Dogo (parte 1)

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Tres días después, Ludgo regresó desde Dogo y se reunió con el Keios Kank y la Kalos Brial, explicándoles la situación. En los últimos dos años, al menos 30 soldados habían aparecido muertos o estaban desaparecidos luego de haber sido enviados a expediciones en las aldeas dentro y fuera del bosque Blanco. Había rumores que un grupo extremista los había capturado y posteriormente asesinado, pero dado que nadie tenía evidencias de quién lo había hecho o si alguna aldea estaba corrompida, no habían podido enjuiciar a alguien.

Ahora se habían desaparecido 17 soldados que se movían por río a reemplazar a los que estaban en el puesto de vigilancia de la pequeña ciudad de Güelk. El Keios Esporon no había podido detectar presencia de reptores (como les llamaba), pero cuando recibió la carta de Kank entendió la capacidad que estaban desarrollando para ocultarse, poniendo a los hombres como fachada. Así que decidió visitar sin previo aviso a las aldeas y logró descubrir a hombres que predicaban una nueva religión. Su líder se hacía llamar SusLuz.

—Esporón no está seguro que se trate de un reptil —aclaró Ludgo al Keios Kank— pero consideró que, como lo decía su carta, se tratara de un peligro potencial. Así que, habiendo perdido casi 50 soldados decidió pedir su ayuda.

Dos días después llegó la carta del Karuno Sandro, en respuesta sobre lo que debía hacer con el Keios Bak y sus hombres acusados de intimar con una reptil: "¿Y qué esperas para matarlos?", decía solamente.

Kank tomó a Bak y los soldados que fueron corrompidos por Tar-Thá y los colgó tirándolos desde el techo y las ventanas de la fortaleza Ligón. La noticia de la corrupción de Bak y Miendras había denigrado la imagen del ejército ante los ojos de la ciudad, pero los cuerpos de 104 colgados sirvieron como ejemplo, haciendo que la ciudad de At-Kiri recuperara la confianza en el ejército y temieran a la Luz. A la mañana siguiente fueron bajados los cuerpos y quemados sin honores. Sus familias recibieron una carta en donde se especificaba la razón de su baja del ejército.

Kank decidió dejar a Ludgo en Ligal mientras atendía la petición de Esporón en Dogo. Lo iban a acompañar Brial, Nahás y los cuatro soldados que lo habían escoltado desde la ciudad de Retae. Se fueron a dormir temprano pues el viaje sería extenuante.

Al día siguiente tomaron los argogs y se dirigieron hacia Batali, la ciudad capital de Dogo, teniendo que hacer una escala en Lirams, una ciudad solitaria entre el río Cotla y la cordillera Fentalí. Esta cadena montañosa estaba habitada por el Guardián del mismo nombre, que era un ciervo de enorme tamaño.

En los rollos de la conquista de Amna, escritos por los videntes que acompañaron al Hombre de Plata, se cuenta que el Fentalí envió a un grupo de fentalíes (ciervos) a su encuentro y le declaró estar en paz con su reino, pero permanecería ajeno a todos los asuntos de los hombres. El Hombre de Plata aceptó la propuesta, pero él tampoco se metería en la rivalidad que tenía con los yamines (lobos), con los que tenía una diputa por el control del paso alto de Cotla, que estaba entre la cordillera que era territorio de Fentalí y el bosque territorio del gran lobo llamado Yamín. Así, el Hombre de Plata no tomó partido con ninguno de los Guardianes que estaban en Amna mucho antes de que los hombres comenzaran a poblar los dominios.

De hecho, la aldea de Lirams había permanecido en soledad sin problemas, salvo por los reptiles que caían del cielo, pues Fentalí mantenía en paz en esas tierras.

De hecho, la aldea de Lirams había permanecido en soledad sin problemas, salvo por los reptiles que caían del cielo, pues Fentalí mantenía en paz en esas tierras

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El reino Rojo. Los tres reinos de AmnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora