Capítulo 4: Moribundo (libro disponible en Amazon)

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Las estrellas relucían más en el cielo sobre la isla, no eran parecidas a las que se veían en la ciudad; estas eran más brillantes, con vida.

Me preocupaba lo que le había pasado a Emma, no debe ser fácil experimentar la muerte de alguien de tu familia.

No es tu problema James.

Watson seguía conmigo, y aunque me molestara escucharlo todo el tiempo, prefería eso a estar completamente en silencio.

—Siento que debería ayudarla de alguna manera.

Seguramente cuenta con alguien que puede ayudarla, pero tú necesitas enfocarte en lo importante; vivir.

Los plátanos se habían acabado y sinceramente ya estaba aburrido de su sabor así que mi problema los siguientes días iba a ser conseguir otro tipo de comida y no morir de frío por las noches.

Me metí a la cueva para dormir. Era muy extraño, la vida era diferente ahora que yo era el único responsable de lo que me pasara; tenía más cuidado, y de repente los problemas de una persona normal me parecían lo más ridículo.

En el sueño pude ver a Emma de nuevo, ya no estaba llorando, pero tampoco parecía feliz, se notaba su cansancio. La ví entrar a una casa que no se parecía a la suya con un chico; tenía cabello rubio, era alto y fuerte.

«¿Quién es él y qué hace con ella?» pensé.

Iban vestidos de negro los dos, supuse que estaban regresando de enterrar el cuerpo de quien murió. Pero a pesar de eso el chico tenía una sonrisa tonta en su rostro, él estaba disfrutando meter a Emma a su casa.

«Es un idiota Emma, ¿por qué estás con él? Espero que solo sean amigos».

Siempre tuve una actitud protectora con Emma.

El ruido de las pequeñas olas llegando a la orilla de la playa por la mañana me despertó, era sutil pero muy constante. A decir verdad no tenía intención de mover ni un solo músculo, pero esa no es una opción cuando tu supervivencia depende de que salgas a buscar comida, tenía que aprender a pescar y no tenía idea de cómo lo haría.

Levántate James, es hora de trabajar.

—¿Tienes prisa Watson?

Tú vas a tener prisa en unas horas cuando sientas hambre de una manera que nunca en tu vida has sentido, levántate.

—Eres insoportable a veces -me levanté, froté mis ojos con mis manos y me estiré un poco—. ¡Uf! Esa fue una noche bastante cómoda, sin contar que estoy perdido en una maldita isla. ¿Cómo haremos eso de pescar Watson?

Deja de llamarme así.

—¿No te gusta el nombre de Watson? Me hace sentir como si yo fuera Sherlock Holmes, y me gusta molestarte, ahora responde mi pregunta... Watson.

Eres un joven muy tonto como para compararte con Sherlock Holmes, está bien lo aceptaré, pero solo porque soy parte de ti. Lo que vas a hacer es buscar una rama de árbol gruesa lo más recta posible y con una piedra que sea algo rasposa vas a afilar la punta de la rama para hacer una lanza improvisada, si lo haces rápido tal vez puedas comer algo hoy.

—¡Hey! No tienes que ser grosero conmigo, ya voy.

Había visto varios árboles cerca de la cueva, con ramas algo gruesas, así que me puse de pie y salí a buscarlos. Ya ni siquiera quise ponerme la camisa, nadie me iba a ver en mucho tiempo, no importaba lo que trajera puesto.

Parecía que el día estaría aclarado y estaba muy agradecido por eso, no sabía cómo es que pude estar en la tormenta antes sin enfermarme, se sentía bien volver a ver el cielo completamente azul. Los zapatos que traía puestos estaban dejando de ser cómodos, había entrado una cantidad considerable de tierra y arena en ellos y hacía que me picaran los pies. Decidí quitármelos, de cualquier manera intentar aferrarme a las comodidades estando en esa isla era algo bastante estúpido.

En los sueños (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora