POV NARREADOR
Todos se levantaron tarde el 26 de diciembre. La sala común de Gryffindor se encontraba más silenciosa de lo que había estado últimamente, y muchos bostezos salpicaban las desganadas conversaciones. El pelo de Hermione volvía a estar tan enmarañado como siempre, y ella confesó que había empleado grandes cantidades de poción alisadora; «pero es demasiado lío para hacerlo todos los días», añadió con sensatez mientras rascaba detrás de las orejas a Crookshanks, que ronroneaba. Leire por otro lado se encontraba peinando a su gato Zeus mientras hablaba de lo ocurrido la noche anterior, sin entrar en mucho detalle, incluso le habló de lo que su amigo Cedric le aconsejó.
Había llegado el momento de pensar en los deberes que no habían hecho durante la primera semana de vacaciones. Una vez pasado el día de Navidad, todo el mundo se sentía desinflado. Todo el mundo salvo Harry y Leire, que otra vez comenzaban a preocuparse. El problema era que, una vez terminadas las fiestas, el 24 de febrero parecía mucho más cercano, y aún no habían hecho nada para descifrar el enigma que encerraba el huevo de oro, está claro que Leire seguía enfadada por lo que no quería su ayuda ni se la brindaría ninguno , amigo y hermano. Así pues, empezó a sacar el huevo del baúl cada vez que subía al dormitorio; lo abría y lo escuchaba con atención, esperando que algo cobrara sentido de repente. Trataba de pensar a qué le recordaba aquel sonido, aparte de a una treintena de sierras musicales, pero nunca había oído nada que se le pareciera. Cerró el huevo, lo agitó vigorosamente y lo volvió a abrir para comprobar si el sonido había cambiado, pero no era así. Intentó hacerle al huevo varias preguntas, gritando por encima de los gemidos, pero no le respondía. Incluso tiró el huevo a la otra punta del dormitorio, aunque no creyó que fuera a servirle de nada. Rápidamente recordó el aviso de su amigo y decidió esa mañana dirigirse al baño de prefectos con la escusa de relajarse.
No sabía cuánto tiempo tendría que estar bañándose paradesentrañar el enigma del huevo de oro, pero seguía en vacaciones lo cual era bueno. Anduvo por los pasillos del cuarto piso buscando la dichosa puerta al baño de prefectos.
Al localizar la puerta, se acercó a ella y, tal como le había indicado Cedric, susurró la contraseña
—«Frescura de pino.»
La puerta chirrió al abrirse. Se deslizó por ella, echó el cerrojo después de entrar y, mirando a su alrededor, no quería que ningún prefecto entrara y la viera, después de todo no se supone que esté ahí. Su reacción inmediata fue pensar que merecía la pena llegar a prefecto sólo para poder utilizar aquel baño. Estaba suavemente iluminado por una espléndida araña llena de velas, y todo era de mármol blanco, incluyendo lo que parecía una piscina vacía de forma rectangular, en el centro de la habitación. Por los bordes de la piscina había unos cien grifos de oro, cada uno de los cuales tenía en la llave una joya de diferente color. Había asimismo un trampolín, y de las ventanas colgaban largas cortinas de lino blanco. En un rincón vio un montón de toallas blancas muy mullidas, y en la pared un único cuadro con marco dorado que representaba una sirena rubia profundamente dormida sobre una roca; el largo pelo, que le caía sobre el rostro, se agitaba cada vez que resoplaba. Leire avanzó mirando a su alrededor. Sus pasos hacían eco en los muros. Puso al lado de la piscina el huevo y una de las mullidas toallas, se arrodilló y abrió unos grifos. Se dio cuenta enseguida de que el agua llevaba incorporados diferentes tipos de gel de baño, aunque eran geles distintos de cualesquiera que hubiera visto antes, aquello le emocionaba e intrigaba por lo que vertió el contenido de una sales de baño que encontró allí cerca, no aparecía un olor en específico pero al entrar en contacto con el agua surgió un olor a cerezas su comida favorita. Por uno de los grifos manaban burbujas de color rosa y azul del tamaño de balones de fútbol; otro vertía una espuma blanca como el hielo y tan espesa que Leire pensó que podría soportar su peso si hacia la prueba; de un tercero salía un vapor de color púrpura muy perfumado que flotaba por la superficie del agua. Luego, cuando la profunda piscina estuvo llena de agua, espuma y burbujas, Leire cerró todos los grifos, se quitó la ropa y las zapatillas, y se metió en el agua. Era tan profunda que no llegaba con los pies al fondo e hizo un par de largos antes de volver a la orilla y quedarse mirando el huevo. Aunque era muy agradable nadar en un agua caliente llena de espuma, mientras por todas partes emanaban vapores de diferentes colores, no le vino a la cabeza ninguna idea brillante ni saltó ninguna chispa de repentina comprensión. Alargó los brazos, levantó el huevo con las manos húmedas y lo abrió. Los gemidos estridentes llenaron el cuarto de baño, reverberando en los muros de mármol, pero sonaban tan incomprensibles como siempre, si no más debido al eco. Volvió a cerrarlo preguntándose si no sería eso precisamente lo que había pretendido Cedric. Y entonces alguien habló y la sobresaltó hasta tal punto que dejó caer el huevo, el cual rodó estrepitosamente por el suelo del baño.
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Aprendiendo a Amar. (Draco Malfoy)
FanficTodos los derechos de autor a J.K. Rowling una fantástica escritora, todos los personajes son de J.K Rowling a excepción de unos cuantos que he añadido entre ellos Leire Granger