Capítulo 4 | Padres del todo

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Los personajes que aparezcan en esta historia no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos creadores.

La radiante luz de la mañana ilumino cada rincón de aquel hogar donde él paso la noche en la espera de un nuevo día más en su antaña existencia, la serenidad que ya hacía en su ser desapareció cuando aquellos rayos chocaron con sus detalladas facciones, mismas facciones que estaban expuestas a aquel resplandor.

Se sintió irritado y esto lo demostró porque movía su cuerpo de un lado para otro tratando de seguir con la experiencia única que le ofrecía el mundo de la inconciencia, misma que pocas veces se daba el lujo de poder disfrutar porque en todo momento debía de estar atento y no bajar la guardia ante una posible amenaza hacia su persona.

Inconsciente del todo no estaba, puesto que con el transcurrir del tiempo logro desarrollar todos sus sentidos a tal punto de sentir el peligro cuando este se encuentre cerca, incluso en el estado más deplorable posible como lo es estar en un profundo sueño.

Sentía cada presencia del planeta que alguna vez fue su hogar, cada ser vivo no pasaba por desapercibido por el sicario y no despego su atención de aquellas presencias divinas que desde el día de ayer le vigilaban con cierta intriga, porque en ellas nació la duda del porque no lograban sentir el flujo de energía que todo ser vivo posee en aquel temido sicario.

Lentamente sus parpados fueron detallando la luz que en el lugar había, haciendo indicio que estos se habían abiertos, sus luceros sangre apuntaban hacia el techo de la habitación, estando en el estado que todo ser experimenta al despertar de un sueño.

Camino hasta el lujoso baño con el que contaba el lugar que se le fue asignado por la diosa de la belleza quien dicho sea de paso espera con ansias el despertar de su invitado o mejor dicho de su nuevo amigo, el pequeño momento que experimento con él en la noche anterior quedaría marcado como uno de los mejores que haya vivido.

Las gotas caían y caían, pronto el característico sonido del agua chocando con el suelo se hizo presente, el cristalino liquido recorría cada rincón de su cuerpo en busca de hacer su trabajo que es refrescarle después de una calurosa mañana.

La espuma del producto de limpieza conocida como shampoo se adentraba en lo más recóndito de su cabellera azabache a la vez que se deslizaba por su bien trabajado cuerpo.

Dio un gran suspiro después de terminar de asearse como era costumbre para cualquier persona, por último cerro la llave que cortaba el agua para que este dejara de salir desde la regadera y salió de ahí.

Se coloco la parte inferior de su prenda de la tonalidad oscura que ya era habitual en él desde hace quien sabe cuánto tiempo y con la toalla que se le fue asignada por la diosa de la belleza se secó desde la parte de su abdomen hasta su rostro.

Escucho como la puerta de la habitación era golpeada generando un eco un tanto fastidioso para el sicario, hoyo como la femenina y sensual voz de la persona a la que le dedico gran parte de su tiempo el día de ayer le llamaba.

- Goku, ¿estás ahí?, - el pronunciar su nombre le hacía llenar el vació que dentro de su ser sentía.

- Si, estoy aquí, puedes pasar, -hablo concediéndole el permiso para que ella se adentrase a la habitación.

La puerta se abrió mostrando a una bella dama que se hacía llamar diosa, la brillante cabellera rubia se mesía y paseaba por su casi desnudo cuerpo, llevaba lo que parecía ser un desayuno preparado y listo para una mañana como aquella un tanto inestable.

De golpe dejo caer aquello que entre sus brazos cargaba porque cuando alzo la vista, noto lo evidente, el hombre que durmió en su hogar se encontraba desnudo solo cubriendo la cintura para abajo.

No soy nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora