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La cama se estaba moviendo y no era porque estuvieran haciendo alguna cosa en particular. Harry abrió los ojos, encontrado a su pequeña hija con una sonrisa de oreja a oreja mientras saltaba en la cama.
Las mañanas no eran lo mismo.

—Lissa, queremos dormir un poco más nena. ¿Por qué no te calmas? —preguntó con la voz algo apagada, por el sueño que no quería abandonar su cuerpo.

Su única respuesta fue una risita soltada con suavidad. Mientras seguía saltando. Harry miro como su esposo sacaba un pie de entre las cobijas. Con el paso del tiempo conviviendo juntos, Draco terminó haciendo gesto que eran propios de él, lo mismo le pasaba. Había manías que se le habían pegado. Suspiró, mirando a la niña y luego al rubio, parecía absurdo verlo dormir aún cuando el movimiento de la cama y sus recortes parecían estresar.

—¡Quiero ir a jugar! ¡Quiero ir a jugar! —gritó, sonriendo. Sus cabellitos rubios algo ondulados estaban dispersos por toda su cabeza. Totalmente enredados.

—¿No puedes esperar un poco? —preguntó, intentando convencer a su hija, de manera tranquila y calmada.

—¡Pero, nunca están los dos! Quiero jugar. —apenas pronunció las últimas palabras, paró sus saltitos. Mirando con ojos llorosos al hombre moreno.

Lissa era demasiado astuta para su corta edad. Y pequeño demonio demasiado inteligente, que sabía cuál era el punto sensible de quién le dio la vida. Harry suspiró con cansancio, no podía decirle que no a los ojitos verdes que le miraban.

—Antes de jugar hay que desayunar. —aclaró.

En eso la cama se movió un poco. Draco se sentó en ella con los ojos entrecerrados y el cabello revuelto por haber sido recién despertado. Miró con atención a su hija.

—Según sé. Que cuando los niños hacen alborotos de mañana. ¡La garra despierta y los ataca! —exclamó. Levantando su mano, simulando que era una especie de garra incontrolable ante su propio cuerpo. Lissa chilló un poco, comenzó a correr por toda la habitación.

A pesar de que Draco parecía estar lleno de energía, haciéndole cosquillas a la niña. Tenía el aspecto de alguien que en cualquier momento iba a caer dormido. En el fondo detestaba la idea de Hermione de no educar a Lissa con elfos domésticos. Pero habían dicho que sería terrible que la niña fuera criada por otros que en lugar de sus padres. No tendrían lazos muy firmes, habría falta de comunicación. Y para tener a un "Draco" ya estaba él.
No entendía muy bien a lo que se referían, pero según Ron y su sabio consejo de: Hágalo usted mismo.
No quedaba de otra que estar despertando a deshoras para hacer leche, acompañar al baño o jugar. Necesitaban tanto unas vacaciones.

Urgentemente.

—Vamos a preparar el desayuno. Tengo hambre y sin ustedes no funciono. —comentó Harry acomodando sus pantuflas de conejito en sus pies.

—Pero la garra aún está intranquila. ¡Quizás deba comerse a papá! —exclamó, sonriendo de lado mientras se acercaba al hombre mayor.

No basto mucho para que Harry se viera acorralado entre los brazos de su esposo y unos bracitos pequeños que apretaban con fuerza menuda sus piernas. Solto una risa imposible de evitar. Era una buena mañana, pero seguía teniendo hambre.
Al estar en la cocina, Lissa siempre acostumbraba a seguir los pasos de Harry y a mirar como Draco acomodaba la mesa o preparaba el acompañamiento de su leche matutina.
Desde su perspectiva ambos se veían tan grandes y fuertes. Se sentía segura, pero de igual forma feliz, porque tenía la idea de que ella también sería muy muy alta. Tanto así que podría tocar las nubes.

O así era lo que le habían dicho para que se terminará toda su comida.

—¡Necesito vacaciones! —gruño Draco buscando su ropa antes de darse una ducha. Harry miró con atención como el rubio entraba en el cuarto de baño. — Lissa, ¡Debes guardas tus patitos de úle cuando termines de bañarte!

—Pedon. Papi. —dijo Lissa, masticando con cuidado su cereal. Sus ojitos verdes miraron a Harry.

—Cuando estemos de vacaciones te prometo que podrás hacer burbujas todo el tiempo. —sonrió.

Suspiró. Después de todo era Harry Potter, podía estar seguro que sus vacaciones y las de su esposo pronto saldrían en el mismo tiempo.
Curiosamente Draco se demoró unos cuantos minutos más, causando una tos fingida en el hombre menor cuando lo vio salir del baño, sonrojado, excusándose de que había mucho vapor.











Notita: Al fin actualización. Este capítulo es muy sencillo, más para ir agarrando el ritmo otra vez y siguiendo el hilo. Es también muy posible que está historia contenga menos capítulos que la primera parte. Y omg los chicos tienen como 22 años :0

Gracias por leer.

Serpiente Al Cuidado. |2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora