XIV. Reencuentro

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Las semanas pasaron y mi padre, junto con los de Gregory, habían hecho hasta lo imposible por juntarnos de nuevo. A pesar de que yo decidí dar de mi parte, el que estaba negándome todo acercamiento, fue el rubio.

Aquella cálida tarde, estábamos tomando el té en su jardín. Gregory había cambiado demasiado, era como ver a otra persona: su actitud, sus modales y sobre todo, el cómo se expresaba. Después de la merienda, caminamos por los alrededores y él, en determinado momento, decidió romper con el silencio.

—Damien. –me llamó entre suspiros. Parecía una joven enamorada: se deslizaba con la gracia de una dama, giraba, reía y jugueteaba cómo nunca antes lo había visto hacerlo. No pude evitar sonreír—. ¡Debo confesarlo! Ya no puedo más. –me tomó de las manos—. ¡Estoy enamorado! –soltó, al mismo tiempo que se alejó de mí—. ¡Es...maravilloso! Lo estoy sintiendo por primera vez.

—Me ofende saberlo, pensé que yo era todo en tu vida. –bromeé, observando cómo se dejaba caer en el césped. Me acerqué a recostarme a su lado—. Gregory, me alegro tanto de que hayas conocido a alguien.

—¡Es todo para mí! Siento un nudo en el estómago al tenerlo cerca, ¡Quisiera gritar de emoción! –se giró a mí, tomándome de la mejilla—. Damien, ¿Así se siente el amor?

—Es una sensación magnífica, ¿Verdad?

—¡Es bellísimo! No quiero dejar de sentirlo nunca. –confesó. Sus ojos brillaban y aquello me hizo suspirar. Aquel hermoso brillo, alguna vez lo vi en los ojos de mi ex pareja—. Estoy dispuesto a todo por él... –se vio interrumpido, al su madre llamarnos.

—Tenemos que arreglarnos para la fiesta de esta noche. –me puse de pie, ayudándolo a levantarse—. Gregory, quiero conocer a ese chico cuánto antes.

—Lo harás, vendrá a la fiesta, aunque ya lo conoces. –sonrió, tomándome de la muñeca—. ¡Ven! Ayúdame a elegir que ponerme.

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Gregory me acomodaba el cuello de mi traje. Por primera vez, lo veía usando un llamativo color rojizo en su vestimenta. Me causaba algo de gracia ver cómo rebeldes rizos se escapaban de su perfecto peinado, dejándose caer sobre su frente.

—No sé porqué me estás arreglando tanto. –confesé—. No es como si fuera a conseguir a alguien en el baile.

—No lo sabemos. –me guiñó el ojo, antes de mantenerse en silencio por unos segundos—. Sé que detestas hablar del tema, pero, ¿Qué hay de Phil...? –lo interrumpí abruptamente.

—No lo menciones. –ordené—. Ese idiota no merecía nada de lo que alguna vez le di, o hice por él. –lo aparté de forma un tanto brusca, yendo al espejo para terminar de arreglarme—. Mi padre tuvo razón desde el principio.

—No puedo creer que te esté escuchando decir tal cosa. –regañó el rubio—. ¡Ni siquiera te presentaste en el funeral de Angelina! Yo, que no los conocía de mucho, fui a dar el pésame, ¿Y tú?

—Gregory, cierra ya la boca. –volví a ordenar, mirándolo por el reflejo—. No tenía nada que hacer en ese “evento”, ¿Comprendes?, La familia de Philip dejó de importarme cuando ese imbécil hizo lo que hizo.

—¡No entiendo qué fue lo que te hizo!

—¡No te importa saberlo! –le grité, girándome a verlo. En ese momento, la puerta se abrió, dejando ver a Eleanor.

—¿Está todo bien? –ambos asentimos—. Si están listos, bajen ya. Sus padres los quieren conviviendo con el resto de invitados.

Rodeé los ojos y tras ofrecerle mi brazo a Gregory, ambos decidimos unirnos a la elegante fiesta.

𝐂𝐀𝐌𝐄𝐋𝐈𝐀𝐒 ━━ DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora