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Kate vió llegar a su amiga y antes de que Vera tenga oportunidad de salir del Seat ella se adelantó para recibirla con un fuerte abrazo que seguiría con un encuentro de miradas que las regresaría a la realidad, una realidad donde sin importar el dolor, la angustia, el miedo, la incertidumbre a la vida misma, en ése momento, en el ahora que ellas vivían; estaban juntas y a salvo. Al mirarse a los ojos vieron sus propias almas reflejadas en ellos, una ventana que te demuestra que hay un vínculo real con esa persona, esa sensación de que puedes ser tú mismo con alguién más.

—Eres muy valiente —le dijo Kate al retirarle un mechón de cabello de la frente que podría cubrir sus miradas si se mantenía ahí—, ven amiga, te ayudo a bajar tus cosas.

—Ya está abierta la cajuela del auto —respondió el chofer al comentario de Kate.

—Te amo amiga, no sé qué haría sin ti, de verdad, no sé cómo agradecerte todo.

—Bajemos tus cosas, en la casa me contarás todo ¿De acuerdo?

Vera salió del Uber con inseguridad de lo que pasaría a partir de ése día, estaba vulnerable a lo que pueda suceder, en todas las peleas que había tenido con José nunca se había sentido tan segura de que esta ocasión sería la definitiva, el inicio de una nueva partida; con nuevas cartas que aún no son repartidas y pueden traerte la Victoria o bien, otra pérdida de tiempo y fe.

—¿Cómo bajaste todo esto desde el departamento? —le preguntó asombrada.

—Tuve suerte y me encontré al chico de enfrente ¿Cómo se llamaba?

El chofer ya estaba junto a ellas y sin preguntar les ayudó a colocar ambas maletas en la acera, Kate tomó la gran mochila de Vera y con esfuerzo se la colocó en la espalda. Era como recordar sus momentos de educación básica, una pequeña niña con una mochila que no es proporcional a su estatura.

—Muchas gracias —dijo Kate al chofer cuando ya empezaba a mantener un buen equilibrio con todo ese peso extra en su espalda.

El chofer asintió con la cabeza, subió al automóvil y se alejó.

Ambas entraron a la casa y Vera al fin pudo desahogarse sin sentirse limitada, observada o sola, ahora estaba con su mejor amiga, le contaría todo lo que pasó en la mañana una vez más, esta ocasión sin las barreras de la tecnología, recordando que siempre es mejor una conversación frente a frente.

De vuelta a la ruletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora