Si había algo peor que escuchar a Liam quejándose todo el día, era verlo intentando chantajearnos de cualquier forma que se le ocurría. Muchas veces Paul le pedía que fuera a por tabaco, y éste le pedía una libra por ir y otra por volver. Al final era tan pesado que acababa yendo yo. Otras veces, mi madre lo mandaba con nosotros a jugar, nos lo encasquetaba (sospecho) para que pudiera ejercer de espía, y después contarle todo a ella. Recuerdo que una vez estábamos en el sofá, viendo la televisión cuando él de repente soltó "Mamá ¿sabes lo que ha hecho Noel hoy?". Yo, inmediatamente intentaba taparle la boca y le decía que le daría veinticinco peniques si no lo contaba. Acababa aceptando, pero luego se lo contaba a mi madre igualmente. A veces pienso que a Liam simplemente le gusta fastidiar, aunque sinceramente creo que por aquel entonces lo hacía porque se aburría. Más que eso, porque lo dejábamos de lado. Paul y yo teníamos nuestros amigos, y siempre que venía con nosotros tendíamos a pasar de él, ni mirarlo, ni incluirlo en nuestros juegos. Muchas veces, a modo de venganza, cuando jugábamos a fútbol, él quitaba las sudaderas del suelo que ejercían de portería, y normalmente siempre se acababa llevando un balonazo. A veces pensaba que se sentía un poco sólo, pero luego, al ver a mi hermana corriendo a abrazarle en cuanto entraba por la puerta desechaba enseguida la idea.
Pero no era sólo Rosie la que nos esperaba cuando llegábamos a casa. El mismo infierno lo hacía también. Mi padre era un hombre intrínsecamente malvado. Cuando llegaba a casa a las tantas, después de haber estado con otra mujer, subía a despertarnos a Paul y a mí, tiraba nuestros colchones con nosotros dentro al suelo y empezaba a darnos patadas y darnos auténticas palizas. Y lo teníamos que aguantar en silencio para no despertar a Rose, que dormía en la habitación de al lado. Liam nunca se despertaba mientras esto pasaba. Creo que simplemente se hacía el dormido. Mi padre también acostumbraba a contar los peniques que guardaba en su mesilla de noche religiosamente, y si a alguno de nosotros se le ocurría quitarle siquiera dos peniques, él venía a darnos de golpes de nuevo. Una tarde, Rose cogió una moneda de la mesilla simplemente para admirar lo mucho que brillaba cuando le daba el sol, junto a la ventana. Mi padre, al ver que faltaba dinero acusó a mi madre. Ésta guardó silencio y recibió una sesión de patadas en las costillas para que él no descargara su ira contra mi hermana. Entre todos nos volvimos algo así como la guardia personal de Rose. Era lo más valioso que teníamos, y nos aterrorizaba la idea de que mi padre pudiera acabar con su inocencia, con su luz, en un arrebato de cólera.
Aunque pasaban los años, cuando Rose tenía alrededor de seis seguía siendo casi tan pequeña como cuando tenía cuatro. Mi madre estaba muy preocupada, pero el médico no paraba de asegurarle que simplemente era algo bajita, y que tarde o temprano acabaría creciendo. Cada vez estaba más convencido de que mi hermana era como una pequeña flor, que se iba abriendo poco a poco hasta que un día se mostrara en todo su esplendor. Por aquel entonces, yo estaba saliendo con una chica llamada Joan, y que solía venir por casa a tomar el té. Éramos apenas unos críos, yo con mis dieciséis años y ella a punto de hacer diecisiete. Mi madre le había tomado mucho cariño, pero Rose tenía un concepto muy diferente de ella. Realmente, Rose ha saboteado a pequeña escala cualquier clase de relación amorosa que haya podido tener, tal y como Liam saboteaba todo tipo de juego al que solía jugar. Siempre se mostraba arisca con ellas a pesar de ser tan pequeña. Les hacía la burla, les ponía sal en el té, o incluso a veces se inventaba que le habían gritado y se ponía a llorar de una forma de lo más convincente. Desde pequeña ella supo qué hacer para llamar nuestra atención, y por aquel entonces ya me daba un poco de miedo ver cómo podía llegar a inventarse esas cosas y luego estar tan campante. "No te obsesiones" decía mamá "tú eres exactamente igual." Creo que se refería a que veces me puedo mostrar bastante frío. Pero lo de ella era diferente.
Su relación con Liam había cambiado ligeramente. Éste, que con diez años estaba en una edad realmente tonta, discutía con Rose con regularidad, aunque casi enseguida se arrepentía e iba a pedirle disculpas. No recuerdo que Liam le haya pedido perdón a ninguna otra persona que no fuera nuestra hermana. Por aquel entonces, él había empezado a ir a un club de boxeo, o algo por el estilo, pero lo echaron por darle una paliza a un tío que le había dado un puñetazo siguiendo las reglas del juego. Él le devolvió cinco. Sin guantes. En los huevos. Era una persona absolutamente feroz, incluso se había ganado cierta reputación de macarra en el barrio. Mientras, yo seguía con la guitarra y aguantando los continuos golpes de mi padre.
Cuando hacía suficiente calor en Manchester, solíamos ir a Red Rock de picnic. Con suerte, incluso tocaba un día en el que mi padre no estuviera en casa y mamá se podía venir también. En una de estas, decidí llevarme la guitarra y después de comer todos los sándwiches y los pasteles de Yorkshire que fuimos capaces de engullir, yo me puse a tocar una melodía que llevaba varios días rondándome la cabeza. Rose llevaba un bañador con volantes y mi madre sólo le dejaba meter los pies en el río, pero estábamos en una zona que apenas cubría, por lo que Liam y ella daban paseos de una orilla a otra. Mientras yo tocaba la guitarra, observaba a mis hermanos pequeños pasear, buscar piedras en la orilla y reír juntos. Siempre he pensado que Liam y Rose estaban hechos el uno para el otro, y a la vez pensar que no podían ser más distintos. Ella parecía haber encontrado algo y él la levantaba por encima de su cabeza, haciendo que dieran vueltas, y a veces la lanzaba al aire para luego atraparla entre carcajadas. En ese momento sentí una punzada en el estómago que muchas otras veces se multiplicarían en un futuro. Pero aquella fue la primera. Fruncí el ceño y sentí cierto odio hacia Liam. Habían pasado varios años desde que se me había llegado a ocurrir que tal vez yo pudiera ser la persona más importante para Rose, pero ahora tenía la certitud de que Liam lo era. Siempre lo escogía a él para sus juegos, y entendía que era porque era el más pequeño, pero aun así, no podía dejar de sentir cierto resentimiento hacia él. Al menos cuando estaban juntos, Liam dejaba de ser el bastardo egoísta que acostumbraba a ser.
La situación con nuestro padre llegó al límite, hasta el punto en que Paul y mi madre se pusieron a buscar una nueva casa en el barrio vecino. Mi madre había pedido el divorcio hacía un tiempo, pero mi padre no estaba por la labor. Nos había amenazado con matarnos si se enteraba de que lo abandonábamos, pero también nos amenazaba de lo mismo si nos quedábamos con él. Liam y Rose eran demasiado pequeños como para reparar en lo que pasaba, o al menos Liam no lo entendía demasiado bien, por lo que mamá, Paul y yo teníamos que hacernos cargo de la situación. Al final encontramos una casa a la que nos mudamos cuando mi padre estaba en una de sus etapas en las que desaparecía una semana entera, para que no nos descubriera. Mi madre ya no lo volvió a ver. Y nosotros con mucha menos frecuencia, he de decir. La nueva casa tenía cuatro habitaciones, lo cual era jodidamente perfecto. Mamá tenía una para ella sola, Paul y yo seguíamos compartiendo cuarto — cosa que no me importaba — Liam una habitación propia que destrozar y Rose una pequeñita para ella. Aunque seguía viniendo a nuestras habitaciones por la noche, unas veces porque las tormentas le daban miedo, otras porque no se acostumbraba a su nueva habitación, y otras simplemente porque quería que le contáramos cuentos entre todos.
Una tarde de finales de julio, fui testigo de lo que sería el primer acercamiento "extraño" entre mis dos hermanos menores. Teníamos una piscina de plástico en la parte de atrás de la casa, en un pequeño jardín con partes en las que no crecía césped. Mi hermano estaba leyendo algo, alguna revista o algo así y Rose chapoteaba en la piscina alegremente, como si fuera una pequeña sirena. Su pelo había crecido hasta llegarle a mitad de la espalda, y era de un color castaño chocolate. Sus ojos azules se iban almendrando cada vez más, hasta que su mirada resultaba casi felina. Tendría unos ocho o nueve años, y se estaba volviendo cada vez más bonita. Rose quería llamar la atención de Liam, y le salpicaba entre risas, mientras mi hermano se hacía el ofendido y acababa saltando vestido a la piscina. Mi hermano ha estado siempre como una puta cabra, desde su mismo nacimiento hasta el día en que se muera, siempre estará pirado. Nuestra hermana estalló en risas y se acercó a él para darle un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura del labio. Luego se miraron y se echaron a reír a la vez. Recuerdo envararme desde la ventana del salón, desde donde los estaba observando. Sentí cierta repulsión y a la vez una sensación muy parecida a la que había experimentado en el río. Celos. Pero eran celos fraternales, pensaba. Sentí un odio repentino hacia mi hermano y unas ganas tremendas de salir corriendo a contárselo a mi madre. Pero no lo hice. Quizá si lo hubiera contado en aquel entonces, luego se hubieran evitado muchos problemas. Problemas que nos llevarían a un estado muy cercano a la locura.
ESTÁS LEYENDO
(What's the Story) Morning Rose?
Hayran KurguLa vida de Noel Gallagher estaba a punto de cambiar y no lo sabía. Si su idea de una vida normal era compartir habitación con Paul y soportar al mocoso de Liam, que su padre lo maporreara cada día y saltarse las clases en un colegio donde trabajaba...