18: Solo hay un baño.

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Elena podía tener un embarazo más seguro comiendo las frutas de cerca de las montañas, según las esperanzas del doctor.  Pero ¿cómo harían si las montañas se habían destruido hace apenas poco más de un año y aún no crecía ningún árbol con fruta?

Bruno estaba entrando en pánico, evitaba entrar a casita o hacer cualquier profecía por miedo de ver algo que ver con el destino de su familia. Aunque él ya había visto algo...

Sabía de la existencia de los dos bebés antes que todos, sabía que Elena corría riesgo de muerte pero jamás pensó que las dos cosas vinieran relacionadas. De igual forma prefería no invocar ninguna visión, por miedo de que le digan que su amor no se salvaría.

Mirabel estaba muy ocupada con los temas del pueblo, pero cuando caminaba de un lado a otro para mantener el orden siempre preguntaba por cómo fueron los embarazos de cualquier mujer, todos parecían venir con una que otra complicación para el individuo, sin embargo ningún caso parecido al de Elena. Y eso la aliviaba como preocupaba, porque Mirabel estaba también nerviosa porque Dolores le contó que escuchaba algo raro en su panza, que dentro de poco iria al doctor a confirmar que sucedia, pero ya ambas creian saber que era.

Dolores por su parte estaba emocionada, queria creer que estaba embarazada, sin embargo su vientre y el de Elena sonaban diferente, el de Elena tenia mucho mas ruido.

—¿Cómo es que escuchas eso? —pregunto el doctor sorprendido—. Pense que su poder se limitaba con lo que sucedía fuera del cuerpo.

—No sé, a veces no entiendo la razón de los sonidos porque como desde que tengo el don están ahí. Pero con los embarazos se nota la diferencia, aunque el mio no suena tanto como el de Elena —compartió Dolores su preocupación.

—Tal vez solo es la diferencia de tiempo de embarazo, bueno si estas embarazada claro. —El doctor presiono el vientre de Dolores para buscar alguna pista sobre el estado de la recién casada.

(Según películas con revisar el estado del vientre se puede saber, ni idea si es cierto)

—¿Y? —ingirió nerviosa

—Tienes que evitar hacer la menor fuerza posible estos meses, come sano, cuidado con el agua que tomes y nada de recetas locas de las abuelas, aun estoy estudiando los manuales que me dio Elena y parece que todas esas cosas pueden hacer más daño que bien —aclaró el Doctor—. Felicidades, esta embarazada.

Y como Dolores a veces no sabe quedarse callada, antes que se fuera el sol ese día todo el pueblo estaba enterado del suceso.

—¿Tan rápido? —hablo Pepa. Aun no podía creer que su hija estuviera casada, imagínense el tema de ser abuela.

—Sí, estuvimos pensando en donde puede vivir el pequeño, no es justo que lo mandemos al cuarto de Mirabel —dice Mariano nervioso.

—Por eso, creímos que tal vez deberíamos construir una casa... —Balbuceo Dolores—. No sería al otro lado del pueblo como Bruno y Elena, la nuestra sería cercana, casi al lado —aseguro la hija mayor de Pepa.

—¿Otros más se va? Esto es todo lo que esta mal —se escucho la voz de Alma a la par que seguía caminando a una pequeña distancia de los demás.

Alma vivía en la casa, aun jugaba con Antonio, pero con el resto de su familia las cosas no eran igual por culpa de los comentarios o malas miradas que lanzaba la señora pensando que así lograría algo.

—Mamá... Esta casa es nuestro hogar, pero fue creada principalmente para la abuela y sus tres hijos ¿Cuánto crees que soporte casita si todos seguimos viviendo aquí? Por Dios Santo, mamá, solo hay un baño

La Esposa de Bruno (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora