Fui bendecida al encontrar este trabajo tan pronto, cerca de casa y con una jefa genial. Virginia Dorffmann estaba desesperada buscando un veterinario cuando di con su anuncio. Vanina, mi amiga, había pasado por la heladería vecina cuando vio el anuncio y creyó que era una señal del destino.
Últimamente, no creo en el destino. O, mejor dicho, no creo en nada.
Cuando me presenté a la entrevista fui sincera y le dije a la dueña que me faltaba rendir una última materia y que, obviamente, tardaría en obtener el título habilitante. Aduló mi honestidad y me confirmó que tenía dos entrevistas más por hacer.
El mismo día en que di mi examen final, llamó por la mañana no solo para desearme suerte sino para ponerme una positiva presión extra: si aprobaba, el trabajo era mío.
Emocionada, le conté a mi padre y se puso más que contento.
La noche anterior él confirmó que no me acompañaría a la facultad y lo entendí; no estaba físicamente en condiciones de hacerlo, porque aunque quisiera y el frío nocturno no era un buen aliado.
Su deficiencia renal lo ha resumido a huesos. No me arrepiento de haber tomado la decisión de estar aquí y disfrutar a su lado lo que le queda de vida.
Virginia es una mujer adorable y tiene dos hijos que son unos terremotos: Ian e Isabella. Ah, y un marido que es un bombonazo.
Sumida en mis pensamientos, imagino qué hubiera pasado si Romina no hubiera aparecido en el departamento de Leandro, si no lo hubieran drogado tal como él dijo, y si en algún momento nuestra relación saldría de las sombras.
Pienso miles de finales distintos y todos me conducen a un mismo punto: no estábamos destinados a estar juntos y admitirlo me atormenta.
―Mmm...¿en dónde estará esa cabecita? ―Mi jefa pregunta quitándose los guantes tras castrar a una gatita siamés. Presenciar las prácticas es enriquecedor y ella es una profesional muy didáctica ―. Dejáme adivinar, ¿mal de amores? ―Da en el clavo y sonrió sin decirle una palabra ―. Perdón, no quería entrometerme...―Tapa su boca, incómoda y de inmediato le doy un asentimiento explícito.
―...es complicado...
―Siempre es complicado ―dice y me recuerda a una de las mil conversaciones telefónicas que tuve con Leandro, cuando esa era la única palabra que parecía representar lo nuestro ―. Todos, en algún momento, la tenemos complicada. Te lo digo por experiencia. ―Salimos del quirófano y es hora de quitarnos las batas desechables.
No solo es mamá de unos pequeños hermosos, sino que su esposo parece haber salido de una pasarela parisina. La miro con intriga por saber qué tipo de problemas puede tener una mujer aparentemente perfecta como ella con una familia salida de la revista Caras.
Hace dos meses que estoy aquí y siempre se ha mostrado protectora y receptiva. Quizás sea bueno tener otra perspectiva de las cosas y conversarlo con alguien que no sea de mi círculo más íntimo.
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"En lo profundo de mi corazón" - Completa
Chick-Lit¿Creés en el amor a primera vista? Marisol pensó que no era posible hasta que lo vio. A él. Al que sería uno de sus jefes. La atracción fue inmediata; Leandro era un jugador, un tipo cerca de los cuarenta con mucha experiencia en lo que a mujeres r...