Cap 25 • El escondite

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—Así que... ¿podrás ayudarme cuando lo necesite?

Me encontraba a caballito en sus espaldas, uno, por el resfriado que hizo que mis defensas disminuyeran, y dos, porque el quiso— aunque no le puse ninguna queja a ello.

—De lo único que deberías preocuparte, es que en un par de días tendrás tu primera transformación— menciono mientras tomaba mis muslos con más fuerza para que no cayera.

—¿Cómo lo sabes?

Era cierto que en un par de días cumplía veinte años, pero no quiero que nadie lo sepa. Simplemente por no causar molestias, ya que parecen ajetreados de por sí en sus cosas personales.

—Tengo mis métodos, y deberías saberlos.

Supuse que se refería por el olfato, como no. Aunque seguía siendo sorprendente que gracias a las fosas nasales, pudieras descubrir mil cosas de una persona.

—Y sobre el celo— hice una larga pausa esperando alguna reacción, pero nada sucedió aunque lo estuviera vigilando por el rabillo del ojo—, ¿qué debo hacer para que todo vuelva a la normalidad?

De repente soltó una duradera carcajada, que más tarde, quedó ahogada en el aire.

Cada vez que reía, sentía que algo dentro de mí, se iluminaba de felicidad...

—Solo tienes que tener relaciones...

Antes de que terminase, envolví mis manos alrededor de su cabeza y le cubrí la boca.

—Vale, lo pillo.— dije entredientes.

Pude sentir el momento en el que sus labios se abrieron par dejar paso a su lengua viscosa, que cuando recorrió mi palma, la quité al instante ahogando un quejido.

—Eres un idiota.

—Lo sé.

Todo el trayecto hasta casa, estuvimos hablando de como mi vida iba a ser distinta por completo. También mencionó de forma indirecta que no habría ningún problema en ayudarme, ya que las primeras veces se necesita algún apoyo, y no solo para las transformaciones, sino todo. El celo iba a ser de lo más problemático, ya que nunca en mi vida— ni saliendo de fiesta a un pub en Viloy—, he llegado a liarme con alguno de los chicos, mucho menos tener relaciones sexuales. Así que debía encontrar por mi cuenta a alguien de la manada que pudiese satisfacerme.

Todo tan surrealista...

Al llegar, me advierte que entre cuanto más pronto en la casa, y que me mantenga alejada de cualquier otro lobo debido a la sangre seca.

Así que me adentré en la planta baja, y por innato instinto, abrí la gigantesca puerta del pub y no dudé en entrar. Me detuve en seco cuando me percaté de que algunos focos reducían sobre el suelo, mientras que otros, dejaban que las luces de colores dieran en la barra llena de botella. Intuí que no hacer mucho, alguien había entrado, o que seguramente seguía dentro, aun así, no me detuve en hacer de las mías.

Prové a sentarme en algunos sillones de cuero, luego me acerqué a la barra para ojear por encima las bebidas, y poco más tarde, encontré una escalera de caracol que conducía a una especie de terraza exterior, con vistas al bosque.

Visto de noche, era una de las experiencias más bonitas que uno podría ver.

—Que sorpresa— me acobardé al escuchar una voz familiar a mis espaldas.

—Solo estaba revisando que todo estuviera en su sitio— asentí para asegurarle, por más que estuviera siendo sarcástica.

—En ese caso, gracias.

Atrapada por el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora