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Lissa casi nunca compartía o veía a personitas de su edad. Ted Lupin no iba con recurrencia a visitarla, porque sus padres estaban ocupados y al niño le gustaba mucho estar con su abuela Andrómeda. Su prima Victorie vivía en Francia y era algo más pequeña que ella, incluso si tanto como con Ted y Victorie se llevarán solo un año de diferencia con Lissa.
De todos modos, cuando salía de casa siempre lo hacía para ir al trabajo de Harry o en ocasiones al trabajo de Draco, pero allí no había más niños, solo gente adulta que hablaba como las personas adultas lo hacían. Era por eso, que la pequeña niña tenía gestos bastante inusuales en menores, podía escuchar una conversación atentamente incluso si no entendía la mitad de esta, podía comprender cuando algo estaba mal sin siquiera haberlo preguntado.

Hasta actuaba por su cuenta en muchos ámbitos, desordenaba sus juguetes pero con la misma euforia podía ordenarlos. Una pequeña amante del orden sin realmente serlo, algunos se sorprendían con la niña y otros simplemente habían llegado a referirse a ella como: un alma vieja. Con la sabiduría intacta de alguien que parece estar comprendiendo el mundo desde una etapa muy joven.

Es así, que en el aeropuerto miró con ojos curiosos a muchos otros niños y niñas de su edad, algunos más grandes. Caminando con grandes mochilas o sosteniendo suaves peluches de animales. Lissa tiene el impulso infantil de correr hacia ellos y preguntarles si quieren jugar, pero la mano de Harry sostiene la suya, para no perderla de su vista.

Hay una cosa rara, piensa Lissa cuando algunas personas giran en dirección de  sus padres, ella no puede saberlo, pero otra de las razones por las que casi nunca ve a niños de su edad en su círculo más cercano, es porque sus padres son jóvenes y todos los conocidos de ellos, en definitiva, aún no tienen hijos propios.
Es aquel asombro lo que hace que el resto mire, dos jóvenes con una hija tan pequeña. Con frecuencia creen una sola cosa, que no saben cómo criar de un menor. Pero ellos tampoco saben, que Lissa tiene a los mejores padres que el mundo pueda querer —claro, sin quitarle créditos a los papás de Ted y Victorie—.

—Hay nieve. —dijo Harry de repente, llamando la atención de Lissa al instante.

Al salir del aeropuerto el frío del viento choca directamente con la nariz de la niña, poniéndola rosada al instante. Tiene puesto dos gorros, un gorro de lana tejido por su querida abuela Molly, y encima de ese tiene el gorro de su linda chaqueta. Tiene una bufanda que le cubre la boca, y unos cálidos guantes hechos por su tío Ron, que al parecer de alguna u otra forma, también adora tejer.

—Papá, ¿Puedo comer nieve? —preguntó de pronto, mirando con sus ojos verdes la nieve sobre un montón de automóviles estacionados.

—Por supuesto que no. —repara Draco, algo asustado por la idea de qué su hija quiera comer de la nieve que cae al piso. No, no, como medimago necesita cuidarla de todo incluso de lo que no es mágico. — Pero creo que hay nieve en cubo que si está limpia. —añadió, sosteniendo en sus manos una maleta.

Sí, maleta. Al parecer arrastrar un baúl sería demasiado exótico para el resto de personas.

—El hielo no se come, Draco. —señala Harry. — Pero hay helados, aquí también venden helados, cariño. Solo que no creo que sea buena idea que tomes uno, cuando tu nariz está tan roja como ahora.

Lissa soltó una risita, porque Harry le ha pellizcado la nariz con sus dedos, de manera suave.
Antes de poder decir algo más, vuelven a tomar un taxi, es color amarillo y parece que Harry tiene planeado un hospedaje en uno de los hoteles que están cerca de al menos todo. Draco se permite asombrarse solo un instante por cada cosa que ve, durante estos años jamás había querido apreciar el mundo no mágico que le rodeaba. Y con ello, se pregunta cuántas de estás personas sabrán que la magia es real, y que magos y brujas caminan entre ellos con mucha naturalidad.

Potty. —balbucea Lissa, atrayendo la atención de Harry. — ¿Por qué crees que Kevin no quería estar con sus papás? Yo pienso que, ellos no le dieron muchos besos de buenas noches, ni visitas de la garra. —comentó, la mujer que conducía el taxi miró un instante por el espejo retrovisor. — Quizás, nosotros podríamos cuidarlo. ¿Verdad? ¿Verdad, qué sí? —insistió volviendo su vista hacia Draco.

Draco no entendía mucho a lo que su hija se refería, pero parecía bastante deprimente como ella mencionaba cada cosa. Lissa a veces, solía mirar la televisión y su pequeña mente infantil llena de inocencia, se concentraba en cosas que el resto de personas, más grande, ni siquiera notaría.
O tal vez, existía algo que nadie podría entender, tal vez había una especie de vínculo entre Harry y Lissa, uno que la hacía empatizar con sentimientos específicos. Con el sentimiento de soledad en la niñez.

—Sí, podemos cuidarlo. —confirmó mirando a Lissa y a su esposo.









Al llegar al hotel, Lissa se suelta del agarre corriendo por el enorme pasillo. El hotel es administrado por magos, de hecho la mayoría de trabajadores y clientes lo son, pero bueno, Draco no necesita saber eso. Incluso si no nota las miradas brillantes hacia Harry, porque se trata de Harry Potter, sin embargo, no solo es eso ¡La familia Malfoy-Potter! El rubio está más concentrado en fijarse que su hija este bien, porque si se cae y se raspa una rodilla probablemente llore, y se llora Draco quizás llore también.
Que sí, que entre el matrimonio él era demasiado emocional.

Una vez cuando Lissa tenía dos años recién cumplidos, Draco comenzó a soltar incoherencias acerca de «lo rápido que crecían», negándose a creer que la bebé que daba pataditas en el vientre de su pareja, estuviera ahora con ellos. Aunque claro, si alguien va por ahí exponiendo cosas del joven Malfoy, es probable que no pueda contarlas dos veces, ya que es bien sabido que tiene un temperamento a la altura de una persona que se pasó por los hue...Es decir, por nulo miedo las intenciones de Voldemort antes de terminar la guerra.

—Ahora no pienso levantarme de la cama, ningún día. —afirmó Draco mientras subían a un ascensor.

Harry sonrió perversamente.

—Oh, no tenía intenciones de que lo hicieras.

Lissa al medio de ellos, frunció las cejas.

—Pues abuela, Molly dice que esta mal dormir tanto.

Ajá. Harry se sonroja suavemente, no sabiendo exactamente ahora cómo él y Draco tendrán intimidad sin que su hija piense que son unos terribles pervertidos cuando ella crezca, o sea, sí son pervertidos, pero Lissa no tiene porque saberlo nunca.
Sin embargo, Harry no sospecha que Lissa va con toda la intención de 1: hacer amigos y 2: buscar a Kevin.
Y si se sumas 1 y 2, probablemente el número 3 no le guste a ninguno de los padres.

















Dibujo realizado a la rápida (y por ende ha quedado malito) de Lissa y su vestimenta de viajecito 😎✨✨

Dibujo realizado a la rápida (y por ende ha quedado malito) de Lissa y su vestimenta de viajecito 😎✨✨

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Me he puesto muy cursi mientras escribía, de todos modos espero que hayan disfrutado de la lectura 💕💕✨✨

Serpiente Al Cuidado. |2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora