Regresamos de nuestras vacaciones super emocionados. Nos habíamos alojado en un resort super exclusivo y tuvimos sexo todos los días.
Como todos los días en cualquier lugar y en cualquier momento.
Había dejado las pastillas anticonceptivas una semana antes de navidad sin que Leandro supiera y comenzamos a buscar un bebé de inmediato, sin importarnos el caos, convencidos de que a veces había que romper los esquemas y dejar que las cosas fluyeran.
No les sorprendió a los nuestros que hubiéramos decidido casarnos, metafóricamente hablando, en un festejo privado en la otra punta del mapa.
Antes de volar, conseguí una túnica blanca preciosa que funcionó como vestido de novia. Él utilizó una camisa blanca y pantalones color caqui.
Escribimos nuestros votos y nos los dijimos con el sol y el mar como testigos. Jurándonos la eternidad, nos casamos con la naturaleza como juez de paz.
A pesar de haber sido un plan de último momento, yo sé que Leandro había estado pensando en el matrimonio, caso contrario, ¿cómo conseguiría dos alianzas de oro blanco en plena navidad?
Bueno, él lo hizo posible, no sé cómo ni cuándo.
Como un gran Papá Noel, siempre me concede los deseos.
Llega el mes de mayo y con eso, su cumpleaños número cuarenta y tres.
Ciro se ha quedado a dormir en el departamento; estamos con los preparativos para hacer la mudanza el mes que viene y de momento, todo esto es un gran quilombo.
Bueno, desde ahora lo será un poquito más.
Cuando escuchamos que la puerta del departamento se abre, le digo a Ciro que haga silencio.
―Maru, Ciro...¡ya estoy en casa! ―Leandro anuncia al entrar.
―¡Sorpresa! ―Coreográficamente, salimos de atrás de la barra de la cocina, saltando y festejando con bonetes coloridos. Hemos decorado todo con globos rojos y negros, los colores de Newell's y colgamos un cartel que decoramos con Ciro que dice "Feliz cumple".
El pequeño sale corriendo y Leandro lo levanta en el aire, lo sacude y le hace cosquillas. Ciro se mata de risa y comienza a hipar.
Leandro lo sube a sus hombros y parece un gigante de dos cabezas. Se acerca y me da un beso a la frente, inclinándose apenas sobre mí.
―Feliz cumpleaños, bebé. ―Le digo y mientras descuelga a su pequeño de las alturas, pongo a calentar la comida.
No hemos organizado una fiesta con invitados ya que la casa es un desorden total y él prefería pasarla a solas con nosotros. Ya anunciamos que cuando la casa de Martínez esté lista, haremos un festejo a lo grande.
―Fue un día agotador. ―Resume y se quita el saco. Lo agarro y lo apoyo en el sofá. Hace lo propio con la corbata y lo miro maliciosamente. Es la que más me gusta: a rayas azules y celestes ―...bueno...no tan agotador...―Eleva las cejas cuando descubre que tengo planes con esa corbata y me río.
Ciro aparece corriendo con la bolsa que contiene el primero de los regalos que preparamos.
―Papi, tomá. Para vos ―dice y le entrega la bolsa. Leandro se descalza y se sienta en el sillón; Ciro y yo nos acomodamos a ambos lados de su enorme cuerpo.
Abre la tarjeta que posee brillitos, unos trazos desordenados con fibra y pegatinas de los Avengers.
Leandro lee en voz alta:
― "Feliz cumple, te amamos. Ciro, Maru y..."...¿Y quién? ―le pregunta a su hijo, esperando que haya sido un error o tenga pensado agregar al saludo a uno de sus superhéroes favoritos en lugar de los tres puntos suspensivos.
―Fijáte en la bolsa, papi. ―Indica con su vocecita dulce y Leandro le obedece.
Mete la mano y saca una cajita blanca con un moño de raso rojo.
―Mmm, ¿qué será esto? ―Él lo agita y no hace ruido.
―Tenés que sacar el lazo primero. ―Ciro bufa ansioso, mostrándole lo obvio.
―Bueno, che, no me retes. ―Leandro deshace el moño y quita la tapa.
Por unos segundos se queda mirando el manojito de lana blanca, sin entender. Es impactante ver sus grandes manos sacando los escarpines que he tejido en mis ratos libres.
Me mira, sus ojos se ponen vidriosos y mis mejillas se sonrojan.
―Papi, yo le dije que a Maru que son muy chiquitos para vos. ―Ciro frunce su naricita tiernamente.
―No son para mí, mi amor. S-son para tu futuro hermanito o hermanita, ¿no es cierto Maru? ―Cuando lo dice con su voz temblorosa, mis cuerdas vocales se enredan y solo puedo asentir con la cabeza.
―Ah, sí, el hermanito que le pedí a Maru. ―Hace varias semanas que Ciro viene insistiendo con el tema. No parece afectarlo en absoluto que ya no será el más consentido de la casa ―. ¿Puedo elegir si es nena o varón?
―No, mi vida ―le digo revolviendo su melena rubia ―, hay que esperar unas semanas más. ―Le sonrió y le pellizco el cachete. Inquieto, baja del sofá y va en busca de sus muñecos favoritos, dejándonos a Leandro y a mí estudiándonos como bobos.
―Bebé...no puedo...¡no puedo creerlo! ―Es momento de un abrazo de felicidad extrema.
―Tendrás que creerlo porque no hemos dejado de practicar para que suceda. ―Me burlo, pero sé que es algo mucho más profundo y complejo lo que quiso decir ―. Hace unos días detecté el atraso y de inmediato me hice una prueba. Vos estabas en Chile a punto de traerte a Ciro y no quería que lidiaras con la ansiedad a la distancia así aproveché y fui al doctora cuando vi el positivo.
―Es la noticia más hermosa que pudiste haberme dado, bebé. ¡Estamos embarazados!
―Sí, de ocho semanas. Mañana tenemos cita para la eco.
―...esto es...no tengo palabras.
―He dejado mudo a Leandro Polsky, ¿quién lo hubiera dicho? ―De inmediato se acuesta con su cabeza en mi regazo, mirando hacia mi vientre deshinchado.
―Nunca voy a dejar de decirte que te amo.
―Y yo nunca te lo permitiría.
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"En lo profundo de mi corazón" - Completa
Chick-Lit¿Creés en el amor a primera vista? Marisol pensó que no era posible hasta que lo vio. A él. Al que sería uno de sus jefes. La atracción fue inmediata; Leandro era un jugador, un tipo cerca de los cuarenta con mucha experiencia en lo que a mujeres r...