capítulo 11

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el muchacho se despertó unas horas después, su vista se aclaraba de a poco y sentía bastante dolor en todo su cuerpo, varios de sus músculos se desgarraron por el tremendo esfuerzo, cansado se sentó en el techo mientras su cuerpo absorvia el calor del sol, curándose más rápido que lo que tardaba bajo techo

 aplicando magia de curación en su cuerpo adormeció el dolor y aceleró la curación, bajando de un salto dónde Herbury lo saludo

-Tardaste cuatro horas esta vez, esa señora te echo como 50 maldiciones - aviso mientras se enojaba ante la impotencia de no llegar a protegerlo de las puñaladas de la mujer  por lo lento que fue -

-Que diga lo que quiera, está pecando según el cristianismo - respondió mientras se reía divertido- le cobraré el doble por haberme apuñalado, y al menos esos orcos era de una misión de 3 estrellas más

-Está bien - termino su compañero y entrenador, mientras caminaban eran observados y maldecidos por la señora-

-hacia un poco de frío alrededor de la carreta debido a que el albino se estaba curando, su cuerpo usaba la energía del calor para recuperarse por completo mientras veía al cielo, el aburrimiento acompañaba su caminata como una esposa en sus manos, tranquilo rodeo la carreta hacia el lado derecho, era observado por la señora quien tenía un paño en la frente con crema en el para aliviar el dolor en su tobillo, sonriendo el muchacho-

-las horas pasaron y llegaron a la ciudad en unas cuatro horas más, las construcciones de ese lugar eran realmente inimaginables, debido a los recursos que tenían y vendían eran vistos como el país mejor económicamente, no se regateaba para nada con el tamaño y la arquitectura de las casas, usualmente los ricos se mudaban aquí para ser aún más ricos con lo que se ahorraban en recursos-

al llegar a la enorme mansión de la rechoncha señora el carruaje paró su avance, las dos mujeres se bajaron del vehículo, un hombre salió de alli rapidamente, era calvo en la parte superior de su cabeza y contaba con un tupido bigote, su pelo era de color amarillo, y sus ojos eran verdes, revisando que lo que más lo preocupaba estuviera bien, ya que habían llegado un par de horas tarde, logró ver una torcedura en el tobillo de su esposa, cuando lo roso con su dedo casi recibio una cachetada, no la había recibido ya que estaba agachado, ni bien la mano pasó de largo recibió una maldición de la mujer, el albino detrás de ella caminaba con cinco puñaladas encima, músculos desgarrados y un par de huesos dislocados que fueron acomodados pero aun dolían

¿que pasó en aquel viaje?, le falta un caballo a la carreta y el muchacho está con un gran vendaje en el pecho además de que su compañero está bastante quebrantado ¿con que se cruzaron? - pregunto preocupado por que casi murieran los acompañantes y su esposa e hija quedan totalmente desprotegidas-

-orcos, completamente adultos, los pudimos combatir gracias a una habilidad que tengo, cuando estoy a punto de morir, mis instintos de supervivencia se apoderan de forma completa de mi, dejándome llevar por mis ansias de matar de forma desenfrenada los logre neutralizar lo suficiente, aunque me pasó factura, como estarás viendo - dijo el muchacho de rasgos albinos mientras mostraba sus heridas -

-me sorprende que puedas caminar con todo eso encima, es impresionante - decía mientras inspeccionaba al muchacho- delen atención médica, gracias por protegerlas

-¡¡el no nos protegió, solo nos quería llevar al abismo de satanás!! - gritó eufórica la religiosa señora mientras recitaba un credo en voz baja-

-hagamos algo, según usted soy un gran anticristo solo por mi pelo y mis ojos, hagamos una liberacion de espiritu, si me daña seré el hijo del diablo, y si no me pasa nada, solo seré un simple aventurero con rasgos curiosos - explicó el muchacho harto, harto de que a quien estaba protegiendo lo acusaba de algo que no era ni deseaba ser, siendo comprendidos por padre e hija quien mandaron a organizar todo, pasados unos 30 minutos el muchacho se encuentra arrodillado en una iglesia, un padre recitaba varios credos mientras leía un libro, con una mano posada en la frente del muchacho, quitando su mano un momento pasó su dedo índice y anular por una vasija que contenía agua bendita, para poner su mano de vuelta haciendo una cruz, la señora se sorprendió bastante, ni si quiera le afectaba nada, aunque aun quedaba el rezo de el credo en voz alta  -

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora