『Capítulo once』

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—¡Voy a matar a esa maldita teñida! —exclamo con ira Daphne ni bien llegue al lugar donde solíamos reunirnos.

—Está así desde que vio tu cara en el profeta, no deja de insultar a Skeeter. —me explico Aiden.

—¡Es una perra! ¡Maldita convenida! ¡Espero se le caiga el pelo de tanto tinte que se pone!

—Escuche que solicitaste una audiencia de urgencia con Skeeter ¿Qué tal salió eso? —pregunto Theodore.

Daphne dejo de insultar y se volteo a verme automáticamente.

—¿¡Qué tú hiciste qué!?

—Así es, solicite una audiencia. —respondí sin interés, aunque por dentro me dolía el pecho por todo lo que dije.

No podía volver a arriesgarme a que me sacaran nuevamente de Hogwarts, Lucius tiene más influencias y podría mandar a la ruina a los Diggory, no quiero que él se vea afectado... Conozco las manipulaciones que usa Malfoy, hubiera hecho sentir a Cedric como lo más desagradable. Lucius Malfoy no tiene ni una pizca de remordimiento y lo que más me jode es que él tenga poder a través de mi tía. Pero ella nunca se ha dado su lugar.

Sabía que ellos no creían aquella faceta sin dolor, me conocían muy bien; ellos también han sido víctimas de sus familias.

—...No lo sé. Negue todo, negué a Cedric... —murmuré esta vez dejando ver mi estrés.

—Lo hiciste para que él no sufriera con esa presión, Atenea. —consoló Aiden.

—Lo sé, soy consciente de eso. ¿Pero él pensará igual? Lucius técnicamente está esperando mi mínimo error para llevar acabo el syndicat —negué con la cabeza— Por eso no debo cometer ninguno, no hasta tener algo con lo que pueda manipularlo.

—¿Cómo planeas hacerlo? No estás cerca de él...

Solté una risa irónica ¿acaso no sabían quiénes eran mis padres? Me puse de pie y seguí viéndolos con aquella sonrisa de cinismo.

—¿Tengo que explicar de quien soy hija? Mis manos están manchadas de sangre desde mi primer día. No soy una idiota, tengo una buena fortuna y la gente es débil... vigilan a Lucius por mí.

—No puedes asegurar que te serán leales —susurro con algo de temor Theodore. Ellos sabían que no iba parar hasta lograr mi objetivo, aquello que me entere hace poco.

—Se atreven a traicionarme y los obligaré a ver la muerte dolorosa de sus seres queridos. Ya vieron una advertencia, tengo ojos por todas partes. Soy una Black.

—Atenea, recuerda el collar.

—Soy capaz de esto con todo el collar estable, ellos no querrán ver mi ira cuando se desestabilice. —lo vi fijamente y por alguna razón me satisfacía ver que me tenían miedo— Tengo que irme, saldré a practicar con mi arco. —les dije para que no se preocuparan.

Los tres se miraron entre si antes de hacer una reverencia.

—Adiós, Lady Ryddle. —se despidió Theodore.

Tenía que comenzar a marcar territorio, en una guerra por supervivencia todo se vale.

[...]

Decidí ir al jardín donde siempre iba con mis amigos y con mi novio. Amaba este jardín por varias razones, pero principalmente porqué nadie venía aquí. Desde que se dio a saber que yo lo utilizaba, nadie se atrevió a siquiera mirarlo.

La verdad es qué no se han molestado en ver si soy un ser cruel o no, varios rumores llegaron y eso basto para qué crearan una imagen mía. No me molesta, en realidad me satisface saber que me tienen tanto miedo como para que ni puedan mirarme a los ojos.

ᴠɪʀᴀʜᴀ °•ᴄᴇᴅʀɪᴄ ᴅɪɢɢᴏʀʏ•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora