A la mañana siguiente pasé con mi coche a recoger a Julia, Desi y Dylan, que ya formaba parte de nuestra pequeña familia. Ademas de compañero de trabajo era un buen amigo que cuidaba y quería a Desi con todas sus fuerzas. Y para mi eso ya era suficiente. Quedamos en el apartamento de Tito y cuando todos estuvimos preparados subimos con los coches hasta donde pudimos y los dejamos allí. El resto de camino lo hicimos andando. Ese día fuimos con los niños, Javi y Tito trajeron a María y a Mel.
Justo debajo de la cueva hay un un tramo de camino en llano y allí acampamos, allí dejamos mesas, sillas, mochilas, los niños no pararon de correr y jugar mientras nosotros desperdigados por allí charlábamos y nos reíamos.
Antes de comer propuse subir a la cueva, ya que después con las barrigas llenas no nos iba a apetecer. Nadie quiso subir todos dijeron que luego de comer.
-Bueno, - dije yo – pues yo casi que subiré ahora.
Lo dije mirando a Bea a ver si ella pillaba la indirecta y Así podríamos tener un poco de intimidad.
-Espera Pancho, - dijo ella al entender mi mirada – yo también subiré ahora.
Cuando entramos dentro de la cueva y vi todas las estalactitas cayendo del techo no pude evitar emocionarme, estar allí con Bea, en nuestra cueva y solos era el mejor regalo del mundo. Cuando habíamos entrado lo suficiente, me giré y me quedé mirándola.
-¿Sabes? Aquí es donde me di cuenta que me había enamorado de ti. – le dije.
-Si, cuando pensábamos que no volveríamos a verte yo también sentí algo en el corazón.
-Bea, - le dije acercándome a ella, cogiéndole con las manos la cintura y acercándome a ella – cuando te vi por primera vez este verano, me dí cuenta que nada de lo que sentí aquel día había cambiado. Han pasado veinte años pero sigo enamorado de ti.
-¿Y Rocio? – me preguntó ella – Julia me dijo que os ibais a casar cuando terminara el verano.
-Pues va a ser que no habrá boda, Rocio y yo hemos terminado y no muy bien que digamos. – Bea asintió con la cabeza al escuchar aquello y por primera vez en nuestra vida ella se acercó a mi boca y me besó.
-Tampoco ha cambiado nada de lo que sentía aquel verano por ti. Sigo enamorada de ti y quiero estar contigo.
-¿Y Mario? – le pregunté.
-Voy a divorciarme. Pancho tengo mucho miedo de lo que pueda hacer, me aterra pensar que pueda quitarme a mis hijos, pero por otro lado pienso que no quiero que mis hijos vuelvan a ver lo que me hace, no quiero que mis hijos me vean llorar por culpa de su padre, y ahora, os tengo a vosotros aquí es mi oportunidad, es ahora o nunca, quiero que mis hijos sean felices aquí, contigo y conmigo.
-No sabes lo que me gusta oírte decir eso..
Ella sonrió y me pasó las manos por el cuello, la levanté del suelo y la besé.
-Así quiero verte todos los días, sonriendo.
Estuvimos horas allí dentro de nuestra cueva, era nuestro mundo, allí podíamos ser libres para hacer lo que quisiéramos. Nos besamos, nos abrazamos, nos prometimos miles de cosas y nos dijimos todos los te quiero que no nos habíamos podido decir en todos estos años. Perdimos la noción del tiempo.
Cuando salimos de ella y volvimos a la realidad, a esa en la que teníamos que hacer ver que nada pasaba entre nosotros, habían pasado mas de dos horas. Nos reunimos con los demás con una sonrisa en la boca y ya no paramos de echarnos miraditas en toda la tarde.
Después de que todos comieran los demás quisieron entrar a ver la cueva, Bea y yo nos quedamos con Julia que estaba cansada y no quiso subir hasta arriba.
-A mi no me engañéis chicos, esas sonrisas y esas miradas que os echas yo ya las he vivido. – nos dijo Julia cuando nos quedamos a solas – sé que no vais a decirme nada y lo entiendo, pero solo os digo una cosa: id con cuidado, por lo menos hasta que tu, Bea no soluciones lo que tienes que solucionar. Solo os digo eso, después, sed felices.
-Gracias Julia. – le dio Beatriz dándole un beso en la mejilla.
Yo me acerque y le susurré en su oído:
-Eres la mejor Julia. Gracias por todo y ¿sabes que? La quiero y ella me quiere.
Julia nos miro y sonrió.
-Si es que yo ya lo sabia, que lo vuestro era una gran historia de amor que aun no estaba terminada. Estoy segura que tendrá un final feliz.
Bea y yo nos miramos sonriendo. De repente escuchamos voces y jaleo, era el resto de la pandilla que volvían. Hugo y Sara los hijos de Beatriz se acercaron corriendo hasta donde nos encontrábamos nosotros.
-¡Mama! ¡Mama! – dijo Hugo – el tío nos ha dicho que esa cueva se llama la ruta de los ojos de Beatriz y que ese nombre es por ti, ¿es verdad?
-Si, es todo verdad lo que os ha contado el tío. Una persona que me quería – y esa ultima palabra la dijo mirándome a mi – mucho fue quien la descubrió y quien quiso que se llamara así por mi.
-¡Ooohhh que romántico mami! –dijo Sara - ¿Y quien es esa persona?
-Algún día lo sabrás, Sara. Pero de momento es un secreto.
-Jo, pues vaya tela. – dijo la niña cruzando los brazos y con cara de enfadada.
Pasamos tres días estupendos, tres días en los que Mario no estaba, Bea estaba disfrutando como una niña con nosotros y en especial conmigo. Los demás de la pandilla se olían algo pero nadie preguntó ni dijo nada y siempre que podían nos dejaban nuestros momentos de intimidad.
Al cuarto día, por la tarde estábamos en Cala Chica todos, junto con los niños, y entonces llegó Piraña con un sobre muy grande en la mano. Nos reunió a todos alrededor de Julia y nos dijo :
-A ver os cuento que , cuando Beatriz nos dijo que Mario se había ido a Madrid algo no me olió bien, y mas cuando nos contó que lo hacia a menudo después de cuando tenían ciertas broncas, Así que llamé a un amigo que es detective privado y le pedí un trabajito, Bea espero que no te haya importado pero todo lo hice por ayudarte.
-Te lo agradezco Pi, pero
-Espera Bea déjame terminar – la interrumpió Piraña – la cuestión es que ha descubierto algo y hace un par de días me llamó, le dije que me lo mandara aquí por correo rápido y me acaba de llegar este sobre, ni siquiera lo he abierto. Te lo he traído para que seas tú y no yo, quien lo abra.
-Sé lo que hay en este sobre, Pi – dijo Bea mirándonos a todos y con el sobre en la mano – no me hace falta abrirlo para saber que mi marido me engaña, lo sé desde hace mucho tiempo, una mujer sabe estas cosas.
-¿Y porque aun sabiendo esto no le dejas, Bea? – le preguntó Desi.
-Por miedo, Desi. Tengo miedo de que me quite a mis hijos, la verdad es que hace tiempo que ya me da igual que pueda hacer en contra de mi pero me aterra que me quite a mis hijos.
-Bea, esto tiene que acabar, aquí tienes la prueba de que él no es un buen marido, - le dijo Piraña – esto, junto a las fotos que te hicimos cuando te pegó esta última vez y a parte los testimonios nuestros que lo escuchamos todo, Mario no va a poder hacerte nada ni a ti, ni mucho menos a tus hijos.
-¿Seguro, Pi? – preguntó Bea mientras abría el sobre.
-Segurísimo Bea.
Bea abrió el sobre y sacó un montón de papeles, entre ellos habían fotografías de Mario con otra mujer en plan pareja, sin ocultarse lo mas mínimo, en plena calle cogidos de la mano, dándose besos y achuchones.
Beatriz nos miró y dijo:
-¿sabéis lo peor? - todos nos quedamos en silencio mirándola – que sé quien es ella, es la secretaria de la discográfica. Una jovencita que solo busca subir a base de esto. Pero ya me he cansado de todo, Pi ves preparándote porque en cuanto vuelva Mario de Madrid le voy a pedir el divorcio y me huelo que no va a ser muy amistoso.
![](https://img.wattpad.com/cover/302433146-288-k422623.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Verano azul, ahora y siempre
FanfictionQue pasaría si 20 años después la pandilla volviera a reunirse? No te pierdas como han cambiado las vida de Javi, Quique, Pancho, Beatriz, Julia, Desi, Tito y el Piraña. Te recomiendo haberte visto la serie Verano azul primero. Serie televisión esp...