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Vera había llorado en el regazo de Kate hasta quedarse dormida, su respiración era tranquila a pesar del color de su piel, sonrojada y con tenues venas en en las mejillas, pómulos y zona inferior del ojo. En 9 años de amistad, Kate nunca había visto llorar así a su amiga, sentía mucha ira e impotencia de saber que un hombre, un jodido y maldito hombre, mentiroso, hipócrita, egoísta, antipático; falso, sí, un falso hombre podría generar tanto dolor a una persona, una persona honesta que intentaba dar lo mejor de sí misma por el amor que le tiene, peor aún que le tiene y no que le tenía, porque para alguien como Vera el amor no se termina solo por eso, lo seguirá amando y es por eso que debe ser fuerte, no para continuar con su vida y ya, sino para continuarla sin él, ella sabe que si no es fuerte puede regresar, no importa qué tanto se diga que es el final, si algo tiene el amor: Es que el tiempo no existe, no hay barreras, límites, sólo eso; amor.

—Lo odio —se dijo en voz baja para no despertar a Vera, no le importaba tener el brazo medio entumecida y tener una pequeña palpitación en la espalda baja por su mala postura, soportar eso era lo mínimo que podía hacer por su amiga, lo que ella sentía era solo una tenue brisa de ternura en comparación del dolor de su amiga, un dolor que únicamente puede sanar con el tiempo y amor.

—Nunca estarás sola —le había asegurado a Vera esa tarde. Solas en su casa, antes de quedarse dormida—, eres una mujer maravillosa, única, incomparable, vales más que eso, mucho más de lo que puedas creer —le decía mientras su amiga se desahogaba en un llanto lleno de ansiedad y desesperanza—. Esa relación ya tenía que terminar, fue lo mejor, lo fue, mírame a los ojos ¡mírame!— Vera la vió a los ojos, con un esfuerzo para no continuar con su llanto—. Quiero que lo digas. ¡Mírame!

—Fue lo mejor —Respondió vera seguida de un ahogo de llanto de nuevo, Kate la volvió a abrazar, y fue ahí, cuando después ¿un par de minutos? ¿horas? Cuando ella se quedó dormida.

—Lo odio —se dijo así misma en voz muy baja una vez más.

De vuelta a la ruletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora