Capítulo XIX

240 19 2
                                    

“LO TUYO ES PURO TEATRO”

CAPÍTULO XIX: “Una salvadora por partida doble, un lanzamiento de ututuy y el estreno más exitoso”

AUTORIA: Patricia Jiménez

()()()()()()()()()()()()()()()()

“Porque, sin buscarte te ando encontrando por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos”

(Julio Cortázar, escritor e intelectual argentino)

Armando manejaba el carro de Betty enceguecido por las calles de la ciudad. La ira le comía por dentro. “¡Le voy a matar! ¡Le voy a matar! ¡Le voy a matar! ¡Le voy a matar! ¡Le voy a matar!”, era lo único en lo que pensaba.

Betty le miraba muy asustada, sentada en el asiento del copiloto. Veía las luces del alumbrado público pasar como estelas de luz, debido a la velocidad a la que iba el carro.

B: ¡Armando, para! –le suplicó– ¡Detente, te lo suplico!

A: ¡Te dije que no subieses al carro! ¡Pero te empeñaste en venir conmigo! –gritó con la mirada fija en la carretera.

B: ¡Para evitar que cometieses una locura! –gritó ella también con lágrimas en los ojos– ¡Estás manejando y te recuerdo que retiraron la licencia por conducción temeraria! ¡Y es lo mismo que estás haciendo ahora mismo!

A: ¡Al Infierno la conducción temeraria! –siseó con rabia.

Pocos minutos después ya estaban frente al edificio de Calderón. Salió rápidamente del carro y llamó al timbre para que le abriese el portero. Betty salió del carro, algo mareada por la velocidad a la que habían ido. El empleado salió y le sonrió muy amablemente.

P: Buenas noches, doctor Mendoza. ¿Cómo…?

A: ¿Calderón está en su apartamento? –preguntó sin dejarle hablar.

P: Sí, señor…

Armando llamó al elevador. Calderón le tenía dicho al portero que le dejase pasar sin necesidad de avisarle cada vez que llegase. Betty le jaló de la manga del saco para que le prestase atención.

B: Te lo suplico… –susurró para que el portero no la oyese– Por última vez… No hagas algo de lo que te puedas arrepentir toda tu vida, mi amor.

A: ¡De lo que me arrepiento es de no haber hecho antes esto! –cada vez estaba más nervioso– ¡Tú quédate aquí!

B: ¡No! –se negó en rotundo. No quería que Armando desgraciase su vida por una persona que no valía ni la pena.

P: ¿Ocurre algo, señor Mendoza? –había logrado captar algo de la conversación; pero no sabía qué estaba ocurriendo.

A: Ocurrirá, querido amigo… Ocurrirá –fue lo único que dijo antes de entrar en el elevador.

Betty estaba cada vez más asustada. Le había visto furioso muchas veces; pero en esta ocasión está fuera de sí. Cuando se peleó con Nicolás estaba incluso más tranquilo que en ese momento Calderón estaba medio dormido en el sofá del salón. No tenía mucha hambre. La nueva discusión con Camila le había dejado completamente agotado; la situación en general le tenía agotado.
Abrió los ojos, impactado, porque oyó unas voces que provenían del rellano. Acto seguido oyó el timbre y unos golpes en la puerta.

B: ¡NO ABRA, CALDERÓN! –suplicó entre gritos– ¡NO ABRA, POR LO QUE MÁS QUIERA!

MC: ¿Qué? –se acercó a la puerta con cierto temor; no hacía falta ser adivino ni tener poderes psíquicos para saber qué estaba pasando.

Lo tuyo es puro teatro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora