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Rechazando todos y cada uno de los descarados jugueteos de Romina, me pongo firme

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Rechazando todos y cada uno de los descarados jugueteos de Romina, me pongo firme. Solo hablaríamos de su contrato y ella se lo llevaría en un lindo sobre de papel madera para que analizara con su almohada.

Una almohada que no sería la de mi cama, como las últimas veces que estuvo de regreso en Buenos Aires.

Lo que más me importaba en el mundo era saber qué pensaba Marisol de este espectáculo gratuito que acabábamos de brindar; si pudiera atravesar la puerta con una mirada láser, cual Superman, lo haría sin dudar

Lo cierto es que la visita de Romina fue sorpresiva y como siempre, es demasiado...demasiado...

Romina habla de ella, lo cual es de esperar.

Sentada sobre la madera de mi escritorio, ha corrido mi notebook de lado cagándose en mi trabajo y sus piernas cuelgan cruzadas a un metro de las mías. Estoy sentado frente a ella y por primera vez, ni siquiera siento ganas de tumbarla y cogérmela.

Es una belleza, una mujer hermosa de esas que te vuelva los sesos, pero ya no me provoca nada. Mi entrepierna bosteza y eso significa que la "Era Romina Vidal" ha llegado a su fin.

¿Y cuál comienza entonces?

Maru tocándome el pecho ha sido devastador para mi sistema nervioso. Su frente pegada contra la mía, su desilusión cuando Valentín tocó mi puerta, su aliento saliendo a sorbitos, su respiración irregular...

Me desea y solo Dios sabe cuánto la deseo yo.

―¿No me estás escuchando? ―Romina protesta inclinando su torso. Puedo ver la línea media de sus pequeños pechos y el tatuaje entre ellos, saludándome.

―Sinceramente, tuve un día de locos. ―Sentencio. Abro el cajón de mi escritorio y coloco el sobre con su contrato junto a su culo ―. Leélo, y si todo es afín a tus requerimientos, firmálo y me lo mandás por un cadete cuando creas conveniente.

―Por eso me gustás: sos efectivo, implacable, rápido...bueno, no para todo sos rápido...―Guiña su ojo y se sienta en mi regazo sin invitación.

Me levanto de inmediato y trastabilla. No quiero complicar las cosas entre nosotros.

Ella se asombra por mi brusquedad, pero debo dejarle en claro que ya no estamos en la misma sintonía.

―Romina, ya fue...

―¿Qué cosa? ―Se hace la desentendida.

―Lo que existía entre nosotros, ya no me interesa ―Le repito y como nena caprichosa hace puchero, patalea y cruza sus brazos sobre su pecho.

―¿No te interesa estar más conmigo?¿Sos consciente de lo que estás diciendo?

―Obvio, ¿desde cuándo digo cosas de las que no estoy seguro?

―¿Estamos cortando? ―Su boca descolgada no se cierra.

―Romina, con una mano en el corazón, tenés que reconocer que nunca tuvimos nada serio.

"En lo profundo de mi corazón" - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora