X. Desastre

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Mi querido Philip se encontraba nervioso. Había intentado disimular lo más que se le permitió, sin embargo, sus movimientos repetitivos, su andar de un lado a otro y sobre todo, su dolorosa manía de morderse los labios, estaba presente.

Me acerqué, haciendo sus dorados cabellos a un lado, permitiéndome, de esa forma, darle un suave beso en su nuca. Tal acción, provocó que su piel se erizara y por fin suspiró. Durante nuestra estadía en mi habitación, pensaba que el pobrecillo no había respirado ni una vez debido a los nervios.

—Tranquilo. –le susurré. Noté la mueca de inconformidad en su rostro—. Philip, no tenemos que hacerlo, no hoy. Las fiestas son algo común, no quisiera que te sintieras presionado. –él negó.

—No, no puedo esperar más. –afirmó, girándose para abrazarme por los hombros—. Quiero que todo el mundo se entere que estamos juntos.

—Puede que nada salga bien, cariño.

—Lo sé, pero estarás a mí lado, ¿No es así? –asentí, acariciando el rostro ajeno con delicadeza—. Eso es suficiente para mí.

Sin decir algo más, ambos decidimos por fin salir. Sabía que hacer esperar a todos mis invitados era descortés; aún así, esperaba que mi padre hubiese sido una compañía grata mientras tanto.

Mis orbes pasearon una última vez, por la delgada figura de mi pareja. Aquella que resaltaba aún más, gracias al suave corset de satín negro que le había regalado. Me apresuré a abrir la puerta de mi habitación, para que el rubio saliera; nuevamente mordió sus labios y suspiré.

—Philip, todo saldrá bien. –mentí. Pecaría de inocente si me engaño a mi mismo, pensando que toda esa multitud conformada por gente de la alta sociedad, aceptaría mi compromiso roto y mi actual relación. Mi pareja tampoco lo creyó y aunque fingió creerme, su ceño se frunció en un gesto de clara insatisfacción. Decidí cambiar el tema: —Te ves increíble.

Me miró, sonriéndome con timidez, al mismo tiempo que sus mejillas adoptaron un tono rojizo.

—Gracias, tú también te ves muy bien, cariño.

Lo tomé de la mano, y nos dirigimos a las grandes escaleras que daban al recibidor, dónde todos los invitados conversaban, reían y bebían. En ese momento maldije en mi mente, ya que algunos de mis conocidos no se medían en el alcohol, y que Philip viera el espectáculo que montaban, me haría fallecer de vergüenza.

—¡Damien, ya era hora! –exclamó alguno de ellos—. ¡Tus reuniones son tan espectaculares como siempre!

Tal "presentación" provocó que nos voltearan a ver.

—Lamento mi tardanza. Me llena de alegría saber que gozan de su estadía en mi hogar. –comenté, bajando las escaleras en compañía de mi pareja—. Y no quisiera ser grosero, exigiendo su atención después de haber demorado tanto en presentarme, sin embargo, la requiero.

Aún sin abrir la boca, notaba como algunas personas ya murmuraban, y no era para menos. Varios ya me habían visto junto a mi Philip, así que esperaban alguna explicación.

Entre el pequeño mar de cabezas, logré distinguir a Gregory, quién de brazos cruzados, me miraba al mismo tiempo que giraba una copa con ayuda de sus dedos. A su lado, Estella —más molesta que mi ex prometido—, me asesinaba con la mirada.

Y finalmente, en el centro se encontraba mi padre. Su imponente presencia me hizo dudar por un segundo, ya que el semblante que portaba, advertía una paliza después de la fiesta. Negué, tenía que seguir adelante.

—Yo sé que muchos de ustedes ya sabrán lo que sucede, pero para los que no, he decidido cancelar mi compromiso con Gregory. –nuevamente los murmullos no se hicieron esperar—. Y para callar los rumores, estoy saliendo con alguien más, su nombre es Philip. –el mencionado saludó con clara timidez—. Y será tratado con el mismo respeto que yo les doy a ustedes, tanto él, como Gregory. Eviten dirigir sus preguntas y prejuicios sobre ellos, mejor que sea a mí persona. –sentencié—. Y si aún gustan quedarse, espero que sigan disfrutando la fiesta.

𝐂𝐀𝐌𝐄𝐋𝐈𝐀𝐒 ━━ DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora