo esta observándolo... es muy importante que sepa usted con quien establece una relación, de cualquier índole. Sabe que no puede dañar su reputación porque...

Inuyasha sabía de sobra aquellas cosas, cómo no conocerlas, era más que obvio y las venía escuchando de Miroku desde hace bastante tiempo ya. Miró algo aburrido a su alrededor, el sol del atardecer le daba casi de frente en los ojos, en estos momentos no servía de nada aquella sombrilla de paja que se cernía sobre sus cabezas. Suspiró tristemente, no podía evitarlo, la pena y el dolor estaba plasmado en su rostro. Sus ojos se abrieron inmensamente cuando no muy lejos de allí, llegaba de forma apresurada una joven vestida de ejecutiva, falda y chaqueta oscura, la blusa azul apenas se veía bajo ella, medio abierta, subió la vista, sus ojos miraron la perla de shikon en su garganta, más arriba el rostro pálido y demasiado bello, enmarcado por los negros cabellos que esta vez llevaba sujeto en una sola coleta alta, miraba confundida el lugar seguramente buscando a alguien, su pecho subía y bajaba tal vez de cansancio, las mejillas levemente sonrosadas e incluso llevaba los lentes para leer aún puesto. Kagome posó por casualidad sus ojos sobre los de él y lo miró asombrada también... tanto tiempo sin verse, en segundos desvió la mirada y escuchó que alguien la llamaba. Sobre sus tacones altos y un maletín en una mano, caminó presurosa casi hasta el otro extremo donde otra chica la esperaba. Inuyasha sintió el corazón latir como loco.

Allí estaba, hablando con la otra muchacha, que le entregaba un cuaderno de notas, seguramente era compañera de la Universidad y le hacía el favor con los apuntes. Intentó agudizar sus oídos, extrañaba tanto su voz, apenas era audible, pero la escuchó agradecer, que había estado muy ocupada esta semana, que pronto iría a la universidad nuevamente para rendir los exámenes atrasados. El camarero fue hasta ellas y Kagome rechazó el pedido, levantándose rápidamente, excusándose porque tenía "otras cosas" que atender.

-    ... y la reputación como usted sabe...

Seguía el ministro hablando. Kagome se sacó los lentes y los guardó en su bolsillo, dejando el lugar con una estela de nostalgia en el corazón del abogado, que sintió un nudo en la garganta. Se levantó no supo por qué, quería seguirla, hablarle, verla, lo que sea, ahora, la quería ahora...

-    ¿Algún problema?- Preguntó el ministro dándole una mirada severa, desaprobaba el que alguien lo interrumpiera cuando hablaba.

La mirada dorada de Inuyasha siguió a la chica hasta el estacionamiento donde ella subió en un auto moderno color plateado, en el propio asiento del conductor, una vez al volante sus ojos castaños se dirigieron hacia el lugar donde había vista a Inuyasha, que la miraba de pie, impávido, con la mandíbula apretada. Ella desvió rápidamente la vista reprochándose por ser tan débil y dejarse tentar al mirarlo. Giró la llave del auto y éste se encendió, en segundos abandonaba completamente el lugar.

-    Señor Inuyasha... ¿esta consciente de todo lo que le he dicho?

La voz alarmantemente fuerte del hombre que estaba enfrente lo hizo despertar de su nostalgia, lo miró algo turbado y se volvió a sentar, cerrando los ojos y apretando los puños.

La amaba, demasiado, esto no podía quedar así, no podía... la recuperaría, aunque fuera lo último que hiciera, haría que lo amase de nuevo...

Continuará...

Miedo a PerderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora