"Wind in my hair, I was there, I was there. Down the stairs, I was there, I was there. Sacred prayer, I was there, I was there. It was rare, you remember it all too well"
Remus Lupin
2 de julio, 1997
Todavía se oía cantar al fénix a lo lejos. Creí que ese sonido se quedaría incrustado en la mente de todos nosotros para siempre. Mucha gente había asistido al funeral de Dumbledore, pero no nos molestamos por entablar conversaciones con nadie en particular, y me sorprendió que nadie hiciera ningún comentario sobre Dora y yo tomados de la mano.
Suspiré. Dora y yo. No estábamos dispuestos a perder el tiempo. Habían ocurrido demasiadas cosas. Cuando le pedí a Dora que nos casáramos, di una vuelta al pasado, rememorando sobre mi vida, todas las cosas que pasaron desde que nací y me di cuenta de lo afortunado que había sido de sobrevivir en tantas ocasiones que debían haber marcado mi muerte, incluso cuando yo mismo la estaba buscando. Hubo un momento en el que sentí que me había quedado completamente solo, y cuando al fin me permití estar con Dora, comprendí que estaba solo porque elegía hacerlo, no porque el destino o lo que fuese me odiara.
Y así fue como decidimos casarnos.
Después del funeral de Dumbledore unos cuantos miembros de la orden nos reunimos para la pequeña ceremonia. Sentí una punzada de dolor en el pecho al saber que James y Sirius no estarían ahí, pero una parte de mí sabía que me observaban, aunque yo no pudiera verlos a ellos.
Respiré hondo mientras Bill Weasley acomodaba mi corbata y me sonreía en silencio antes de salir al salón de los Tonks, donde sabía que Dora me esperaba. Lo seguí unos momentos después. No estaba nervioso ni tenía miedo, por primera vez en mucho tiempo, estaba emocionado.
Su vestido era sencillo, y su cabello rosa había crecido lo suficiente para rizarlo y alzarse en un moño que era perfecto solo porque ella lo había hecho. Cuando me sonrió, el mundo a nuestro alrededor desapareció para mí. No podía ver nada más que a ella, tan radiante, tan alegre, tan hermosa... tan Dora.
Cuando llegué a ella acarició con ligereza una cicatriz en mi mejilla y le sonreí de vuelta. No fue una ceremonia muy formal, pero lo suficiente como para hacer oficial que prometíamos estar ahí el uno para el otro para siempre, que la consolaría cuando se sintiera triste, estuviera molesta o asustada.
Mi vida era un constante sentimiento de dolor que solo se detenía cuando pensaba en ella, porque Dora no trataba de arreglarme, no intentaba decirme cómo debía sentirme ni cómo lidiar con mis problemas, solo estaba ahí, junto a mí, asegurándome que me esperaría del otro lado. Una optimista para mi ser autocompasivo. Nos complementábamos, eso era todo, y era completamente perfecto.
—Mis brazos se sienten inútiles cuando no te están abrazando —susurré mientras bailábamos en el centro de la casa de sus padres, con algunas parejas a nuestro alrededor, aunque no les presté atención. Ella levantó la vista hacia mí y me dio un ligero beso en los labios.
—Te amo, Remus.
—Te amo, Dora —respondí, no tenía ninguna de eso.
*****
6 de octubre, 1997
—Yo me avergonzaría. Si el nuevo régimen piensa que los hijos de muggles son inferiores, ¿qué le harán a un semihombre lobo cuyo padre pertenece a la orden del fénix? Mi padre murió intentando protegernos a mi madre y a mí, ¿tú crees que él aprobaría que abandonaras a tu propio hijo para emprender una aventura con nosotros?
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Viejos amigos | Remus Lupin | Merodeadores
Fiksi Penggemar-Parecen muy cómodos juntos -respondió Remus encogiéndose de hombros. Fruncí el ceño. -No hablas en serio -alcé una ceja-. No me gusta Sirius. -¿Qué? -parecía desconcertado, lo cual, por alguna razón, hizo que me molestara aún más- ¿Por qué no? -¡Po...