IV. Camelias

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la nueva portada me fascina, ah<3

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la nueva portada me fascina, ah<3

lamento la demora, espero que el capítulo sea de su agrado<3

Philip había esperado en el recibidor de mi hogar, mientras yo escuchaba con nulo interés la conversación entre Estella y Gregory

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Philip había esperado en el recibidor de mi hogar, mientras yo escuchaba con nulo interés la conversación entre Estella y Gregory. Funcionaban tan bien, que a veces me preguntaba porque ellos no se casaban…luego volvía a la realidad y podía notar que ninguno de los dos se veía como algo más que amigos.

Eran cercanos, casi hermanos. Además, Estella gustaba de las bellas mujeres que habitaban nuestra pequeña ciudad. Gregory…bueno, siempre argumentaba que era lo suficientemente atractivo como para reservarse a una sola identidad de género.

No estaba de más decir, que sentía que sobraba en su conversación —eso, o realmente ansiaba ya encontrarme con cierto joven—, así que con lentitud me retiré de aquel estudio, caminando por los pasillos de mi residencia, hasta por fin divisar a aquel chico.

Mis labios dejaron ver una leve sonrisa. Lucía verdaderamente encantador siendo curioso: caminaba de un lado a otro para ver la decoración del recibidor, así como también, daba miraditas rápidas para asegurarse de que nadie lo estuviese viendo. Tuve que contener una pequeña risa al ver qué saltó del susto en cuánto hablé:

—Philip, te has estado escondiendo muy bien estas dos semanas.

Se giró a verme, sonriéndome.

—¡Joven Damien! –dijo, acercándose a darme un gran abrazo, el cual correspondí—. ¡Lo lamento tanto! Quise enviarle correspondencia, pero me temo que mis deberes en la casa de la señorita Havisham me han consumido todo mi tiempo. Además, aún no soy muy bueno con el abecedario.

—No te preocupes, ¿Cuando volviste?

—Ayer mismo. –respondió—. No pude hacer mucho, la señorita Estella se hospedó en un lujoso hotel y apenas pude ver un poco a mi hermana y a Joe.

—Oh, Joe te echó de menos estos días.

—Me lo imagino. La verdad yo también le extrañé demasiado. –dijo algo afligido—. Pero dentro de dos días volveré a mi hogar por una semana, ¡Así que pasaré todo mi tiempo con él! Podrías ir a visitarnos cuando gustes.

—Realmente ansiaba esa invitación. –confesé entre pequeñas risas, sin embargo, al escuchar una puerta abrirse, tomé al rubio por la muñeca, caminando hasta salir al jardín. No quería que mi padre nos viera conviviendo…o posiblemente echaría a Philip de la casa.

—Es un jardín muy bonito. –dijo, abrochando su abrigo.

—Lo sé. –mencioné con orgullo—. Suelo pasar mucho tiempo aquí…estas últimas semanas, mucho más.

Las risas provenientes del estudio nos hicieron mirar la gran ventana del mismo, observando que ambos rubios disfrutaban demasiado su grata conversación. No me preocupaba que nos vieran, ya que era algo que probablemente no sucedería.

—Ese es Gregory, ¿Verdad? –asentí—. ¡Oh! Aquel día no lo había visto bien. –me volteó a ver—. Es atractivo. –susurró entre pequeñas risas.

—Oh Dios, que no te escuche, le subirás su gran ego.

—Bueno, no puedes negarlo, debes de sentirte afortunado.

Hice una pequeña mueca, antes de asentir. Philip posó una mano sobre mi hombro, dedicándome una pequeña sonrisa.

—¿No te sientes seguro de tu matrimonio?

—No. –alcé los hombros—. La verdad es que nunca me gustó mucho la idea, pero intenta explicarle eso a mi padre. –suspiré.

—Apuesto a qué puede entenderlo…

—No es solo eso. –lo voltee a ver, inflando un poco mis mejillas debatiéndome mentalmente para saber si debía seguir hablando. Ver al ojiazul mirándome con atención, me hizo sentirme seguro. Podía confiar ciegamente en aquel chico. Estaba seguro que él sería el último en traicionarme…inclusive lo siento incapaz de tal barbaridad—. Los padres de Gregory ya están con los preparativos. La boda es en menos de un año.

—Oh…comprendo. –susurró—. Aún si tú llegas a casarte, ¿Seguiremos viéndonos?

—Philip, nada podrá alejarme de ti. –aseguré, provocando que el menor me sonriera.

La variedad de temas que hablamos fue inmensa, tanto, que no podría enumerar cada uno de ellos. Las vueltas que dimos al jardín también estaban plasmadas en la manera en que habíamos retirado ya parte de la nieve sobre el suelo.

En determinado momento, Philip se detuvo frente a uno de los tantos arbustos de Camelias que daban vida a nuestro jardín.

—Que lindas son… –dijo, acariciando delicadamente los pétalos de una flor—. Parecen…como pequeñas manzanas. Es decir, por su color y casi todo es blanco. –explicó con cierta pena—. ¿Cuál es su nombre?

Camelias. –informé una vez estaba a su lado, mirándolo de reojo—. Son mis favoritas. Solo florecen en invierno.

La carencia de palabras del contrario me hizo sonreír. Con delicadeza, tomé aquella flor que había estado acariciando, arrancándola, antes de ofrecerla al joven Pirrup, quién, incrédulo me miró por unos segundos.

Asentí, dando a entender que era para él y con algo de inseguridad la tomó con sumo cuidado, antes de seguir tocándola con tal cariño, que sentí envidia.

—¿Sabes qué significan las Camelias? –negó.

Una de mis manos acarició la mejilla de Philip, quién, inmediatamente alzó la mirada. Mis dígitos pasearon por su rostro hasta dar con su mentón, obligándolo a mantener el contacto visual.

—Renacimiento. –comencé a decir—. Algo nuevo que va a comenzar. –lo solté, llevando uno de sus mechones por detrás de su oreja—. Es la muestra de un amor en su estado más puro. El amor eterno.

Los orbes celestes del chico brillaron, antes de descender por un instante a la hermosa flor entre sus manos. Cuando nuestras miradas volvieron a conectarse, me sonrió.

—Joven Damien, me siento… –no pudo decir algo más, ya que su nombre fue exclamado desde el estudio.

Ambos volvimos a ver a la joven Estella, quién no parecía estar muy feliz.

—¡Oye inútil, tenemos que irnos ahora, así que mueve tu trasero y trae mi abrigo! –ordenó.

—...tengo que irme. –sin darme oportunidad de despedirme, rápidamente caminó hacia el interior de mi residencia, provocando que lo perdiera de vista apenas cruzó la puerta.

Suspiré con pesar, elevando mi vista.

Sentí como toda mi sangre bajó súbitamente al notar como mi padre me observaba desde la ventana de su habitación.

𝐂𝐀𝐌𝐄𝐋𝐈𝐀𝐒 ━━ DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora