"El amor no se mira, se siente, y aún más cuando ella está junto a ti"
-Pablo Neruda
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Marizza:
El beso había comenzado de forma inocente, hasta que Pablo introdujo su lengua en mi boca para luego moverla por toda la zona.
Apego su cuerpo al mío y con sus manos recorrió toda mi silueta posándolas en mi trasero, al parecer era su lugar favorito, pues siempre las dejaba ahí.
Me gustaba esta mierda.
Me gustaba sentir su saliva en mis papilas gustativas. Me encantaba el sabor a su costosa pasta dental y su áspera pero larga lengua rosando mi garganta.
Quería más.
-¿vamos arriba?-pregunto indecentemente. Lo mejor era responder que no, pero estaba excitada y lo necesitaba de otra forma.
-o-okey.
Agarro mi mano y me guió hasta su habitación. Era enorme a comparación de la mía, me hacía sentir pobre.
Literalmente.
-ahora sí.
Al decir eso, con intensidad se avalancho sobre mi tirándome sobre la cama para nuevamente comenzar con nuestra batalla de lenguas.
-¿puedo bajar?-pregunto mirándome profundamente a los ojos.
-puedes, supongo.-respondí. Obviamente estaba insegura, pero también estaba segura de que quería que Pablo absorbiera todo mi ser.
Suena exagerado, lo sé.
-gracias-agradeció y sin más bajo sus gruesos y grandes labios por mi cuello erizándome la piel.
Cada vez que succionaba mi piel, me retorcida en las sabanas como una cucaracha.
¿Qué hacía en mí? ¿Por qué carajos me gustaba tanto esto? No lo sabía, pero de verdad me gustaba sentir mariposas en mi estómago.
Podía sentir como sonreía cada vez que me retorcía o soltaba un gemido, era un maldito hijo de perra. Sabía que lo estaba disfrutando.
-¿puedo sacarte la remera?-pregunto aún en mi cuello.
Estaba en duda, si bien me gustaba lo que estaba haciendo no me agradaba la idea de pasar la noche con él.
-n-no-respondí asustada, porque a este punto la excitación era visible en los ojos de Pablo, y cuando uno está excitado cualquier cosa puede hacer.
-está bien, tranquila- con una sonrisa bajo de arriba mio y se acosto a mi lado.
El silencio se apodero del ambiente y todo se volvió algo incómodo.
-creo que me iré.
-no.-rasco su nuca-es decir, son las cuatro de la madrugada, ¿acaso no es tarde para ir a tu casa?
