Brial en Lio

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Mientras Brial estaba descansando, Kank fue a la ciudad de Ratae a visitar a Kano. Lo encontró en una oficina improvisada en el cuartel de la ciudad. Ya estaba más recuperado de su pierna y llevaba tiempo moviéndose entre sus cuarteles, aunque en muletas. Kano le dijo que se había enterado que Esporón le había dado un uniforme a Nahás. Lo consideraba inaceptable.

—Creo que te estás dejando llevar por tus prejuicios —dijo el Keios—

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—Creo que te estás dejando llevar por tus prejuicios —dijo el Keios—. Yo estuve ahí, yo aprobé lo que hizo Esporón.

Kano trató de mantener la compostura, pero era notorio su enojo.

—Supongo que ahora ya tampoco mataremos reptiles ¿No? ¿Y si mejor los adoptamos?

—Cuida tus palabras —amenazó Kank. Pero a Kano no le importó.

—¿Y por qué no mejor dejamos de llamarnos el ejército de Plata y nos llamamos el ejército de los reptiles? ¿Qué sigue? ¿Comenzaremos a matar hombres?

—Necesito que te comportes....

—¡No! —interrumpió Kano— Los cimientos de este ejército, que son los mandamientos del Hombre de Plata ¡Por eso nos llamamos ejército de Plata! están siendo pisoteados por la mentira de un reptil en la que ustedes están cayendo ¿Por qué no puedes darte cuenta, Kank?

El Keios, en otro momento hubiera explotado y callado al Kalos. Pero esta vez se mostró paciente, pues sabía que tenía en parte la razón. Nahás era un caso que contradecía lo que sus padres y abuelos le habían enseñado. La mera existencia del reptil azul hacía temblar las bases del ejército y sus funciones.

—Te entiendo —dijo el Keios Kank—. Quiero que sepas que yo también me siento confundido respecto al tema de Nahás.

—Del reptil —corrigió Kano.

—De Nahás —confirmó Kank—. Hay veces en las que quisiera que se tratara de un charlatán y matarlo para acabar con este sentimiento de incomodidad que genera explicarle a cada persona que es inofensivo.

—Pues mátalo.

—Pero cada día que paso con él, me confirma que no es un reptil normal. No soy capaz de derramar sangre inocente.

Kano se quedó pensativo, evitando la mirada de Kank, quien estuvo a punto de imponerle un castigo por su exabrupto, pero decidió no hacerlo. El Kalos ya había tenido el escarmiento que se merecía, sólo que no lo sabía. Al día siguiente el Keios le escribió al Karuno Sandro, confirmando a Ludgo como el nuevo Keios de Ligal. Dos semanas después, fue notificado por carta sobre su ascenso.

Dado que iban a haber cambios en la estructura jerárquica, Kank añadió a dos Kalos más: A un joven llamado Rannif y a una mujer de nombre Saldia, ambos habías sido líderes de escuadrones de Kano y Ludgo respectivamente. Ya había sufrido la ausencia de Brial cuando estuvo seis meses incapacitada, así que ya no estaba dispuesto a trabajar de más para llenar esas ausencias.

El reino Rojo. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora