Capitulo 8

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Un vampiro como él solo desea lo que siempre quiere y cuando ya no lo quiere, lo deja.

Jeongguk tan solo era un niño pequeño cuando conoció a su mejor amigo. Ambos se conocieron en los grandes jardines del gran palacio Jeon.

Aquel niño pequeño de cabello azabache solo jugaba a hablar con su pequeño conejo blanco mientras fingía servirle té con una tetera violeta. Luego le cantaba canciones muy melódicas a su mascota mientras pasaban el tiempo disfrutando del té.

Sus pequeños colmillos de vampiro siempre se enseñaban cada vez que sonreía tiernamente.

El conejo blanco comía la zanahoria que Jeongguk había cortado y puesto en un platito pequeño para el animal.

El pequeño vampiro río tierno cuando el conejito comía tan a gusto por lo que le había dado.

Unos sonidos extraño llegaron hasta los oídos del vampiro, se giró en busca del causante de esos ruidos pero no había nadie. Intentó regresar su mirada hacia su tetera con muchas tazas pequeñas del té pero el sonido volvió. Se volteo nuevamente y sus ojos se encontraron con otros par de ojos.

-¿Quien eres? -Su tono fue tímido y nervioso por el pequeño niño rubio que lo observaba sorprendido de verlo cuando su padre le decía que no existía ningún niño en el palacio Jeon.

-Mi nombre es Yeong. No temas, solo pensé que no existían niños por aquí. -Aquel niño de cabello dorado solo se acercó hacia Jeongguk con cautela. Solo quería un amigo en todo el lugar solitario en el que vivía. - ¿Como es tu nombre?

El niño humano se sentó a su lado mientras Jeongguk lo observaba con algo de desconfianza. No sabía si correr a los brazos de su madre o intentar entablar un conversación con aquel niño.

No se inclinó por ninguna opción, solo sintió que sus ojos soltaban lágrimas que rodeaban sus mejillas hasta caer al suelo. Estaba asustado de ver otro niño.

-Oh no debes llorar. Perdón, no quería hacerte daño. Solo quería un amigo.

-Me asustas...

-Esta bien. No te haré daño. Mírame soy un niño como tú. Tengo un pequeño regalo para ti. -El pequeño niño humano sacó de su bolsillo de su ropa superior, una taza pequeña de té. Una de las de Jeongguk.

-Esa es...

-Se que la has perdido en algún lugar y quería dártela. Quizás ahora tú conejo quiera tomar el té en ella.

El pequeño azabache tomó con temor la taza de té y luego la sostuvo en su mano como suya. Sonrío por la idea de darle té imaginario a su conejito.

-Mi madre dice que si alguien devuelve algo que no es suyo, debe ser recompensado. ¿Que desea a cambio?

-Creo que puedo aceptar un té de tu parte.

Jeongguk sonrío contento mientras servía imaginariamente una taza de té y se la extendía a su nuevo invitado.

Ambos rieron todo el tiempo mientras jugaban con el pequeño conejito y reían imitando al conejo con sus orejas.

Los años pasaban y los niños pequeños ya no eran aquellos niños. La adolescencia los había rodeado. Ambos pasaban todas las noches viendo las estrellas mientras leían libros sobre lo que le interesaban. Pero luego fueron jóvenes adultos que aún continuaban viendo aquellas estrellas hasta que una noche fue diferente.

Yeong solía contarle que pronto tendría que ser un cazador. Un cazador de infernales y tenía que estar preparado para las habilidades que debía despertar con la práctica día y noche que su padre le daría.

𝐑𝐎𝐂𝐊𝐒𝐓𝐀𝐑 愛 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora