Capítulo XVIII

282 20 5
                                    

“LO TUYO ES PURO TEATRO ”

CAPÍTULO XVIII: “Una sirenita, una falsa alarma y un hombre al borde de la muerte”

AUTORÍ: Patricia Jiménez

()()()()()()()()()()()()()()()()

“Y es que el amor no necesita ser comprendido; sólo necesita ser demostrado”

(Paulo Coelho, escritor brasileño).

Armando y Betty se detuvieron en el pueblo. Dejaron el carro en la plaza y fueron a comprar algunas cosas para comer; compraron refrescos, ensaladas precocinadas, algo de fruta y pan, pavo y queso para hacer sándwiches. Tras comprar la comida, se dirigieron al auto y guardaron las cosas en el portamaletas.
Betty dio por sentado que ya se marchaban. Pero Armando la sonrió con picardía.

A: Tú quédate un momentito aquí, mi amor… –la invitó a entrar en el auto.

B: ¿Dónde vas? –le sonrió; su novio ese día era una auténtica caja de sorpresas.

A: Quiero ir a comprar unas cositas que he visto en un escaparate que vi mientras íbamos por la comida.

B: Y… ¿se puede saber qué es? –preguntó emocionada.

A: Eso es otra sorpresa, cielo… –la dio un beso y la hizo entrar en el asiento del copiloto.

Betty se quedó sola; veía caminar a Armando hacia una calle, preguntándose qué sorpresa le aguardaría después. O, más bien, qué sorpresas… Estaba pasando el mejor fin de semana de su vida. ¡Armando era lo máximo! La consentía… La mimaba… La quería… No tenía absolutamente nada que ver con el Armando Mendoza histérico, neurótico y bipolar para el que comenzó a trabajar. Se mordía un labio con picardía. A pesar de que la parte mala de Armando, que eran los celos, seguramente que muchas mujeres desearían estar en su lugar.

Estaba tan entretenida divagando y dejando volar su imaginación que no vio llegar a su amado. Armando llevaba consigo unas bolsas. El sonido al abrir la puerta del portamaletas la “despertó”.

A: Ya estoy aquí, mi tesoro… –entró en el carro y se abrochó el cinturón de seguridad– ¿Lista para nuestra aventura de hoy? –prendió el motor del carro; la miraba con mucho amor y deseo.

B: Contigo, siempre… Me puse una vez en tus manos, Armando. Y me volveré a poner una y otra y otra más… –tomó su mano y la besó.

Armando no pudo evitar acariciar la suave piel de su rostro. Pasó el dedo por su sonrojada mejilla. Arrancó para evitar abalanzarse sobre ella en plena plaza pública. Manejó hasta salir del pueblo y poco después tomó un camino rural. Seguía sin contarle a Betty adónde se dirigían. Durante todo el trayecto ella estuvo intentando sonsacarle información; pero fue totalmente imposible que el hermético Armando le dijese algo.

Unos minutos después, Betty enmudeció al ver el lugar que su novio se detuvo. Era un manantial de agua cristalina. Armando salió y la invitó a ella a hacer lo mismo.
El aire olía a humedad. El paisaje era totalmente verde y encantador. Estaban completamente solos allí, ya que el cielo amenazaba tormenta. Vieron unos cuantos bancos y mesas de maderas dispuestos para que la gente se sentase y comiese; era un lugar para pasar el día, sin estrés, sin preocupaciones y sin presiones.

Betty miraba hacia un lado y hacia otro; era incluso más bonito que el hotel, que la había dejado impresionada. ¡Nunca había estado en un lugar así!

B: ¡Esto es lo más bonito que he visto nunca! –se colgó de su cuello y le abrazó.

A: Pues lo más bonito que yo he visto nunca eres tú, mi amor… –la besó; era feliz si ella lo era también.

Lo tuyo es puro teatro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora