『Capítulo dos』

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El fin de semana llego y ahora mismo me encontraba caminando por los pasillos para dirigirme al Gran Comedor, por el rabillo de mi ojo vi dos cabelleras rubias y una castaña, las cuales pude reconocer. Leyla, al darse cuenta de mi presencia, vino corriendo y me abrazo mientras soltaba un chillido de emoción.

—¡Atenea! ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? ¿Te toco con alguien pesada? —pregunto rápidamente— Yo casi no pude dormir, mi compañera de habitación solo paraba hablando en un volumen demasiado alto para la hora. Pensé que nunca se callaría.

—Hola Leyla. Sí, estoy bien y descanse bien, gracias por tu preocupación —dije con una sonrisa— Lamento escuchar eso. Si la niña no sé calla, podrías hablar con tu prefecta y buscar llegar a un acuerdo o podrías tirarle un hechizo.

—¡Que gran idea! —su sonrisa aumento— ¿Qué tal tus compañeras?

—No tengo habitación compartida, me toco una individual.

—¿No tienes compañeras? —una mueca de tristeza paso por su rostro.

—No, aunque estoy conforme con eso. No te entristezcas por mí.

—¿Así que una habitación sola? Wow, eso sí es suerte, a mí me toco con este pesado —la voz de Luke se unió a la conversación y señalo con la cabeza a Cedric cuando dijo lo último, quien se encontraba hablando con un pelirrojo.

Solté una carcajada de la nada, cuando me di cuenta de esto, recuperé la compostura—. Sí. ¿Van al gran comedor?

—Sí, estábamos yendo justo antes de encontrarte —hablo el pelirrojo—, Fred Weasley, un gusto.

Evidentemente tenia conocimiento de quienes eran los Weasley, los Malfoy decían que eran unos Traidores a la sangre, sin embargo, ignorar su saludo me haría quedar mal y no quería eso... por ahora.

—Atenea Ryddle, es un gusto.

—No es por arruinar las presentaciones —interrumpió Cedric—, pero estoy muriéndome de hambre, ¿creen que podríamos ir al gran comedor?

Todos nos reímos y asentimos, al llegar nos tuvimos que separar para ir cada uno a su mesa, al terminar el desayuno me fui a mi sala común y hable un poco con mis compañeros, especialmente con Daphne Greengrass, quien era una chica de mi mismo curso.




El lunes llego, y mi primera clase del día era pociones. Leyla me dijo que Cedric le había dicho que Snape daba miedo, así que tenía miedo de fracasar en su primer día, a lo que yo solo respondí:

—Lo harás bien, Leyla. Confía en tus habilidades, estoy muy segura que lo lograras. —trate de hacer mi mayor esfuerzo para animarla, nunca fui buena reconfortando personas.

Antes que ella pudiera contestar, el profesor entro y miro con desprecio al alumnado—. Nadie agitará sus varitas, ni me hará encantamientos tontos en esta clase. Supongo que muchos de ustedes no apreciaran el valor que tiene la ciencia y el arte de creación de pociones. Pero aquellos y serán pocos que tengan la predisposición, les enseñare como dominar la mente y hechizar los sentidos, les diré como embotellar la fama, generar la gloria e incluso ponerle un alto a la muerte.

Snape no trataba de disimular su evidente desprecio por los alumnos, aún más por los pertenecientes a Gryffindor. La clase de pociones salió decentemente bien. Luego tuve transformaciones, encantamientos y ahora me encontraba estudiando en el comedor. Sentí como alguien se sentó a mis alrededores.

—¿Ustedes se pueden sentar en otras mesas? —pregunté, sin siquiera levantar la mirada de mi libro, pude suponer quienes eran. Además, olía a Miel, algo que me di cuenta que era característico de Cedric.

ᴠɪʀᴀʜᴀ °•ᴄᴇᴅʀɪᴄ ᴅɪɢɢᴏʀʏ•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora