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Una vez dentro del automóvil no pudo contener más el llanto, sabía que no regresaría a ese lugar,

Y ¿Por qué si te gusta ser mi puta?

esta ocasión no regresaría, ya había sangre y aún así le dolía el labio, podía soportar muchas cosas, que la empujara, que le diga huevona, pendeja, mamona, culera...¿Cuántos adjetivos negativos había utilizado con ella en los últimos meses? Eran más de los que cualquier persona necesita escuchar, una relación de pareja no debe fundamentarse en discusiones, incluso las parejas más enamoradas y alegres pelean, es algo implícito en una relación, necesario, un ficha más en la partida. Todo tiene una solución, para eso es la comunicación.

Vera nunca había escuchado a sus padres discutir como ella solía hacerlo con José, un par de ocasiones, eso sin duda, lo esperado, lo inevitable, después de todo somos seres imperfectos; una burla en la maravilla del cosmos. De todas las posibilidades de crear algo asombroso con el regalo de la libertad, el egoísmo del hombre siempre traerá la destrucción.

De los 26 años que sus padres tenían de casados, las pocas discusiones entre ellos nunca habían mostrado la sangre de ninguno de los dos. Nunca, tampoco había escuchado que le dijeran a su madre puta.

-No soy una puta -dijo casi en un susurro.

-¿Disculpe? ¿Me llamó señorita?

-No, disculpe, creo 'pensaba' en voz alta.

La dirección del Uber se dirigía a la casa de Kate; su mejor amiga desde la Universidad, ella vivía con su novio, un adulto jóven que cubría el rol de proveedor en la relación, con valores y principios que nunca le permitirían tratar como "igual" a ninguna mujer, por lo que el alzarles la voz, agredir física o verbalmente era casi imposible.

Al igual que Kate; siempre había vivido en Amaxaktlan, solo tenía que ir a la otra orilla de la ciudad para visitarla, le había llamado en la mañana para contarle lo que esta ocasión había sucedido y ella misma fue la que sugirió que se salga de ahí y vaya con ella.

-Hola amiga -dijo entre sollozos-, ya voy a llegar, estoy a un par de cuadras.

-Ahí espérame -respondió Kate-, se fuerte amiga, fue la mejor decisión.

-Gracias, te amo, no sé qué haría sin ti.

Colgó el teléfono y volvió a tocarse el labio, ya no había sangre, sólo una herida que no dejaría cicatriz, una herida que la marcaría para siempre, una huella en lo más profundo de su corazón que sin importar a quién conozca, de quién pueda enamorarse en un futuro o cuánto tiempo pueda pasar, siempre estaría ahí, sanaría para poder continuaría con su vida sin olvidar que su primer amor la hizo sangrar con violencia física y una mirada que claramente reflejaba el hecho de querer lastimarla, ese fue el objetivo de él, y lo había conseguido.

Otro día soportando tu pinche pereza y drama por cualquier cosa, ni un perro favor puedo pedirte.

No quería que esas fueran las últimas palabras que escucharía del "amor de su vida" la persona con quien se supone se casaría y tendría hijos, una familia, quien le había jurado amor eterno e incondicional, quien se supone la comprendía y apoyaría siempre.

¿Cuánto tiempo puede ser el 'siempre' entre dos enamorados? Un mes, seis meses, un año, en ellos habían sido 14 meses, 4 meses maravillosos, mágicos, inolvidables, incomparables, otros 3 meses buenos, armoniosos, lindos. Después de eso los meses ya no los contaban, eran superfluos, cansados, a veces mágicos y placenteros, otras veces eran una maldición que se convertía en monotonía para acostumbrarse a las peleas y verlas como algo normal. ¿En qué momento las peleas dejan de ser algo normal?

Aún lo amo -se dijo a sí misma, esta ocasión con el cuidado de sólo pensarlo y no susurrarlo-, tal vez sí fue mi culpa el morderme el labio, tal vez sí soy muy floja. No, no te arrepientas.

-Señorita, hemos llegado a su destino.

-¿Eh? -Alzó la mirada y descifró lo que había dicho el conductor al ver la casa de Kate y Daniel-, Ah, sí, muchas gracias -Pensó en disculparse por sí había llorado de más dentro del automóvil. Al final decidió que no era necesario, probablemente él chofer había visto escenas así más de una vez.

En algunas cosas no hay que dar explicaciones, sobran.

De vuelta a la ruletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora