20: Cesaría

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—Estas vallas son un milagro, gracias mi niña —dijo Elena a su hija.

Pero la felicidad de la fruta se fue rápido, cuando la mayor aún con más cantidad de vallas, solo empeoraba.

Sus brazos temblaban, su corazón estaba más agitado que lo normal, su cabello se empezaba a caer porque le costaba alimentarse bien.

—Mamá... Se supone que deberías estar mejor —Erika no podía evitar que su voz temblará.

—Estaría peor si ellas, eso seguro cariño, tú tranquila que seguro ayudan más por dentro que por fuera.

Más mentiras, Elena cuando estaba sola se dejaba llorar en paz durante una hora incluso, su pecho era el peor dolor de su vida, aún comparado con el parto de sus mellizos. Pero lo que más le hacía sufrir era temer no lograr que sus bebés llegarán a los  ocho meses al menos, ya ni esperaba llegar a ocho meses y medio, tampoco creía resistir el parto.

—Come más —pidió Eduardo.

Todos estaban en la casa de los Madrigal-Rosario, esperando que viniera el doctor.

Bruno estaba en la entrada de la puerta esperando con sus ojos bien abiertos, con Gabriel al lado.

—¿Cómo fue cuando nacieron Eduardo y Erika? —pregunto Bruno

—Fue un gran susto, pero todo salio bien y solo durmio mucho luego del parto —contó Gabriel—.  Tal vez solo nos asustamos de mas, no todos los embarazos son fáciles

—Y en algunos mueren las mujeres... No quiero que ella muera, nuestros hijos la necesitan, aunque suene ridículo y egoísta no soy capaz de perderla ahora, he intentado mejorar por ella....

—Todos lo hemos notado —le interrumpió Gabriel—. Incluso hablas más, le das mas regalos, socializas con la gente del pueblo... No dejas que tu madre siga decidiendo por ustedes, eso es lo mas importante, porque aunque Elena decia que no volvería contigo sino hacías eso, yo se que hubiera aceptado aunque no lo hicieras.

—No sé como no sali de Casita durante años, debí volver y no conformarme con lo que contaba Dolores "de forma casual" cuando estaba sola y yo cerca entre paredes —río irónico—. Jamás deje de preocuparme por ella...

—Y si dijeras lo contrario te vuelvo a golpear —amenazó Gabriel.

—¿Cómo llamaremos a los bebés? Elena quiere saber tus ideas —Cambio de tema Bruno.

Por otro lado Dolores y Mariano estaban en la cocina de la casa, a la embarazada de un bebé le dieron antojos de dulces y la dueña del hogar le dijo donde buscarlos.

—Tengo una panza muy enorme ¿y si se queda así? —Pregunto Dolores—, debería dejar un poco de lado los antojos

—Yo te veo igual de hermosa, chismosa, con la misma energía e incluso más —hablo Mariano—. ¿Te debo cantar para que lo entiendas?

—No es obligatorio, pero me encanta escucharte hacerlo.

—¡Vengan aquí tortolos! —grito Luisa—. Los bebés se mueven, ven Dolores, a ver si se los tíos saludan a su sobrino.

Después de rodar los ojos, la hija mayor de Pepa se acercó a Elena, ambas juntaron panzas entre risas por la cara de los demás, pero se llevaron una sorpresa cuando ambas panzas empezaron a moverse mucho...

—Yo creo que tendré un rival para la fuerza de Luisa. Eso duele, pequeño —hablo Dolores— ¿a ti no, Elena?

—Eduardo o Erika pateaban más fuerte, pero estas criaturas son más traviesas, lo noto por cómo se mueven...

La Esposa de Bruno (Bruno Madrigal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora