Bea

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Esa tarde estábamos en Cala Chica, Mario había decidido venir con nosotros. Los niños nos convencieron a unos cuantos para que jugáramos con ellos al escondite. Y al final, como si no hubiesen pasado los años allí estábamos corriendo y escondiéndonos por la playa, Julia y Desi sentadas en dos hamacas nos miraban y reían de vernos de esa guisa.

En una de ellas, me escondí en las rocas, quería meterme donde se quedo atrapado años atrás Javi mientras buscaba cangrejos, era pronto y la marea aun estaba baja, y ese lugar estaba bien escondido para que no me encontraran, Mario y Hugo eran quienes nos tenían que buscar. Me agaché detrás de unas rocas y desde mi posición vi que Pancho también se había escondido un poco mas hacia atrás, Así que con cuidado retrocedí hasta donde se encontraba él. Pancho me cogió de la mano y me llevó al lugar donde yo quería esconderme ya que estaba mas apartado, allí era muy difícil que nos vieran.

Pancho me cogió la mano para ayudarme a llegar hasta allí, desde nuestra posición veíamos venir a alguien desde lejos, aunque a nosotros era mas difícil que nos vieran. Una vez puse los pies en las rocas, Pancho dijo:

-Hola, - y esa sonrisa que me echó, me pareció las mas bonita que había visto en mi vida, después de la de mis hijos por supuesto.

-Hola, -le contesté,- ¿Cómo va?

Pancho atrapó un mechón de mi pelo que tenia en la cara y me lo puso detrás de mi oreja, antes de que retirara su mano puse mi mano encima de la suya y apoyé mi mejilla en ella, ese simple contacto hizo que unas lagrimas se me escaparan de los ojos. Me daba mucha pena sentirme Así y no poder hacer nada para remediarlo y es que en ese instante me di cuenta de que seguía completamente enamorada de él, ni los años ni la vida que había tenido habían podido con lo que yo ya sentía por él. Estaba enamorada de él hasta las trancas. Pancho, cuando vio que yo estaba llorando se acerco a mi y me abrazó, yo apoyé mi mejilla en su pecho y allí ahogué un sollozo.

-Tranquila, mi niña – me susurraba Pancho – no se que es lo que te esta pasando pero lo solucionaremos, la pandilla te ayudaremos en lo que tu pidas, y yo particularmente voy a hacer todo lo posible para que tu estés bien, pero no llores, si tu lloras yo me muero.

Al oír eso, levante la cabeza para mirarle a los ojos, nuestras bocas quedaron a milímetros de distancia la una de la otra. Entonces fue Pancho quien dio el paso y me besó, yo cerré los ojos, ese beso me hizo sentir llena de vida otra vez, mi corazón latió desbocado de nuevo y mis pulmones se llenaron de aire de repente, fue como volver a respirar de nuevo, esa misma sensación que ya experimenté cuando lo vi por primera vez después de tanto tiempo, pero ahora esa sensación se multiplicaba por mil.

-¡Papi! ¡Papi! Veo a alguien allí – escuché de repente a Hugo, mi hijo.

Me separé enseguida de Pancho, doliéndome en el alma tener que hacerlo y me apreté contra las rocas de atrás para que no me vieran. Entonces Pancho salió al encuentro de Hugo y Mario, pero a mi no lograron encontrarme hasta mas tarde.

La tarde continuó sin ningún otro incidente, pero yo no podía dejar de estar pendiente de lo que Pancho hacia y a él le pasaba lo mismo conmigo.

Verano azul, ahora y siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora