Capítulo 12 | El hombre del sombrero

11 3 3
                                    

Silencio. No había más que silencio en aquellas últimas noches. No podía dormir, no podía soñar, parecía que algo bloqueaba mi conexión con ella.

En la oscuridad, y con los ojos completamente abiertos, pensaba en cuál podría ser la razón para que ella me abandonara justo en ese momento de mi vida, justo cuando la necesitaba más. Esta vez su ausencia no fue causada por nadie, no me habían inyectado nada, ni siquiera había entrado nadie a la casa para estudiarme, era ella la que no me permitía verla. Y poco a poco, cual roca cayendo al fondo del mar yo me hundía en una espiral de pensamientos y sentimientos encontrados, con ganas de romper todo pero sin la fuerza suficiente para llevarlo a cabo.

Ya no era consciente de cuántos días había estado en la casa, no veía la luz del día, solo dormía cuando me daba sueño y despertaba cuando mi cuerpo lo decidía, pero estaba seguro de que había pasado bastante tiempo ya que ellos habían rellenado el refrigerador con comida 2 veces porque me la había acabado. Me sentía perdido, dentro y fuera de mí.

Pasaba la mayor parte de cada día mirando ese techo, acostado en la cama, sin nada que hacer. A veces intentaba romper algún otro foco como aquella vez que me molesté demasiado en el vestíbulo de la casa, lo logré un par de veces más con la ayuda de Watson, pero ellos me obligaron a dejar de intentarlo. Me sentía defraudado, e incluso más solo que en la isla, tanto, que olvidé comer algunos de los últimos días, sencillamente porque no me parecía que hiciera falta.

No tenía caso intentar nada.

Estaba sentado en mi cama, escribiendo en mi diario todo lo que pasaba por mi mente, tenía la idea de que Emma había sido secuestrada también por las mismas personas, y por lo tanto había sido obligada a no soñar conmigo. Los parlantes en la casa se encendieron. Suponía que me llamarían la atención en algún momento por haber dejado de comer los dos últimos días. 

—Estoy seguro de que ya sabes lo que diré James —dijo la voz que resonaba por toda la casa, yo no me moví, ni siquiera dirigí mi mirada hacia la cámara de mi habitación.

Me mantuve con la mirada baja hacia mi diario.

—Dígame usted, ¿qué caso tiene que yo coma? Me mandó a una isla durante casi dos meses, no parecía preocuparle mi alimentación en ese momento —respondí en voz alta pero sin gritar.

—Me aseguré de que tuvieras lo necesario en la isla, si no fuera por mí, no te habrían dado nada —suspiró en el micrófono—, me importa que estés bien James, de verdad.

—¿Se refiere a la maleta con una botella de agua? —miré a la cámara sin levantarme de la cama—. ¡Oh, gracias! Fue de gran ayuda.

Parecía como si quisiera convencerme de que todo estaba bien, pero era imposible, habían terminado con mi vida como la conocía.

—No puedes dejar de comer James, ya te lo había dicho, esta es tu vida ahora, tienes que aceptarlo.

—Si me ha estado observando bien durante los últimos meses, entonces sabe que jamás voy a aceptar esto como mi vida. No pienso hablar con usted así, no comeré hasta que venga en persona y hable frente a frente conmigo —volví a mirar el diario y continué escribiendo.

—Me estás complicando mucho las cosas James.

—Usted dijo que si no cooperaba me quitaría la comida, y estoy dejando de comer por voluntad propia, si lo piensa bien le estoy haciendo todo más fácil.

Pregúntale por Emma —intervino Watson en mi mente.

Miré a la cámara y me puse de pie.

—¿Qué le hicieron a ella? —pregunté hablando un poco más fuerte.

—Ella está intentando vivir una vida normal y tranquila James, déjala en paz —dijo en un tono más bajo, como susurrando.

En los sueños (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora