Cap 27 • La luna sobre nuestras cabezas

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Recuerdo los días que me dije a mí misma que podía confiar con todos los que ahora me rodean de pies a cabeza, cada uno de ellos, tenía una especie de función en la manada, y sorprendentemente, descubrí que debían asegurarse de que no resultara malherida. A todo esto, pocos días después, el mismo día en el que celebraba mi aniversario, me percaté de como tenía prohibido entrar en el pub, y pensé varias veces si era debido a lo abrupto que fuimos la última vez Connor y yo en los baños- aunque me extrañaría si fuera por eso-, así que en estos momentos, tan solo debía asegurarme de jugar con los lobeznos por el valle, cerca de la casa, que no dejaban de comportarse extrañamente.

-Quiero ir dentro con mis padres...

-Cállate, sabes que no podemos- le respondió dándole un pequeño golpe en el hocico con su pata.

-Scarlett, ¿te gustamos?

Tardé un par de segundos en responder a esa pregunta, pues con un gimoteo, siguió esperando para recibirla.

-Claro que sí, ya sabéis lo mucho que me agrada comer estos bichítos de aquí- tomé a uno de los tres y lo acerqué a mis labios para después depositar una breve pedorreta.

El pequeño gritó entre risas mientras los demás fingían asustarse, y mientras se retorcía como un gusano, atisbé por el rabillo del ojo como una figura se acercaba a nuestro encuentro.

Antes de que llegase, dejé al cachorro sobre mi regazo y lo empecé a acariciar para que se calmase, y de pronto, los otros dos también se abalanzaron para tener el mismo privilegio.

Al terminar de acercarse la figura, mi hombro fue presionado gentilmente para dar paso a una mirada familiar y agradable, ambos cielos grisáceo observaron a los lobeznos que miraban hacia arriba, justo en sus ojos, y sin decir ni una palabra, se quedaron estáticos.

-¿Cuando crees que vais a terminar?

A mis espaldas, dejó soltar un corto suspiro pensativo antes de responder.

-En nada, cuando termines de jugar con estos monstruítos- vaciló con una media sonrisa susurrando cerca de mi cuello.

-¡Eh!- ambos miramos al cachorro que llamó nuestra atención-, Scarlett es nuestra, no puede acercarte a ella, Alfa.

Entre gruñidos por parte de los otros dos lobeznos, el que habló, recibió algún que otro mordisco por parte de ellos para que no dijera semejantes cosas delante de Connor, y que si tuviera la misma edad, hubiera dicho lo mismo.

-¿De verdad es vuestra?

Al ver como Connor quiso seguirles la corriente, me tumbé un poco atrás para que mi espalda quedase completamente pegada a su pecho, y como si supiera que quería con ello, abrazó mi cuerpo entre sus cálidos brazos sin despegar la mirada de los pequeños.

-Ahora es mía- gruñó con una gran sonrisa algo malévola.

Y como si fuese una mecha que acabase de prenderse, los tres lobeznos empezaron a treparme por la camiseta hasta llegar a los brazos que ahora ellos mismo intentaban morder.

-¡No puedes tocarla!

-Es nuestra, no tuya- dijo mostrando un par de colmillos diminutos.

Inmediatamente, no pude controlar un par de carcajadas por lo estruchables que se veían molestos, eran demasiado para mí, tanto que tuve que secarme un par de lágrimas.

Entre risa y risa, me percaté de como el mismo lobezno que había preguntado si los amaba, tenía un semblante extraño. Era como si no dejara de observar cada emoción que recorría tanto el rostro de Connor como el mío, y al ser tan pequeño, me preocupé por lo que pudiera estar pasando por su cabeza.

Atrapada por el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora