"From when your Brooklyn broke my skin and bones"
Remus Lupin
1 de agosto, 1996
El patronus llegó antes del mediodía. No estaba seguro de haberlo escuchado bien. Era Dumbledore, me pedía ir a Hogwarts. No entendí por qué, pero él nunca daba sus razones ni detalles cuando enviaba mensajes, menos en un patronus.
Cuando su fénix de luz se fue, me debatí entre ir directamente o esperar unas horas. Qué importaba en realidad, yo no podría hacer mucho en la casa sin Sirius.
Después de un rato por fin me dirigí a Hogwarts. Dumbledore me esperaba en su despacho. Cuando entré, se giró hacia mí con lentitud, su rostro demostraba que sabía perfectamente lo que iba a ocurrir en ese momento.
—Tengo una propuesta para usted, señor Lupin —comenzó, no respondí, estaba esperando porque sabía que él ya tenía todas sus palabras preparadas—. Necesitamos obtener información sobre las lealtades de los hombres lobo, como sabe, la mayoría se aíslan de la sociedad de magos.
—Porque nos odian —completé.
—Según recuerdo, sus amigos no lo odiaban —apuntó él. Sabía exactamente qué decir—. El señor Black, Potter, incluso Pettigrew en algún momento, estoy seguro —se detuvo solo un segundo—, Padgett.
Lo miré a los ojos, detrás de sus lentes de medialuna. La había mencionado al final a propósito.
—Lupin —corregí. Dumbledore sonrió un poco, consiguió la reacción que quería, le había dicho Padgett expresamente para que yo lo corrigiera y así saber que todavía me importaba, que todavía la recordaba. Lo que dijo después, sin embargo, parecía sacado de alguna de mis pesadillas.
—Sé que es mucho pedir, señor Lupin, que vaya a vivir entre los licántropos, pero tengo algo que podría interesarle a cambio, justo ahora —sacó una pequeña piedra negra de su bolsillo, brillante, lustrosa, y jugueteó con ella un momento—. No puedo decir mucho, pero la separé de un anillo que la llevaba hace unos días y quería mostrársela antes de guardarla —la sostuvo en alto—. ¿Está familiarizado con el cuento de los tres hermanos?
—¿El cuento para dormir? —pregunté extrañado.
—Todas las narraciones están basadas en algo real, señor Lupin, ya debería saberlo —estiró la mano y colocó la piedra en mi palma, aun no comprendía exactamente qué quería, o más bien, aun no parecía real—. Supuestamente, con tres giros en la mano logrará su cometido, y puede venir a verme después para que le dé los detalles de la misión.
Salió del despacho antes de que pudiera preguntarle qué demonios estaba pasando, antes de que pudiese obligarlo a decirlo en voz alta, pero mis esperanzas ya habían despertado.
Giré la piedra en mi mano tres veces, justo como él dijo, la piedra de la resurrección, según el relato de los tres hermanos. Cerré los ojos al tiempo que un extraño viento frío movía mi cabello. Cuando los abrí, me sentí en un sueño.
—Hola, Remus —saludó Meredith, y sentí que el corazón se me subía a la garganta, ahogándome.
Tragué saliva.
—Es imposible —dije en voz alta. Ella se encogió de hombros, como si ya lo supiera, como si estuviera consciente de todo lo que iba a pasar, lo que pasó, lo que estaba pasando... omnisciente en el tiempo.
—Sabes lo que está pasando, Remus, no te lo tengo que explicar —por fin me atreví a mirarla, mirarla de verdad. Era Meredith, tal como la recordaba, de veinte años, con la misma ropa que llevaba ese día, la misma imagen que atormentaba mis sueños.
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Viejos amigos | Remus Lupin | Merodeadores
Fanfiction-Parecen muy cómodos juntos -respondió Remus encogiéndose de hombros. Fruncí el ceño. -No hablas en serio -alcé una ceja-. No me gusta Sirius. -¿Qué? -parecía desconcertado, lo cual, por alguna razón, hizo que me molestara aún más- ¿Por qué no? -¡Po...