Capítulo XIV

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“LO TUYO ES PURO TEATRO”🎭

CAPÍTULO XIV: “Una presidenta en braguitas, un terrible desliz y un golpe bajo”

AUTORÍA: Patricia Jiménez

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“Deja amar al que ama y deja que ame lo que ama; es la única forma de que no deje de amarte a ti”

(Proverbio árabe).

Marcela sentía que ya no era la misma desde que durmió aquella noche con José Carlos en su casa. Parecía más feliz que nunca. Se miraba al espejo y la imagen que le devolvía era casi la de una adolescente. Incluso cambió un poco su estilo de vestir y su peinado. Ya no vestía de esa forma tan, tan elegante y sofisticado. Quería sentirse más joven. Por eso se presentaba en Ecomoda muchas veces con una camiseta de tirantes, unos pantalones, unos zapatitos planos a juego y el cabello recogido en una pequeña coleta o con una diadema. A veces incluso, solo iba maquillada con un poco de anti-ojeras, máscaras de pestañas y brillo de labios.

Patricia Fernández, su inseparable e insoportable amiga, la miraba a veces como si estuviese perdiendo la cabeza... ¿Qué había pasado con la Marcela Valencia que llegaba con sus trajes de alta costura como si fuera intocable?

P: Marce… Hoy te vestiste… ¡pésimo! –se cruzó de brazos y se sentó.

Marcela portaba un bonito y sencillo vestido azul oscuro sin mangas, ajustado a la cintura y suelto por las piernas hasta las rodillas. Se había calzado unas sandalias planas plateadas.

Ma: ¿Tan mal estoy? –se miró a sí misma, pensando en que esa mañana se había visto estupenda ante el espejo.

P: ¿Cada vez te pareces más a esos esperpentos del cuartel? ¿Es que acaso te vas a comprar a la ropa donde va la ballena gordinflona de la Berta esa? –preguntó con cierto tono de desprecio.

Ma: Patricia… –se sentó en la silla y se reclinó sobre el respaldo– Me siento últimamente muy bien y no quiero que hagas venirme abajo. Por cierto, necesito que me hagas una relación de las prendas más vendidas en la última colección. Me gustaría anexarlo al informe que tenemos que entregar para el próximo balance

P: ¿Una relación? –se rascó la cabeza– Y, ¿eso cómo se hace? –se sentó también.

Ma: Madre mía… –la miró con paciencia; no sabía ni siquiera por qué Patricia seguía allí trabajando– Menos mal que estudiaste seis semestres de Finanzas en la San Marino… Que si no… –ironizaba– No te preocupes… Ya lo hago yo…

El teléfono comenzó a sonar y la “Peliteñida” se apresuró a contestar.

P: ¿Aló? –esperó– No. Soy Patricia Fernández, su secretaria. ¿Quién es? –volvió a esperar la respuesta– Ajá… Y, ¿cómo para qué la necesita?

Marcela la miró con enfado ante esa falta de educación. Patricia estaba ahí para contestar su teléfono; no para averiguar que deseaban las personas que llamaban

P: Ok… En seguida se la paso… –le tendió el auricular– Marce… Un tal José Carlos Morales. Dice que es personal –retiró el auricular antes de que Marcela pudiera tomarlo– ¿Quién es? –preguntó con curiosidad.

Marcela tomó el auricular con brusquedad y lo tapó con la mano para que José Carlo no oyese.

Ma: Te agradecería que dejases de ser tan maleducada. ¡Y sobre todo tan metida! ¡Sal de mi oficina!

Patricia la miraba anonadada, mientras abría la puerta. Cuando por fin salió, Marcela respiró aliviada.

Ma: José Carlos… –dijo por fin con el auricular pegado a la oreja; su voz parecía la de una jovencita enamorada.

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