Horacio

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El ruido de unos pasos viniendo hacia tu dirección hicieron que desviaras la mirada encontrándote con un sonriente Blake, el chico venía hacia ti con su característica sonrisa y bueno su taza de café que parecía que nadie se la podría quitar de las manos pues eran uno la taza y el, te echaste a un lado dejando que el chico se apoyara a tu lado, cosa que hizo.

-  Buenos días agente _

-  Buenos días Blake, ¿ qué tal la mañana?

-  Bien un poco aburrida, pero prefiero aburrirme que ir contra los payasos, sinceramente

-  Tienes toda la razón. Dijiste dándole después un sorbo al café

-  ¿ Qué hace usted?

-  Observo la discusión, digo el monólogo. Dijiste apuntando a Maia y a Horacio

-  Parece enfadada

-  Pues como siempre.

El móvil de Blake sonó haciendo que se asustara, te reíste ante tal gesto haciendo que te mirara mal, aun con aquella cara el chico cogió el teléfono, escucho lo que quería decir el del otro lado y con las misma colgó ya con otra cara.

-  Me tengo que ir, buen servicio agente _

-  Buen servicio Blake. Dijiste

El chico se alejó de ti y camino hacia la puerta que conducía directamente a la calle, ya estaba llegando cuando tú hablaste.

-  Dale saludos a J de mi parte. Dijiste sin mirarle

La cara de Blake fue un poema, se puso rojo y ni siquiera habló, bajo la cabeza y salió de allí, tu dejaste la taza de café en la mesa y cruzaste los brazos esperando que Maia se diera por vencida en aquel absurdo monólogo, cosa que después de otros diez minutos hablando golpeó la mesa fuerte, asustando a Horacio, conforme lo hizo se marchó de aquel lugar hecha una fiera y maldiciendo por lo bajo dejando a Horacio un poco perdido.

-  ¿Pero qué le pasa?

-  Hombre, lleva como media hora dándote un discurso, que vamos se ha tenido que quedar sin paciencia y sin agua en el cuerpo de lo que ha hablado.

-  Pues yo no he escuchado nada. Dijo desentendiéndose

-  Si bueno es lo que pasa cuando alguien que no escucha nada por un oído se desconecta el audífono, listillo

-  Tanto se ha notado

-  Para mi que me sé la historia si, para ellos que no la saben no

-  Menos mal. Dijo aliviado

-  Algún día tendrán que saberlo, no solo los pollitos, también Maia, pero sobre todo Viktor. Dijiste sentándote a su lado

-  No quiero que nadie lo sepa, es nuestro secreto, tú lo prometiste. Dijo mirándote fijamente a los ojos mientras cogía tu mano.

-  Por mi lado no diré nada, pero piensa en decírselo por lo menos al ruso, por favor, algún día no estaré y necesitarás a alguien, vale Horacio.

-  Me lo pensaré, te lo prometo.

Ambos os quedasteis en silencio mirándoos a los ojos, con el recuerdo de aquel fatídico día el cual Pogo apareció por primera vez desde hacía ya varios años, el desquiciado payaso enloqueció mientras que Gustabo dormía tranquilamente, lo levanto sin que él lo supiera cogió el arma de su mesita de noche y fue a por su compañero de piso, Horacio, el cual dormía plácidamente en su cama, el payaso se le abalanzó y le apuntó con el arma a la cabeza, pudo haberlo matado en ese mismo instante pero la perrita de Horacio, Perla lo atacó haciendo que su arma se desviara y el disparo fuera justo al lado del oído izquierdo del chico, por el ruido del arma al dispararse la policía fue avisada, teniendo la suerte de que la agente que recibió el caso, fue nada más que la comisaria Smith o como la conocían ahora la Agente _.

Aquel atentado fue guardado en secreto por Horacio mucho tiempo, pero lo que no sabía aquel chico es que la comisaria lo sabía todo y que no diría nada, por desgracia ojala lo hubieran dicho alguno de los dos, por que hubiera sido la solución a todos los problemas que tuvieron de ahí en adelante y claramente si lo hubieran contado Viktor Volkov nunca hubiera sido disparado y nunca habría estado en coma, perdiéndolo todo lo que le quedaba.

Youtubers and Streamers One Shot 2 ❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora