Cuando terminó de subir todas sus cosas al departamento más pequeño y barato de ese edificio que con suerte consiguió en menos de dos días, no sabía qué hacer, pensó en las últimas palabras de su tío.
Tal vez hoy pueda ser útil, tal vez hoy debería utilizarla —Se dijo a sí mismo con lágrimas en los ojos, fue muy difícil mantener la compostura esa mañana con sus alumnos y necesitaba liberarse de todo—, No, no hoy, no ahora, debo salir de aquí —esta ocasión las palabras salían de su boca.
En el camino había visto a un par de calles del edificio un parque, tenía algunos columpios, sube y baja, pasamanos y varias bancas alrededor, con sombra suficiente de hermosos árboles que rodeaban el área, era un buen lugar para pensar las cosas y darse un respiro.
Se colocó los audífonos y empezó a reproducir un playlist que más que estabilizar sus sentimientos y emociones, corrompía sus ideas convirtiéndolas en suicidas, sin darse cuenta ya estaba llorando de nuevo, un llanto que aparenta un ahogo de impotencia y falta de autocontrol.
En un tiempo determinado decidió abrir los ojos y regresar a la realidad, se encontraba acostado en una banca, vió el cielo y escuchó a lo lejos aves cantar, niños jugar, autos... de repente los sonidos se hicieron distantes y se encontró dormido, sin sueños, sin motivos para despertar.
