La escuela de videntes

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Luego de indagar cómo Bak había logrado tener relaciones sexuales con la reptil Tar-Thá y de cómo ella había corrompido a los soldados de la fortaleza Ligón, que era el cuartel del ejército de Plata en el dominio de Ligal, el Keios Kank decidió qu...

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Luego de indagar cómo Bak había logrado tener relaciones sexuales con la reptil Tar-Thá y de cómo ella había corrompido a los soldados de la fortaleza Ligón, que era el cuartel del ejército de Plata en el dominio de Ligal, el Keios Kank decidió quedarse un tiempo más en la ciudad de At-Kiri.

El asunto se hizo la noticia en la ciudad, de manera que hasta el Juez Migoles solicitó una audiencia con Kank, quien se había convertido en la máxima autoridad del ejército en ese dominio. El Keios lo recibió y le explicó de manera rápida lo ocurrido, pidiéndole que fuera discreto, pues era un asunto grave. Lo que no sabía es que Migoles era descendiente de la familia Ligón que había sido quitada del poder por el Hombre de Plata 900 años atrás y esta noticia le servía para seguir fomentando la idea de que Ligal era mejor antes de la llegada del reino de Plata. No lo hacía abiertamente, pues podía ser quitado de su cargo o acusado de sedición; sino que entre sus grupos cercanos hacía comentarios al respecto y defendía que los nombres de las ciudades, aldeas y lugares importantes aún mantuvieran los nombres que los relacionaban con su familia. "Debemos honrar nuestro pasado para no repetir los errores en el futuro", enseñaba.

Kank envió a Ludgo escoltado por dos argogs a Dogo, para avisarle al Keios Esporón que iba a retrasar su llegada. Le dio órdenes que le informara de todo lo ocurrido en Ligal y que se adelantara a platicarle sobre Nahás. También envió un mensajero a Tosha para informarle la situación al Karuno Sandro, esperando le diera instrucciones sobre qué hacer con Bak y sus soldados.

Esto demostraba que a Kank le dolía la situación, aunque no lo dejara ver. Sabía que debió asesinar a Bak inmediatamente cuando éste aceptó haberse unido con una reptil, pero un sentimiento de tristeza le invadía pues había sido su amigo durante mucho tiempo. Ahora la justicia estaba en su contra y sabía que preguntarle al Karuno la situación sólo le daba algunos días más de vida al que alguna vez había sido un hombre inmarcesible en sus convicciones. Ni siquiera mencionó la espada que le iba a regalar, permaneciendo entre el equipaje que quedó a resguardo en la torre de Ligón.

Kank, junto con Brial y Dunedai (El Kalos de Bak que no había sido controlado por Tar-Thá) hicieron una revisión de cada hombre, argog o animal en funciones dentro del ejército. Arrestaron a todos los involucrados que sumaban 103.

Brial había escuchado que en la ciudad At-linag había una escuela de videntes, así que solicitó permiso al Keios para ir con Nahás y consultar sobre todo lo que había ocurrido aquella noche cuando el reptil fue salvado por un ser de luz. Kank le concedió ir solamente a ella.

A la mañana siguiente, Brial salió hacia At-Linag, llegando a medio día. Dejó a Kipumk en el cuartel del ejército instalado en la ciudad y caminó hasta la escuela de videntes. Se trataba de un edificio blanco, grande pero austero. Estaba construido con piedras blancas, sin adornos ni acabados. Entrando fue recibida por una mujer que le preguntó si venía a consultar algún rollo de la biblioteca, que era el área del primer piso. Brial le dijo que venía en nombre del ejército de Plata y prefería hablar con un vidente. La mujer la llevó al segundo piso en donde encontró algo parecido a salones, en donde los maestros explicaban a los alumnos a leer, escribir, entender mapas, hablar en público y sobre todo a orar. Brial siempre se había sentido atraída a todo lo relacionado con la Luz, pero su vida estaba consagrada para el ejército. "Quizás cuando me jubile", pensó.

El reino Rojo. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora