Capítulo 14 | Decisiones

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14 de Julio, 1995.

El momento en el que mi esposa Mary diera a luz estaba a punto de llegar, podía ser cualquier día, tenía que poner atención todo el tiempo a ella y a las molestias que se le pudieran presentar.

La situación en el trabajo no estaba muy bien, entre mis compañeros en la oficina se rumoraba que podrían despedirme por haber pedido demasiados permisos para salir antes del trabajo debido a las falsas alarmas de Mary. Era el peor momento para estar desempleado, pero no me podía quejar con Mary de eso, ella contaba con que yo tuviera un empleo y estaba muy enfocada en el embarazo, era mejor que ella estuviera tranquila.

Mary era simplemente lo mejor que me había ocurrido, no había mujer más hermosa de mente, cuerpo y espíritu, lo tenía todo; era amorosa, graciosa, inteligente, tenaz y sabia, extremadamente bella con su cabello oscuro y largo como la noche y sus ojos negros brillantes y grandes, y lo mejor de todo, me amaba al igual que yo a ella, no podía estar más feliz de tener una familia con Mary.

Era un día como cualquier otro en la oficina, no era nada emocionante, simplemente escribir cosas en la computadora, enviar correos y repetir todo el proceso de nuevo.

Yo no paraba de bostezar, la noche anterior no había dormido nada porque creí que tendría que llevar a Mary al hospital en medio de la noche, ella estaba muy incómoda, tampoco podía dormir, tenía que estar sentada toda la noche porque si se movía le podía hacer daño a los bebés, mis ansias cada segundo crecían más.

Mientras estaba inmerso en mi rutina delante de la pantalla de la computadora mi teléfono sonó en mi cubículo y contesté tan rápido que nadie más en la oficina pudo escucharlo. Era mi esposa.

—¿Mi amor, está todo bien? —dije al contestar la llamada.

—¡No! —dijo ella gritando en el micrófono del teléfono, seguramente su grito sí se escuchó en la oficina—. ¡Edward tienes que venir ya, van a nacer!

La emoción no cabía en mi corazón ni en mi cuerpo entero, también tenía bastante miedo de tardar y no poder llegar al hospital a tiempo. Salí de la oficina sin siquiera pedir permiso, fui lo más rápido que pude.

Al llegar a casa, gracias a mí obsesión con el orden, ya todo estaba listo en una maleta por si Mary necesitaba algo, así que tomé la maleta, preparé el coche y salimos hacia el hospital.

Por mi mente solo pasaba un pensamiento: «Voy a ser papá, voy a ser papá, voy a ser papá». Era una sensación que no se podía explicar; felicidad extrema combinada con miedo y angustia, nadie sabe cómo ser un buen padre.

Llegamos a tiempo al hospital y a pesar de lo exagerada que era la situación, en realidad todo estaba bien, aunque Mary no paraba de sentir dolores y de gritar cada cierto tiempo.

Yo estaba ahí con ella sosteniendo su mano cuando nacieron los bebés, eran gemelos, niño y niña, o se suponía que serían gemelos. Nos llevamos una gran y extraña sorpresa cuando vimos que nuestros gemelos eran completamente diferentes, el niño había nacido con algo de cabello muy oscuro como el de su madre y la niña tenía menos cabello y era un poco más claro que el de su hermano, ninguno de los dos lloró al nacer, el niño tenía ojos oscuros, y la niña tenía los ojos azules como yo, el partero dijo que era algo extremadamente inusual, pero que podía pasar.

Mary terminó inmensamente cansada del parto, así que cayó en un sueño profundo en cuanto supo que sus hijos habían nacido bien, pudo descansar un poco.

En los sueños (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora