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Ginny no tenía hijos. Estaba recién rondando los veinte años y viviendo una vida de entrenamientos y partidos. Quedar en la selección británica de Quidditch había sido uno de sus momentos favoritos en la vida, por eso mismo había menguado las visitas a su hogar y hacia sus seres queridos, ocupada en matener su carrera como jugadora.

Pero en todo ese tiempo no había momentos para pensar en ser madre. No era algo que le interesará en el ahora, y en el futuro se veía adoptando probablemente. Por todo eso, tuvo que leer la carta de Lissa más de seis veces, tratando de encontrar algún acertijo de por medio o una burla, hasta algún juego.
Nada de eso encontró, en cambio estaba escrita una dirección, al otro lado del mundo en Estados Unidos. Pensó en tantas posibilidades, sin embargo, no dudo un segundo en ir tras la dirección que indicaba dónde se encontraba su sobrina.

El orfanato de Holly era de todas formas el último sitio al que quiso llegar. Siguió la línea mágica de Lissa, confirmando que se encontraba ahí. Cuando las puertas grandes se abrieron ante un aleteo de su varita y el susurro de un hechizo sintió como su corazón se aceleraba.

—¿Lissa? —preguntó hacia el pasillo oscuro, que solo era iluminado por una luz que provenía de la única habitación con personas.

Los murmullos se callaron.

Y la puerta se abrió. Los ojos verdes de Lissa la miraron en medio de la noche, para luego sonreír.

—¡Tía Ginny!

—Por Merlín, Lissa. ¿Qué haces aquí? ¿Y tus padres?

—Dejame contarte algo tía, no te enojes.

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Harry estaba totalmente hiperventilando. Haciendose de la magia empezaron a rastrear a las niñas y el vinculo que existía por la edad con sus familiares. Luego de que cumpliera diez años, Lissa ya no estaría apegada al núcleo mágico de sus padres.
En medio de todo ese caos, una luz brillante aturdió a Harry, desde donde salió Ginny Weasley seguida de Lissa.

—¡Lissa! ¡¿dónde estabas?! —chilló acercandose.

Abrazó con fuerza el pequeño cuerpo, estaba tan abrumado y tembloroso. Tras escucharlo Draco también apareció, buscando que su hija se encontraba bien.

–Perdón por preocuparlos. Solo quería encontrar a Kevin. —explicó, Harry le miró aturdido. —Kevin estaba solo, nadie iría por él, porque al final nadie vuelve.

Solo ahí se dió cuenta que nunca se trató de la película. Ginny le dio una sonrisa diminuta, luciendo tan aturdida como él mismo, solo ahí mirándola notó que su mano sostenía la mano de un niño.

Para Kevin la vida nunca sería igual, la magia existe.

Luego de toda esa gran aventura Draco se preguntó si todas sus vacaciones familiares serían más o menos así. Cuando volvieron a Londres, visitaron a los señores Malfoy quienes estaban deseosos de ver a su nieta, tomaron el té con ella y ella les contó todas las aventuras que había vivido en sus vacaciones. Gracias a Lissa tanto Narcissa como Lucius habían aprendido a expresar sus emociones, valiosamente expresar cariño sin sentir el miedo de las etiquetas.
Draco Malfoy ha menudo se pregunta qué haría sin su familia. Sin su esposo ni su hija, y a veces agradece aquel "accidente" que los término juntado. Agradece su decisión de quedarse y de amar a Harry.

Ahora Ginny tiene alguien por quien siempre volver a casa. Kevin Weasley.

Y todo gracias a la niña que salta en la cama de sus padres, le gusta el chocolate y habla con los animales. La personificación de la magia.

Serpiente Al Cuidado. |2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora