Al día siguiente, Atenea se levantó al sentir un dolor que nunca antes había sentido, era desgarrador y asfixiante... a pesar de haber sido obligada a soportar todo tipo de torturas por ser hija de Voldemort y así sea fuerte, jamás había sentido tanto dolor.
Atenea comenzó a retorcerse del dolor, pero no podía hacer nada debido a las ataduras en sus manos y pies.
—"Las primeras dos horas tendrá que estar sola... podría generar una explosión debido a la magia oscura y lamentablemente tendrá que permanecer sola" —eso fue lo que le comento una enfermera la noche anterior.
La azabache podía sentir como sus manos y piernas estaban heridas por las ataduras, si se seguía moviendo solo lo empeoraría, pero era inevitable no retorcerse de dolor.
Era como si miles de cuchillas la estuvieran apuñalando mientras se quema en una hoguera, ardía demasiado y Atenea lo único que podía hacer es reprimir sus lágrimas. Sabía que, si perdía el control, podría destruir la enfermería.
Las arcadas comenzaron a aparecer y solo empeoraba su tortura, ya habían pasado algunas horas y nadie había aparecido, estaba hambrienta y con mucho dolor. Ya se había desmayado varias veces por el dolor y aún así cada que se levantaba era peor.
Para cuando Atenea sintió una corriente de magia en su ser, trato de usarla para tratar de hacerse daño... Pero justo en ese momento Pomfrey entro, totalmente angustiada.
—¡Alisten lo necesario, el tiempo establecido ya ha terminado! —ordeno Pomfrey.
Las curanderas actuaron rápido y comenzaron a inyectarle lo que Atenea pensaba que eran sedantes. Rápidamente comenzó a hacer efecto en ella y aquella corriente que sentía, comenzó a ser suprimida.
Lo único que podía pensar Atenea en lo que pasaría luego de esto, si bien era algo inevitable su magia oscura, no quería tener que convertirse en un peligro para el resto de Hogwarts.
—Más sedantes, por favor... —murmuro la azabache.
—Ya le he inyectado todos los sedantes posibles, señorita —admitió angustiada Pomfrey.
Justo en ese momento, el profesor Snape y Dumbledore entraron al pequeño espacio aislado.
—¿Esta todo bajo control, Pomfrey? —pregunto el director— Desde afuera se puede sentir un aura abrumadoramente oscura.
—He traído las pociones que me pidió, Pomfrey —murmuro el profesor.
Pomfrey suspiro aliviada y tomo la poción y ayudo a Atenea a tomársela. Con las pocas fuerzas que le quedaba, logró tomar la poción, su garganta parecía como si se fuera a desgarrar.
Atenea sintió como si un lazo se rompiera y supo rápidamente identificar que significaba, abrió sus ojos y vio a su tío, los presentes quedaron asombrados ante lo que vieron, era como ver a Tom Ryddle nuevamente...
—Necesito una venda... —mascullo Atenea.
Cuando la venda le fue traída, ella cubrió sus ojos, desde pequeña ha tenido buenos instintos, gracias a eso logró sobrevivir a múltiples intentos de asesinatos, así que cubrirse los ojos no sería un problema.
Las voces de los adultos comenzaron a sentirse lejanas y el cuerpo de Atenea comenzó a relajarse, ella se estaba quedando dormida.
Flashback, un año atrás.
Atenea acababa de cumplir 15 años y se encontraba cursando su cuarto año, acababa de tener una perdida significativa, así que todos murmuraban al verla pasar. Y eso a ella le enojaba muchísimo.
Para cuando el club de lucha fue abierto, Atenea no dudo ni un segundo en inscribirse... pero era la única mujer, por lo cual los rumores solo aumentaron.
"Es una chica, como podría dañar tan bella rostro"
Atenea solo podía pensar lo ridículos que ellos se veían diciendo eso y se preguntaba si ella llegaría más lejos si fuera un hombre.
Pero ser mujer nunca le impidió ser un gran espadachín, así que para cuando fue su primer combate y lo gano, lo único que obtuvo fueron acusaciones de haberse acostado con su contrincante para que ella ganara.
Ella ni siquiera había dado un poco de lo que era capaz en esa pelea y aun así la subestimaban.
Un día, Atenea se encontraba camino al club de lucha y portación de armas, cuando escucho a tres chicos hablar;
—Ryddle esta buenísima, pero se cree la gran cosa —se burlaba un chico.
—Escuche que tiene una gran fortuna, unas simples palabras y su fortuna será mía, pobre ilusa.
—Ah, y con lo devastada que esta por lo último, será fácil llevarla a la cama...
Atenea no aguando más y saco su daga para tirarla a una columna al lado del tercer chico.
—Malditos cobardes —gruño entre dientes.
—¡¿Cómo te atreves?! ¡Maldita puta! —exclamo furioso uno de los chicos antes de sacar su espada y los otros dos sus varitas.
Atenea agarro de su muñeca a uno de los chicos con varita y bloqueo su ataque golpeándolo con la rodilla en su abdomen. Para cuando el otro chico con varita vino, Atenea le tiro una patada en la cadera y le hizo una llave.
Finalmente, el tercer chico dejo caer su espada y salió corriendo.
—Cobardes... no merecen ni siquiera estar en el club de lucha —escupió con asco Atenea al ver a los dos jóvenes tumbados en el piso, agarro sus varitas y las tiro en un pequeño riachuelo.
Algo que la azabache no se dio cuenta, fue que muy a lo lejos una sombra oscura la observaba con diversión, su destino era inevitable.
Atenea no se preocupo por las consecuencias, ella era una Ryddle y esos idiotas no se atreverían a decir que una chica les gano... pero esa no fue la única pelea en la que ella termino metiéndose. Ella no estaba dispuesta a ocultar su destreza con el arco, la espada y sus técnicas de lucha, así que comenzó a esta en más combates, ganando cada uno de ellos y destrozando a sus contrincantes.
Es ahí desde que la apodaron "La serpiente desquiciada" no había ningún rincón en Beauxbatons que no supieran sobre su gran destreza. Aquel lugar se convirtió en el primero donde Atenea disfruto ser temida. Ya nadie era capaz de verla a los ojos o simplemente llevarle la contra, todos le tenían miedo.
Lo que Atenea no tomo en cuenta, es que esto también debilitaba su humanidad... pues su padre de igual forma adoraba ser temido.
Fin del Flashback
Para cuando el torneo de los tres magos trajo a su antigua escuela, Atenea aprovecho esto para así dejar saber un poco de su influencia en Hogwarts, el ser temida le había gustado más de lo esperado. ¿Pero por qué ella no quería que él le temiera? No le importaba si Theodore, Daphne o Aiden le temían... pero siempre fue diferente con él, su sonrisa le había traído paz tantas veces.
En medio de su sueño profundo, Atenea comenzó a escuchar demasiados gritos.
—¡Despierta Atenea! —exclamaba furioso una voz.
—Director, la señorita ya lleva una hora sin respirar y completamente helada —murmuro en un hilo de voz una mujer.
¿Una hora sin respirar? —pensó confundida la azabache.
Atenea trato de moverse, pero no podía, todo estaba oscuro y no podía ni siquiera mover un dedo. En medio de su desesperación, una gran brisa la empujo y se levanto tan repentinamente que se rasguño los brazos por el impulso.
—¡Señorita Ryddle! —exclamo totalmente impresionada y conmovida Pomfrey.
Hasta tan solo unos segundos, los tres adultos tomaban en cuenta la posibilidad de la muerte de la azabache, pues su cuerpo inerte era igual al de alguien muerto.
Atenea comenzó a toser compulsivamente, cuando su tos finalmente cedió, su cuerpo ya no dolía y se sentía como antes de que su humanidad bajara.
La primera fase había sido superada.
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ᴠɪʀᴀʜᴀ °•ᴄᴇᴅʀɪᴄ ᴅɪɢɢᴏʀʏ•°
FanfictionSer parte de los Black llevaba una responsabilidad; mantener la pureza de sangre. Ser un Ryddle también lleva una; poder oscuro. ¿Entonces que es lo que le esperaba a una Ryddle Black? Tantas responsabilidades para una simple adolescente que comienz...