Cap 20 • Las consecuencias de saber

15.7K 1K 36
                                    

Estuvimos varios días sin hablarnos, como si hubiésemos vuelto a ser extraños de nuevo, solo que con recuerdos. Ambos nos cruzábamos por los pasillos sin dirigirnos ni una sola mirada, ni de reojo. Todo era distinto, y cuanto lo añoraba.

Kai y Marla dijeron que los días en los que la luna y el cielo se tintaron de rojo marcharon a una parte más lejana del bosque, donde nadie pudiese verlos ni escucharlo, allí, se tomaron su tiempo para entender los sentimientos que tenían el uno por el otro, y que tras volver, dieron la voz de alarma que ahora, ambos eran una pareja feliz y fuerte.

Me alegré mucho por ellos, tanto que bromeé sobre el día de la boda, y ellos rieron por ello, y por más gracioso que fuera, ya lo habían pensado.

Mientras tanto, por otra parte, Azael se encargó de seguir tomando más muestras de sangre, que por alguna razón, no explicó con claridad el porque de esta. Tan solo que iba a ser importante para un futuro. También mencionó que no estaría mal darle una visita a mi padre — en específico a él—, para poder hacerle un par de preguntas a cerca de mi infancia al igual que la suya. Por ello, dejó caer que estaría bien que Connor viniese conmigo, "por si las moscas".

Y más tarde, tras poder salir de la casa sin vigilancia alguna y sabiendo que el psicópata chucho estaría el resto del día fuera, aproveché la situación.

Me sentí extraña al regresar a casa sin nadie que te pisara los talones, ni siquiera que te vigilara desde lo más profundo del bosque. En vez de eso, volví calmada, sin prisa pero sin pausa.

Logré llegar a mediodía al salir a media mañana. Una vez en casa, vi a los animales pastando plácidamente como antes, incluyendo a Tormenta, que no dudé en acercarme para volver a acariciarlo como solía hacerlo. Ya al llegar enfrente de la puerta, tomé aire y alcé la mano para dar un par de golpes para que alguien viniera a abrirla como siempre.

Pero mis nervios se extinguieron cuando una gran mano cálida se posó en mi hombro sin ejercer nada de presión.

—¿Qué demonios haces aquí?— dije asombrada al verlo de pie sin dejar de observarme por encima del hombro.

—Vengo a salvarte el culo, nada más.

Volvió a mostrar esa impasibilidad de siempre, esta vez guardando sus manos dentro de los bolsillos de la sudadera negra que llevaba, dirigiendo también su mirada a la puerta.

—¿Qué?, no, no necesito tu ayuda ni que me salves el culo— empecé a quejarme inútilmente.

Hasta que el pomo de la puerta, se giró bruscamente, dejándo paso a mi madre.

—Bienvenida hija mía— intentó decir entre lágrimas, casi sin poder entenderle—, pasad porfavor, adelante.

Ambos entramos sin volver a dirigirnos ni una palabra, mucho menos una mirada,  lo que sí sabía, era que debía descubrir que se tramaba mi padre, ya que Azael dijo que le gustaría saber cuando volviese, como le habían ido estos días por casa de reposo— que por alguna razón, sabía este dato...

—Papá está en el baño, cuando salga, hablas con él— miró su reloj y luego a Connor.

No tuvimos más elección que sentarnos en el sofá y esperar a que saliese de ese portal mágico pero oscuro.

Y cuando lo hizo, sus ojos se abrieron de par en par. No creía lo que estaba viendo con sus ojos.

—¿Qué te trae por aquí cariño?— preguntó de sopetón, demasiado rápido para la forma en la que siempre hablaba.

—Solo quería saber como estabais— sonreí de oreja a oreja, sin dejar de pensar cual era mi proposito—, porcierto, ¿luego podría hablar contigo papá?

Atrapada por el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora